Tiempos de cambio X

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

Moderador: Hallie Hernández Alfaro

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Ana Estepa
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Registrado: Lun, 04 Abr 2022 11:46

Tiempos de cambio X

Mensaje sin leer por Ana Estepa »


A mis catorce años creía saberlo todo.
No me relacionaba con personas de mi edad. Mis amigas eran las hermanas mayores de las de mi edad.
En aquella época las tribus urbanas estaban muy definidas, las modas eran excesivamente rígidas. No como ahora que está todo muy entremezclado y las opciones a elegir son muy variopintas.

A mí siempre me gustó ir en contra de lo establecido, así que en mi primera adolescencia, me negaba a seguir las modas que se suponía debían de ser las propias de mi edad.
Si a la mayoría les interesaba el tecno pop, a mí me interesaba el heavy. Y cuando el heavy se puso de moda me hice punky.
Aunque en el fondo no era cuestión de gustos musicales o estéticos, sino de marcar mi diferencia con el resto.
En privado, cuando nadie me veía, escuchaba canciones de Serrat, Sabina y José Luis Perales, entre otros. Mi hermana me tenía amenazada con contárselo a mis amigas si no le dejaba ponerse mi ropa.

En realidad, no me importaba que se lo dijese a mis amigas, porque realmente no las consideraba mis amigas. Ni siquiera tenía un vínculo especial con nadie. Recuerdo tener siempre una sensación de insatisfacción, al no encontrar mi sitio entre mis iguales.
Mis intereses e inquietudes siempre fueron más allá de lo que mi entorno me ofrecía.
Leía mucho sobre política y ecologismo; en aquellos tiempos estaba muy en auge el movimiento contra las centrales nucleares. Pero lo que más me motivaba y más me indignaba, era la situación de desigualdad e injusticias que sufrimos las mujeres por el simple hecho de nacer mujeres.

Entonces, la información de los acontecimientos no era tan rápida y detallada como hoy. No teníamos acceso a todos los sucesos que ocurrían en el mundo minuto a minuto.
Mas siempre escuchábamos casos de agresiones sexuales, conocíamos a alguien que tenía una amiga, una prima, o una hermana a la que le había ocurrido algo terrible. Sin embargo se mantenían en secreto. Encima de que te violaban, tenías que ocultarlo y callar. A nadie se le ocurría acusar al agresor y mucho menos denunciarlo. Se escuchaban casos de chicas que fueron a denunciar y encima la policía se reía de ellas.

Nunca se sabe dónde está el peligro.
Aunque se escuchen tragedias reales que ocurren a diario, nunca imaginas que a ti te fuera a ocurrir algo malo.
Yo imaginaba, que si a mí me ocurría algo así me defendería con uñas y dientes; le daría al agresor con la rodilla en las pelotas, gritaría, saldría corriendo, pediría ayuda...y un sin fin de hipótesis heroicas por mi parte.

Una tarde, al salir de clase, entré al portal de mi casa y había un señor, que para mí era muy mayor pero que tendría alrededor de cuarenta años. Estaba mirando los buzones y al entrar yo, me preguntó por un vecino y me pidió que le acompañase a llamar a la puerta.
Mi casa estaba en el primer piso y el vecino estaba en el tercero. Yo caminaba delante, y de pronto noté que el hombre me tocó el trasero. Me quedé sorprendida.
Al llegar al rellano del secundo piso, me puso contra la pared y metió las manos debajo de mi falda escocesa. Me tocó entre las piernas con una mano y con la otra comenzó a tocarme el pecho.
No reaccione. Ni grité, ni le di una patada en sus partes, ni salí corriendo. El miedo me dejó paralizada. No supe reaccionar de modo alguno.
En ese momento alguien entró al portal y mi agresor salió corriendo escaleras abajo.
Me quedé contra la pared, inmóvil y temblando. No lloré. Entré en mi casa y no dije nada a mis padres ni a nadie. De hecho, no le di mayor importancia. Decidí apartarlo en el rincón más oscuro de mi memoria.

Esta forma mía de minimizar sucesos desagradables, incluso trágicos, hasta olvidarlos, en más de una ocasión me ha salvado de hundirme en la miseria. Y me ha hecho caminar siempre hacia delante, con optimismo y sin dramatismos innecesarios que de nada sirven para volver atrás y cambiar lo sucedido.
Ana Estepa


"Solo el amor con su ciencia, nos vuelve tan inocentes"
Violeta Parra
gabriel capo vidal
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Re: Tiempos de cambio X

Mensaje sin leer por gabriel capo vidal »

Un buen relato de una poca de rebeldía, que nadie intenta comprender, a los adultos se les olvida esa fase. Un relato intimo bien narrado.

Me ha gustado. es una lastima que muchos trabajos en este foro, tengan uno o dos comentarios,
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F. Enrique
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Re: Tiempos de cambio X

Mensaje sin leer por F. Enrique »

Nunca oculté a mis amigos que me gustaba Serrat, y eso provocaba risitas malintencionadas, una expulsión encubierta de los dominios de Pink Floyd. Es verdad que las etiquetas imponían, como si no quisiera la cosa, un uniforme, unas normas, aunque fueran desordenados y estuvieran en contra de todo lo establecido.

El episodio que cuentas es aterrador, la inocente calla, quizás pensando que tiene culpa cuando no tiene ninguna, es simplemente una víctima. Y tantos monstruos indultados por el silencio.

Un abrazo, Ana. He encontrado tu relato verosímil y muy interesante.
***
Unos versos caídos en el cielo de la noche
me recuerdan la soledad del mundo cuando no estás,
la tristeza de una sonrisa que no puede desplegarse
cuando no encuentra el camino de tus labios./align]
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Mirta Elena Tessio
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Re: Tiempos de cambio X

Mensaje sin leer por Mirta Elena Tessio »

Ana Estepa escribió: Mar, 28 Jun 2022 10:31
A mis catorce años creía saberlo todo.
No me relacionaba con personas de mi edad. Mis amigas eran las hermanas mayores de las de mi edad.
En aquella época las tribus urbanas estaban muy definidas, las modas eran excesivamente rígidas. No como ahora que está todo muy entremezclado y las opciones a elegir son muy variopintas.

A mí siempre me gustó ir en contra de lo establecido, así que en mi primera adolescencia, me negaba a seguir las modas que se suponía debían de ser las propias de mi edad.
Si a la mayoría les interesaba el tecno pop, a mí me interesaba el heavy. Y cuando el heavy se puso de moda me hice punky.
Aunque en el fondo no era cuestión de gustos musicales o estéticos, sino de marcar mi diferencia con el resto.
En privado, cuando nadie me veía, escuchaba canciones de Serrat, Sabina y José Luis Perales, entre otros. Mi hermana me tenía amenazada con contárselo a mis amigas si no le dejaba ponerse mi ropa.

En realidad, no me importaba que se lo dijese a mis amigas, porque realmente no las consideraba mis amigas. Ni siquiera tenía un vínculo especial con nadie. Recuerdo tener siempre una sensación de insatisfacción, al no encontrar mi sitio entre mis iguales.
Mis intereses e inquietudes siempre fueron más allá de lo que mi entorno me ofrecía.
Leía mucho sobre política y ecologismo; en aquellos tiempos estaba muy en auge el movimiento contra las centrales nucleares. Pero lo que más me motivaba y más me indignaba, era la situación de desigualdad e injusticias que sufrimos las mujeres por el simple hecho de nacer mujeres.

Entonces, la información de los acontecimientos no era tan rápida y detallada como hoy. No teníamos acceso a todos los sucesos que ocurrían en el mundo minuto a minuto.
Mas siempre escuchábamos casos de agresiones sexuales, conocíamos a alguien que tenía una amiga, una prima, o una hermana a la que le había ocurrido algo terrible. Sin embargo se mantenían en secreto. Encima de que te violaban, tenías que ocultarlo y callar. A nadie se le ocurría acusar al agresor y mucho menos denunciarlo. Se escuchaban casos de chicas que fueron a denunciar y encima la policía se reía de ellas.

Nunca se sabe dónde está el peligro.
Aunque se escuchen tragedias reales que ocurren a diario, nunca imaginas que a ti te fuera a ocurrir algo malo.
Yo imaginaba, que si a mí me ocurría algo así me defendería con uñas y dientes; le daría al agresor con la rodilla en las pelotas, gritaría, saldría corriendo, pediría ayuda...y un sin fin de hipótesis heroicas por mi parte.

Una tarde, al salir de clase, entré al portal de mi casa y había un señor, que para mí era muy mayor pero que tendría alrededor de cuarenta años. Estaba mirando los buzones y al entrar yo, me preguntó por un vecino y me pidió que le acompañase a llamar a la puerta.
Mi casa estaba en el primer piso y el vecino estaba en el tercero. Yo caminaba delante, y de pronto noté que el hombre me tocó el trasero. Me quedé sorprendida.
Al llegar al rellano del secundo piso, me puso contra la pared y metió las manos debajo de mi falda escocesa. Me tocó entre las piernas con una mano y con la otra comenzó a tocarme el pecho.
No reaccione. Ni grité, ni le di una patada en sus partes, ni salí corriendo. El miedo me dejó paralizada. No supe reaccionar de modo alguno.
En ese momento alguien entró al portal y mi agresor salió corriendo escaleras abajo.
Me quedé contra la pared, inmóvil y temblando. No lloré. Entré en mi casa y no dije nada a mis padres ni a nadie. De hecho, no le di mayor importancia. Decidí apartarlo en el rincón más oscuro de mi memoria.

Esta forma mía de minimizar sucesos desagradables, incluso trágicos, hasta olvidarlos, en más de una ocasión me ha salvado de hundirme en la miseria. Y me ha hecho caminar siempre hacia delante, con optimismo y sin dramatismos innecesarios que de nada sirven para volver atrás y cambiar lo sucedido.
Te he leído querida Ana y se me saltan las lagrimas. Si escribir tus vivencias te sana, te cura no dejes de hacerlo, es verdad el miedo te paraliza. Un abrazo con mi afecto.-
Porque después de todo he comprendido
por lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.
Francisco Luis Bernárdez
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Raul Muñoz
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Re: Tiempos de cambio X

Mensaje sin leer por Raul Muñoz »

Lo único que te puedo decir es que lo siento mucho, nadie tendría que pasar por una experiencia de abuso. El mundo es cruel.
Lo más importante es que eres más fuerte que el agresor, has podido mirar hacia adelante. Gracias porque nos ayudas a todos.
Yo también soy de una generación donde el abuso estaba consentido, en cualquier ámbito, por supuesto, también en el hogar. Las víctimas más frecuentes, mujeres y niños, también ancianos.

Gracias, Ana, por tu valentía y compartir tu experiencia.

Un abrazo.
Tu profecía, poeta.
-Mañana hablarán los mudos:
el corazón y la piedra.

-¿Mas el arte?..
-Es puro juego,
que es igual a pura vida,
que es igual a puro fuego.
Veréis el ascua encendida.

Antonio Machado ( Proverbios y cantares ).

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