Cómo a Carulla y su Blblia en verso ¡No! ¡Por favor!
Publicado: Vie, 08 Jul 2022 22:44
Yo soñé de pequeño en ser famoso,
y con el crecer de los días,
me di cuenta,
que tan solo era una utopía.
Creí entonces que debía de hacer
algo que dejara huella,
algo, qué sin ser excelente,
sí llamara la atención,
fuera algo que gustara,
o simplemente,
se recordara en el transcurso del tiempo.
Y aún lo estoy intentando.
Y me pregunto,
cómo lo consiguen, los que lo consiguen.
Es cierto que no resalto en casi nada,
aunque también es cierto,
que quizás sea la nada
mi mejor y único territorio.
Cuando los mocos caían por mi pequeña nariz,
o quedaban secos
por el restriegue repetido de la manga del jersey,
yo ya escribía,
más dejar que lo guarde en el anonimato,
no me gustaría, que algo así,
fuera lo que dejara huella.
He escrito mucho,
aunque todo se me antoja pobre,
regular e incluso mediocre.
Lo qué si es cierto,
es que el material no tiene la culpa.
Escribí muchos versos,
con el mismo lápiz,
con el mismo bolígrafo,
y a veces en el mismo papel.
Posteriormente,
ya en la época moderna,
tomé como lugar de batalla
las teclas de ese aparato llamado ordenador,
al que transfiero los pensamientos
a los dedos, los dedos a un teclado,
y el teclado a una pantalla,
elegante y vistosa,
pero con los mismos límites existenciales,
del papel, del lápiz, del bolígrafo,
y cómo no,
del bajo nivel de mi escritura.
Pero ha pasado ya demasiado tiempo.
Ahora, ni sueño, ni creo,
ni tengo tiempo para voltear la situación.
Tan solo me queda que alguien irrumpa en mis escritos,
que alabe cualquier párrafo, verso, o metáfora,
que le llame la atención,
o que a alguien se le ocurra excavar
en las profundidades de mí yo trashumante
saque cieno de la peor parte de mi escritura,
y me convierta en famoso,
cómo a Carulla le convirtió el pueblo,
por su denigrante “La Biblia en verso”.
Llegado ese instante,
ignorarme, por favor,
y dejadme en mi territorio de la nada.
Al fin y al cabo,
no habré merecido ganarme otro lugar.
¿Y ahora qué?
Simplemente seguiré intentándolo.
y con el crecer de los días,
me di cuenta,
que tan solo era una utopía.
Creí entonces que debía de hacer
algo que dejara huella,
algo, qué sin ser excelente,
sí llamara la atención,
fuera algo que gustara,
o simplemente,
se recordara en el transcurso del tiempo.
Y aún lo estoy intentando.
Y me pregunto,
cómo lo consiguen, los que lo consiguen.
Es cierto que no resalto en casi nada,
aunque también es cierto,
que quizás sea la nada
mi mejor y único territorio.
Cuando los mocos caían por mi pequeña nariz,
o quedaban secos
por el restriegue repetido de la manga del jersey,
yo ya escribía,
más dejar que lo guarde en el anonimato,
no me gustaría, que algo así,
fuera lo que dejara huella.
He escrito mucho,
aunque todo se me antoja pobre,
regular e incluso mediocre.
Lo qué si es cierto,
es que el material no tiene la culpa.
Escribí muchos versos,
con el mismo lápiz,
con el mismo bolígrafo,
y a veces en el mismo papel.
Posteriormente,
ya en la época moderna,
tomé como lugar de batalla
las teclas de ese aparato llamado ordenador,
al que transfiero los pensamientos
a los dedos, los dedos a un teclado,
y el teclado a una pantalla,
elegante y vistosa,
pero con los mismos límites existenciales,
del papel, del lápiz, del bolígrafo,
y cómo no,
del bajo nivel de mi escritura.
Pero ha pasado ya demasiado tiempo.
Ahora, ni sueño, ni creo,
ni tengo tiempo para voltear la situación.
Tan solo me queda que alguien irrumpa en mis escritos,
que alabe cualquier párrafo, verso, o metáfora,
que le llame la atención,
o que a alguien se le ocurra excavar
en las profundidades de mí yo trashumante
saque cieno de la peor parte de mi escritura,
y me convierta en famoso,
cómo a Carulla le convirtió el pueblo,
por su denigrante “La Biblia en verso”.
Llegado ese instante,
ignorarme, por favor,
y dejadme en mi territorio de la nada.
Al fin y al cabo,
no habré merecido ganarme otro lugar.
¿Y ahora qué?
Simplemente seguiré intentándolo.