Hasta que aparezca
Publicado: Lun, 06 Jun 2022 0:39
Cuando la luna inaugure el mundo de las sombras,
haga brillar el silencio de los ataúdes
y las siluetas de los fantasmas sin culpa,
espérame en la orilla donde se encierra la espuma
en frágiles castillos infantiles,
en la cueva del agua sonora
o en el fondo de la piedra que guarda la palabra.
Llegaré como cauce inútil, sin llanto ni río,
a la ultima playa de casas abiertas
y niños eternos ocultos a los ojos del destino,
trayendo conmigo la ausencia tras el luto,
la sangre justa y el odio breve,
o el amanecer que temen los amantes.
Nos besaremos luego como siempre,
en un fugaz espejismo de la felicidad,
y como siempre tu presencia será mi alimento
cuando lejos, aúllen los perros del hambre
y en el aire de la noche
sólo iluminen los ojos del miedo.
Otro amanecer nos descubrirá el jardín
que sueña jazmines de fuego,
o la caverna donde sólo se escucha
el canto de los alacranes ciegos.
Ahora coge mi mano. Atraviesa conmigo esta soledad
sin nombre ni consuelo. Que el rumor de nuestras pisadas
sin huella se una al del mar que soporta dudas y clamores,
y sea tu piedad quien recoja de la arena
los restos de algún naufragio, marcados con mi nombre.
haga brillar el silencio de los ataúdes
y las siluetas de los fantasmas sin culpa,
espérame en la orilla donde se encierra la espuma
en frágiles castillos infantiles,
en la cueva del agua sonora
o en el fondo de la piedra que guarda la palabra.
Llegaré como cauce inútil, sin llanto ni río,
a la ultima playa de casas abiertas
y niños eternos ocultos a los ojos del destino,
trayendo conmigo la ausencia tras el luto,
la sangre justa y el odio breve,
o el amanecer que temen los amantes.
Nos besaremos luego como siempre,
en un fugaz espejismo de la felicidad,
y como siempre tu presencia será mi alimento
cuando lejos, aúllen los perros del hambre
y en el aire de la noche
sólo iluminen los ojos del miedo.
Otro amanecer nos descubrirá el jardín
que sueña jazmines de fuego,
o la caverna donde sólo se escucha
el canto de los alacranes ciegos.
Ahora coge mi mano. Atraviesa conmigo esta soledad
sin nombre ni consuelo. Que el rumor de nuestras pisadas
sin huella se una al del mar que soporta dudas y clamores,
y sea tu piedad quien recoja de la arena
los restos de algún naufragio, marcados con mi nombre.