Dedicado II: Toda historia tiene su propio final (A Marisa Peral)

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

Moderador: Hallie Hernández Alfaro

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Ana García
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Dedicado II: Toda historia tiene su propio final (A Marisa Peral)

Mensaje sin leer por Ana García »

¡Qué sueño! ¡Se está tan a gusto durmiendo!
Pero tengo que levantarme, lo hago todos los días. A mí nadie me dice cuándo he de hacerlo, pero yo lo sé, lo sé porque la bola roja de ahí arriba sale y empieza a brillar, entonces sé que es hora de despertarse.
Además es el momento en que las personas empiezan a moverse de un lado a otro, y cuando arriba solo hay lucecitas pequeñas y una un poco más grande que engorda y adelgaza, todos se esconden; por eso imagino que yo también me tengo que esconder y cierro los ojos.
Lo peor de tener que despertarse es que hace tanto calor que a veces creo que voy a derretirme. Todos los días igual, bueno una raya más arriba o más abajo en la cosa que cuelga de la pared, pero siempre la misma sensación. Gracias a que la señora que nos cuida nos tiene siempre guardados, a mí y a mis hermanos, en una caja muy grande que tiene unos agujeritos por los que sale algo que nos mantiene frescos a todas horas. No entiendo por qué hace tanto calor, y mis hermanos tampoco, pero una vez le oí decir a una señora muy grande que el verano era horrible para sus varices porque se le hinchaban las piernas y que agosto, era matador. Por eso imagino que el calor se produce porque es verano o porque es agosto. Lo que no acabo de entender muy bien, es, si el malo es agosto o verano, pero bueno, ya aprenderé.
Todas las mañanas, cuando aún estoy desperezándome, entra la señora que nos cuida. Primero abre la puerta más grande, una puerta de metal que hace mucho ruido; después, la otra, la que empuja hacia dentro. Esta hace ruido, pero es un ruido diferente: son unos sonidos, que al unirse, crean una sensación agradable. Una música. Y suena cada vez que entra o sale alguien.
Un poco más tarde, cuando se ha quitado su ropa y sus zapatos, y se ha puesto un uniforme especial para estar con nosotros, levanta eso azul que cubre los cristales, haciendo que la bola roja y brillante se acerque más a nosotros, pero también, permitiéndonos ver todo lo que pasa ahí fuera.
Ella, la señora que nos cuida, es muy guapa, lo sé porque lo veo, y además, porque muchas personas se lo dicen todos los días. Creo que su nombre es Marisa, pero no estoy seguro, porque a veces, viene una chica que se parece mucho a ella, se le acerca cuando no hay nadie y la llama mamá. Por eso no sé si se llama Marisa o mamá; lo que sí sé es que nos trata muy bien, pues no permite que nos derritamos, y cuando nos coge, lo hace con mucho cuidado, diciéndonos cosas como: “Muy bien, ves que rico, seguro que te encanta, está buenísimo”, y muchas cosas más; ¡Hasta nos pone nombres!: Naranja, limón, coco, trufa, mora… A mí todavía no me ha cogido nunca, pero lo hará, sí, lo hará pronto.
Todas las mañanas me despierto con la ilusión de que hoy será el día, pero nunca es.
La gente viene y pide: uno de fresa, uno de naranja, uno de nata nuez, y pasan de largo. La vainilla no existe. Supongo que a nadie le gusto, ni siquiera a Marisa o mamá, porque a veces, cuando acaba el trabajo y se despide de nosotros, se marcha comiendo un pedazo de alguno, pero no importa, yo disfruto viendo lo que pasa, observando y aprendiendo cosas nuevas.
Hoy sigue siendo agosto, o por lo menos lo era cuando un señor muy alto y feo, con una cosa enredada que le colgaba de la cara, un traje blanco y una voz que asustaba, bajó de uno de esos chismes que andan por la carretera llevando personas dentro, entró a hablar con Marisa. Viene todos los días y trae muchas cajas llenas de hermanos míos.
Ahora, Marisa se ha levantado, ha bajado un poco eso azul que tapa el cristal y se ha acercado a una mesa a comer. Mis hermanos siempre se duermen cuando hace eso, porque el calor se esconde y les da sueño, pero yo no. Me gusta verla cuando se mete cosas en la boca y ya nunca más las vuelve a sacar. No sé qué hace con ellas, pero en algún sitio las esconderá, porque hace lo mismo cada día, bueno, lo mismo, pero con cosas diferentes. Hoy ha tocado: primero una cosa liquida; luego, lo de comer con los dedos, a mordisquitos, y por último, eso rojo que tiene tan buena pinta.
Cuando acaba, vuelve a nuestro lado, se acomoda, y cierra los ojos. Pero hoy no va a poder pues una señora acaba de entrar. Yo estoy mirando un bicho que vuela sobre mí y que me molesta porque se mueve tan rápido que hace que me maree.
Seguro que la señora pide: “helado de fresa, por favor”.
Él es siempre el más solicitado; no es que tenga envidia, pero… “No, no, mamá, lo quiero de vainilla, hoy lo quiero de vainilla”. ¿He oído bien?, ¿ha dicho vainilla? Sí, lo ha dicho, pero ¿quién?
Me asomo un poco al borde, no veo a nadie, solo a una mujer muy seria que mira hacia abajo para asentir: “Está bien, pues de vainilla”.
Marisa se está acercando; en una mano lleva un cucurucho, en la otra un aparato metálico que se abalanza sobre mí. Estoy muy nervioso y tengo: ¿miedo?, ¿pena?, ¿ilusión?
Ya está aquí. Me agarra con fuerza, atrayéndome con sus frías paredes hundidas. Me siento aplastado por la fuerza y mareado por el impacto tan brusco. Tengo los ojos cerrados, el objeto que me transporta se mueve demasiado, así que no los abriré hasta que esté seguro. Me deja caer sobre el cucurucho, uno, dos, tres estrujones más y “ya está, listo para comer”.
La puerta se ha abierto entonando su ritual melodía. Estamos en la calle. La altura a la que me encuentro ahora, es mucho más pequeña, así que abro los ojos. ¡Huy! ¡Qué bonito! No sabía que la calle fuera tan grande, y con tantas cosas y colores.
El que me sujeta es un niño pequeño, su boca es pequeñita. Lleva algo raro en sus ojos, así que no puedo vérselos. Tiene manchitas encima de la nariz, y de las orejas cuelgan dos objetos muy pequeños que brillan cuando se mueve.
¡Eh! ¿Qué haces? No, no, ¿quieres matarme? Algo largo y húmedo sale de su boca, se acerca a mí y me acaricia. Es extraño, creía que me iba a pasar algo malo, pero no es así. He sentido una sensación agradable, un cosquilleo. Vuelve a hacerlo, muchas veces seguidas, arriba, abajo, por aquí… Cada vez me gusta más.
¡Ah! ¿Qué pasa? ¿Dónde estoy? El niño que me sujetaba tiene el cucurucho en la mano, pero yo ¿Dónde estoy?
El niño llora, quiere quedarse a mi lado. Se agacha y me toca, pero su madre lo aparta, le coge la mano y se van, pero ¿a dónde?
El sitio donde estoy ahora no me gusta. Hay mucha gente que pasa a mi lado, de frente, detrás, y toda alta, muy alta. Tengo miedo porque creo que van a pisarme.
¡Plof! Un pie muy grande acaba de empujarme. Me ha hecho daño, y ahora ya no soy una bola redonda, me estoy rompiendo.
La bola roja brilla mucho y tengo calor. No me encuentro bien. Quiero que vengan a buscarme, ya es hora de volver, el paseo se ha acabado.
¡Marisa, Mora, Fresa! ¿No me oís? Este juego ya no me gusta. Me estoy haciendo largo y finito. El suelo se acaba, ahora solo hay rejillas. Yo me cuelo por una de ellas, me cuelo más y más. Desaparezco.


Última edición por Ana García el Mié, 08 Jun 2022 6:43, editado 1 vez en total.
Hallie Hernández Alfaro
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Re: Dedicado II: Toda historia tiene su propio final (dedicado para Marisa Peral)

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Ohhh, qué bien escribe este helado de vainilla. Hermoso, simbólico, dulce. Los personajes tan bien dispuestos se van quedando en diferentes paradas de la lectura como si pulsaran el botón del autobús. La caída, madre mía, como duele.
Mil perdones por comentar antes que Marisa, pero me ha podido la belleza y calidad del texto.
El vídeo es un maravilloso acompañamiento.

Abrazo enorme, querida Ana.
Gracias por estar.
"En el haz áureo de tu faro están mis pasos
porque yo que nunca pisé otro camino que el de tu luz
no tengo más sendero que el que traza tu ojo dorado
sobre el confín oscuro de este mar sin orillas."

El faro, Ramón Carballal
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Marisa Peral
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Re: Dedicado II: Toda historia tiene su propio final (A Marisa Peral)

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Querida Ana, me encanta este cuento y no me sorprende porque tu imaginación se deborda creando una historia muy hermosa, aunque el final sea tan inesperado.

Me encanta que me llames Marisa-mamá y me alegro de tener una niña que se llama Vainilla ❣️❣️

Gracias infinitas por un regalo tan maravilloso.

Mil besos emocionados 🥰🥰🥰🥰
—-
Marisa Peral Sánchez
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Re: Dedicado II: Toda historia tiene su propio final (dedicado para Marisa Peral)

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Hallie Hernández Alfaro escribió: Mar, 07 Jun 2022 21:29 .

Ohhh, qué bien escribe este helado de vainilla. Hermoso, simbólico, dulce. Los personajes tan bien dispuestos se van quedando en diferentes paradas de la lectura como si pulsaran el botón del autobús. La caída, madre mía, como duele.
Mil perdones por comentar antes que Marisa, pero me ha podido la belleza y calidad del texto.
El vídeo es un maravilloso acompañamiento.

Abrazo enorme, querida Ana.
Gracias por estar.

Cómo resistirse a no comentar algo tan bonito, Hallie.
Ana es pura generosidad.

Gracias por venir y un beso.
—-
Marisa Peral Sánchez
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Ana García
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Re: Dedicado II: Toda historia tiene su propio final (dedicado para Marisa Peral)

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Hallie Hernández Alfaro escribió: Mar, 07 Jun 2022 21:29 .

Ohhh, qué bien escribe este helado de vainilla. Hermoso, simbólico, dulce. Los personajes tan bien dispuestos se van quedando en diferentes paradas de la lectura como si pulsaran el botón del autobús. La caída, madre mía, como duele.
Mil perdones por comentar antes que Marisa, pero me ha podido la belleza y calidad del texto.
El vídeo es un maravilloso acompañamiento.

Abrazo enorme, querida Ana.
Gracias por estar.
Es un cuento que cierra todas las puertas y que no da cabida a otras interpretaciones o finales más felices. Muy buena la comparación con el autobús, sí señor.
Me gusta la espontaneidad. Y al relato le va genial tu comentario siempre, da igual el cuando. Ven siempre, Se agradece tu buena lectura y mejor interpretación.
Otro abrazo para ti. Y seguimos dedicando.
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Ana García
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Re: Dedicado II: Toda historia tiene su propio final (A Marisa Peral)

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Marisa Peral escribió: Mié, 08 Jun 2022 14:40 Querida Ana, me encanta este cuento y no me sorprende porque tu imaginación se deborda creando una historia muy hermosa, aunque el final sea tan inesperado.

Me encanta que me llames Marisa-mamá y me alegro de tener una niña que se llama Vainilla ❣️❣️

Gracias infinitas por un regalo tan maravilloso.

Mil besos emocionados 🥰🥰🥰🥰

Me alegra saber que te ha gustado el cuento. El tema central se lo debes a Ana Muela que me hablo sobre sus preferencias respecto a los helados.
Me gusta dar vidilla a los objetos y crear un relato en torno a ellos.
Un beso y un abrazo.
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