Editorial Alaire

J. J. Martínez Ferreiro escribió: ↑Lun, 09 May 2022 10:01 XXVI
Los instantes que he visto transcurrir quedaron erigidos
en memorias basculantes

de postes inseguros, fluyendo densas sus resinas.

Solo en la invención cinematográfica todo es real
y no puede ocurrir de otra manera.

XXVII
Soy yo quien crea la belleza de esas rosas
que ahora estoy mirando;

Soy yo el que crea los colores que se sueltan e irrumpen en lo circundante.

XXVIII
El secreto de la tarde consiste en que el río no se mueve
porque los pájaros están quietos.

Me concentro en las piedras de mi alrededor
y siento el interior de su pequeñas grietas,

donde atesoro lo que excede de mí y que ha de ser preservado.


XXIX
Entre las ramas desnudas de las acacias
van quedando los últimos flecos de viento,

colgados como hilachas brillantes y cristalinas.

Las aves parecen guijarros esparcidos
desde una mano al aire, a donde el azar las lleve.

Es el ciclo de los colores en el agua,
ese brillo antiguo que todos los insectos reconocen,

los desgarbados ropajes del tiempo, que siempre está en su lugar.

XXX
El espacio que hay dentro de nosotros es rojo, la sangre,
los pulmones son rojos.

Solo el corazón es azul, a veces negro.

J. J. Martínez Ferreiro escribió: ↑Lun, 09 May 2022 10:01 XXVI
Los instantes que he visto transcurrir quedaron erigidos
en memorias basculantes

de postes inseguros, fluyendo densas sus resinas.

Solo en la invención cinematográfica todo es real
y no puede ocurrir de otra manera.

XXVII
Soy yo quien crea la belleza de esas rosas
que ahora estoy mirando;

Soy yo el que crea los colores que se sueltan e irrumpen en lo circundante.

XXVIII
El secreto de la tarde consiste en que el río no se mueve
porque los pájaros están quietos.

Me concentro en las piedras de mi alrededor
y siento el interior de su pequeñas grietas,

donde atesoro lo que excede de mí y que ha de ser preservado.


XXIX
Entre las ramas desnudas de las acacias
van quedando los últimos flecos de viento,

colgados como hilachas brillantes y cristalinas.

Las aves parecen guijarros esparcidos
desde una mano al aire, a donde el azar las lleve.

Es el ciclo de los colores en el agua,
ese brillo antiguo que todos los insectos reconocen,

los desgarbados ropajes del tiempo, que siempre está en su lugar.

XXX
El espacio que hay dentro de nosotros es rojo, la sangre,
los pulmones son rojos.

Solo el corazón es azul, a veces negro.

J. J. Martínez Ferreiro escribió: ↑Lun, 09 May 2022 10:01
Hasta que me acostumbre... En principio creí haber leído antes esta entrega, pero veo que no. Tus versos son anotaciones cuasi filosóficas. Vino a mí Parménides -todo es igual, nada cambia, el ent en cuanto ente-, con ese verso del río que no se mueve porque los pájaros...; también Heráclito de Éfeso, con aquello de que todo fluye, nada permanece: no podemos bañarnos dos veces en el mismo río... Pues tú has cambiado... y sigues siendo el mismo buen poeta de siempre...qué cosas me haces escribir, eso ya lo sabes.
Me alegró el poema?, los poemas?.. en fin, el comprobar que te alejas un poco de la irracionalidad grado dos de la que hablo en los apuntes que con toda seguridad habrás leído. Un abrazo, amigo.


Pues qué más se puede pedir que a cuenta de mis versos te lances con semejantes "parrafadas"?

En cuanto a la "irracionalidad" de mis poema, cargo con un San Benito que no me es merecido

Siempre un placer tenerte por aquí, hermano Lobo.

Abrazos.

Simon Abadia escribió: ↑Lun, 09 May 2022 10:46Todos ellos a cual mejor. Me gusta como los depuras y haces que me detenga para volver a saborearlo.
Llego después de un año sabático, (llamémosle forzoso) y ahora vuelvo a gozar de la poesía que leo y disfruto,
y por ello os doy las gracias.
Así que gracias y felicidades.
Abrazos.

Simón

J. J. Martínez Ferreiro escribió: ↑Lun, 09 May 2022 10:01 XXVI
Soy yo quien crea la belleza de esas rosas que ahora estoy mirando.

Soy yo el que crea los colores que se sueltan e irrumpen en lo circundante.

XXVII
Los momentos que he visto transcurrir quedaron erigidos
en memorias basculantes de postes inseguros,

rezumando densas sus resinas.

Solo en la invención cinematográfica todo es real
y no puede ocurrir de otra manera.

XXVIII
El secreto de la tarde consiste en que el río no se mueve
porque los pájaros están quietos.

Me concentro en las piedras de mi alrededor
y siento el interior de su pequeñas grietas,

donde atesoro lo que excede de mí y que ha de ser preservado.

XXIX
Entre las ramas desnudas de las acacias
van quedando los últimos flecos de viento,

colgados como hilachas brillantes y cristalinas.

Las aves parecen guijarros esparcidos
desde una mano al aire, a donde el azar las lleve.

Es el ciclo de los colores en el agua,
ese brillo antiguo que todos los insectos reconocen,

los desgarbados ropajes del tiempo, que siempre está en su lugar.

XXX
El espacio que hay dentro de nosotros es rojo, la sangre, los pulmones son rojos.

Solo el corazón es azul, a veces negro.

Pilar Morte escribió: ↑Lun, 09 May 2022 11:01
Me han encantado todos. Hay belleza y coherencia en este hermosísimo poema. Felicidades.
Abrazos

Francisco Lobo escribió: ↑Lun, 09 May 2022 12:30 Hasta que me acostumbre... En principio creí haber leído antes esta entrega, pero veo que no. Tus versos son anotaciones cuasi filosóficas. Vino a mí Parménides -todo es igual, nada cambia, el ent en cuanto ente-, con ese verso del río que no se mueve porque los pájaros...; también Heráclito de Éfeso, con aquello de que todo fluye, nada permanece: no podemos bañarnos dos veces en el mismo río... Pues tú has cambiado... y sigues siendo el mismo buen poeta de siempre...qué cosas me haces escribir, eso ya lo sabes.
Me alegró el poema?, los poemas?.. en fin, el comprobar que te alejas un poco de la irracionalidad grado dos de la que hablo en los apuntes que con toda seguridad habrás leído. Un abrazo, amigo.

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Lun, 09 May 2022 23:04 Excelentes estaciones sentimentales, amigo Ferreiro. Todo un placer de lectura.
Enhorabuena.

Un fuerte abrazo.

F. Enrique escribió: ↑Mar, 10 May 2022 8:40

XXIX
Entre las ramas desnudas de las acacias
van quedando los últimos flecos de viento,

colgados como hilachas brillantes y cristalinas.

Las aves parecen guijarros esparcidos
desde una mano al aire, a donde el azar las lleve.

Es el ciclo de los colores en el agua,
ese brillo antiguo que todos los insectos reconocen,

los desgarbados ropajes del tiempo, que siempre está en su lugar.

Me gustaría tener, como tú tienes, una voz, un mundo propios, que fuera reconocida mi canción entre todas las canciones, como es tu caso. Supongo que es lo que distingue a un poeta mayor que saca luz de las sombras de ese otro (podría ser yo) que sigue peleándose con la adolescencia y su deriva existencial. Tu aportación sólida, de objetivos claros es esencial en el legado de Alaire.

Un abrazo.