La ceremonia del té
Publicado: Jue, 16 Jun 2022 20:18
La madera de una pisada inmortal,
resuena de color verde como el bambú,
flexibilidad previa en los jardines de la
abstracción, paraíso de wasabi
que mis pupilas, papilas gustativas
fotografía en el picor de la conciencia
provocando el precipitar de una lágrima
que se funde con la naturaleza.
Somos lo mismo.
En la ablución de las palabras dichas,
que se diluyen con el paso del agua entre
la garganta y el tiempo,
también se deshace el tacto como cicatriz
que sana, como flor quebrada por el viento.
Vacío que está en constante movimiento,
siendo la mosca que pone sus huevos en el vítreo de unos ojos que dan vida a lo que no ve.
De rodillas cruzo la epistemología latente
de la casa del té, límite que invierte mundos,
como un paso en falso en el mar.
Del equilibrio de lo preconcebido
a sumergirse en lo desconocido,
el entorno se fusiona en una pincelada.
Como el latido de un insecto,
la tinta es la respiración silenciosa
que da sentido a ese lugar.
mi sangre es el sumi derramado para
que tus dedos pinten con ella,
la entelequia donde quieras vivir.
Momento preciso, con claroscuros,
es ese flujo la belleza resbalosa
que rompe la sórdida cotidianidad.
La imperfección del vuelo de un ala deforme
genera la línea de horizonte, el huracán
que da un sentido al mundo. A tu pintura.
Y mientras el chasen bate el matcha,
la quietud corporal se fija en observar
la implicación de no tener algo que demostrar,
naturalidad impulsiva que sonríe como un niño
al contemplar la sencillez de lo que está,
del presente depositado en nuestras manos,
de una cerámica frágil
que calienta nuestros labios.
Trago el té, te trago, y es parte de mí, el instante.
resuena de color verde como el bambú,
flexibilidad previa en los jardines de la
abstracción, paraíso de wasabi
que mis pupilas, papilas gustativas
fotografía en el picor de la conciencia
provocando el precipitar de una lágrima
que se funde con la naturaleza.
Somos lo mismo.
En la ablución de las palabras dichas,
que se diluyen con el paso del agua entre
la garganta y el tiempo,
también se deshace el tacto como cicatriz
que sana, como flor quebrada por el viento.
Vacío que está en constante movimiento,
siendo la mosca que pone sus huevos en el vítreo de unos ojos que dan vida a lo que no ve.
De rodillas cruzo la epistemología latente
de la casa del té, límite que invierte mundos,
como un paso en falso en el mar.
Del equilibrio de lo preconcebido
a sumergirse en lo desconocido,
el entorno se fusiona en una pincelada.
Como el latido de un insecto,
la tinta es la respiración silenciosa
que da sentido a ese lugar.
mi sangre es el sumi derramado para
que tus dedos pinten con ella,
la entelequia donde quieras vivir.
Momento preciso, con claroscuros,
es ese flujo la belleza resbalosa
que rompe la sórdida cotidianidad.
La imperfección del vuelo de un ala deforme
genera la línea de horizonte, el huracán
que da un sentido al mundo. A tu pintura.
Y mientras el chasen bate el matcha,
la quietud corporal se fija en observar
la implicación de no tener algo que demostrar,
naturalidad impulsiva que sonríe como un niño
al contemplar la sencillez de lo que está,
del presente depositado en nuestras manos,
de una cerámica frágil
que calienta nuestros labios.
Trago el té, te trago, y es parte de mí, el instante.