Historia de un trastorno (Desgaste final)

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

Moderador: Hallie Hernández Alfaro

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Ricardo López Castro
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Historia de un trastorno (Desgaste final)

Mensaje sin leer por Ricardo López Castro »

Voy a palmarla sin saber si soy dios.
Lo cierto es que yo lo he creado.
Y, por ende, yo me he condicionado.
Condenado a vagar entre dos mundos.
Porque perderlo todo importa tres carajos, hasta que te percatas de que no hace falta vivir en el limbo para no tener nada.
Hasta que te das cuenta de que haces todo lo contrario a vivir.
No entro en detalles, siempre generalizo, maximizo.
Lo cual implica una extremada sensibilidad.
Es como superar mi diagnóstico:
Todos están plenamente convencidos de que no soy dios.
Así es como empieza este juego.
Pido un trato consecuente con mi posición.
Es más, sea yo lo que sea, lo exijo, me ahogo con él, y con Dios en mis poemas.
Y luego pienso en que existo, en una realidad, y que ello depende de numerosos factores:
La presencia de esta civilización,
mis ilusiones intactas,
la esperanza residente en cada verso,
la reiterada manifestación de dios en mis escritos,
la facultad que tengo para detenerlo,
y que forja mi amor por las palabras,
distinguir entre la luz que ciega y la que guía.

"Si yo fuera dios no les pondría ninguna condición a mis conductas.
Por suerte o por desgracia, me acerco demasiado a esta coyuntura."

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Decir que todo va bien cuando soy yo el sacrificio.
Hace mucha mella lo que he escrito.
Tengo delirios de sobra para ser su dios, pero no lo soy.
Estoy aquí para sobrevivir, para joderme.
Así que seguiré echando leña al fuego.
Puedo escribir que dudo de todo lo que digo, pero nunca lo hago.
Eso no cuela.
Ser eso que ustedes dicen que hizo el universo es factible.
Yo tengo ambas cosas en mi cabeza.
Pero creer en lo sobrenatural no va conmigo.
Así se empieza a desmantelar todas las creencias.
Si no las tuvieran, serían carne de cañón.
Yo para ustedes soy una ilusión.
Alguien que aparenta, y que afirma creerse dios, merece una enfermedad mental, un estigma insalvable.
Supone un caso aislado.
¿Me rebelo contra dios, o contra mi diagnóstico?
Son una misma cosa, que me tiene ensimismado.
Y ustedes son mi trauma.
Tras aislarme durante años, ahora idealizo hasta una paloma.

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No hay nada que decir, y no es la primera vez. Ello es la tónica general de mi vida. Mi palabra más limpia y forzada, por lo tanto, lo jode todo.
En no pocas ocasiones he hablado de mi suicidio.
No porque me considere un ser desatendido, sino todo lo contrario.
Nadie puede venderme la moto con esta realidad.
Sería un necio si antepusiera sus mierdas a las mías.
Ello no sería humano, no.
Adivinen, pues, lo que sería.
No ansío nada que no haya visto antes.
He cambiado, y no por mi diagnóstico.
Me cago en la psiquiatría, aunque ahora soy más selectivo, y mi mente más puñetera.
En definitiva, creerse Dios resulta insuficiente para abandonar.
He acabado mi obra, y ya no es un mundo paralelo.
El cargo de conciencia por dejaros resulta más que irrisorio.
Trato de conciliar mis pensamientos,
siempre queda una duda existencial:
"No voy a llegar a ninguna conclusión que implique desprenderme de mi mente."
"No es por inteligencia, es por este vacío que he creado, y que clama al cielo."
"Veamos lo que tengo: un cerebro del que no conozco nada, y un dios que ni siquiera sé si existe."

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Intento cambiar el mundo, cambiando totalmente mi esencia.
No sé dónde está la gracia.
Visto de otro modo, actúo como ustedes para sobrevivir.
Repito, no sé dónde está la gracia.

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Que mi vida haya sido una evasión de la realidad depende de cómo se mire.
La ambigüedad que mantengo en mi escritura se aplica a todo lo demás.
Vivo y no vivo, me alegro y me enojo, amo y odio, comparto y guardo.
Mi mente nunca descansa.
Parece destinada a… Cómo decirlo.
A cómo describirme por fuera, por dentro, y sobre todo, a ojos de los demás.
Aunque todos apuntáramos en una misma dirección, mi capacidad para retorcerlo todo, echaría el resto.
Mis virtudes, defectos de la existencia.
Mis creencias e ilusiones, por el desagüe.
Así no hay quien viva.
Excepto yo.
Y me pregunto:
¿Qué es lo que me mantiene en pie?
Si en verdad supiera que soy Dios,
¿sería ése mi premio de consolación?
¿y ésta mi cámara de tortura?
No puedo asegurar que nadie controle mis actos o argumentos, si soy o no ficticio.
La creación y la ciencia avanzan, y no sé en qué punto me he quedado.
Hallie Hernández Alfaro
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Registrado: Mié, 16 Ene 2008 23:20

Re: Historia de un trastorno (Desgaste final)

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

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Un escrito a cerebro abierto; desnudo, intenso, ambicioso.
Creo que hay hombres a los que le puede la poesía; es como si el poeta dominara todos los ámbitos del ser (hay mucho en este ser tuyo, créeme).

¿Es el trastorno una suerte de luminaria, que se adhiere a los poros y condiciona la acción y la palabra?

Infinitud de ideas que se acomodan en la lente de los dioses (deben ser varios para albergar con justicia tu genialidad) y reacomodan la vida, la muerte, el amor, la cordura.

Abrazos, querido amigo.
"Algo, en este tan vasto como innecesario universo,
ha de tener sentido: ninguna ecuación diferencial
siente. Pero, se sabe, en el principio
fue dicho: hágase la luz; y abrimos los ojos."


Sub-jectum, Julio Bonal
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Ricardo López Castro
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Re: Historia de un trastorno (Desgaste final)

Mensaje sin leer por Ricardo López Castro »

Una interpretación soberbia.
En conexión total y absoluta.
Gracias por todo, querida Hallie.
Abrazos, muchos, y felicidad, a montones.
No puedo asegurar que nadie controle mis actos o argumentos, si soy o no ficticio.
La creación y la ciencia avanzan, y no sé en qué punto me he quedado.
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