PREFACIO
Mientras exista, a consecuencia de las leyes y de las costumbres, una condena social que cree artificialmente infiernos en plena civilización, y enturbie con una fatalidad humana el destino, que es divino; mientras no se resuelvan los tres problemas del siglo: la degradación del hombre en el proletariado, la decadencia de la mujer por el hambre, la atrofia del niño por las tinieblas; mientras en ciertas regiones sea posible la asfixia social; en otros términos, y desde un punto de vista más dilatado aún, mientras haya ignorancia y miseria sobre la tierra, los libros de igual naturaleza que éste podrán no ser inútiles. Victor Hugo, Hauteville-House, 1 de enero de 1862. — Victor Hugo
Los miserables
I
En cada umbral del siglo, el hombre inconsciente hace su genocidio
Y cobra rédito al préstamo de su propia casa.
El hombre de las sombras no está solo,
Le acompaña un número impar de mujeres,
como soles fundidos en sus costillas,
en lo vendible de la consciencia zozobrante,
una flecha envenenada
atraviesa el fantasmal ruido de espacios circulares,
las mismas ruinas con su olor a náusea se hacen visibles al doblar de la biblioteca de Borges, aquel entramado espacio donde pasea el descontento de la civilización
y el desasosiego reencarnado
como un lunar morado en la frente.
El patriarca sabe encontrar a las matronas que tienen buen temple,
en una sociedad de machos,
la fiesta se da en la casa de citas,
la casa alegre de las putas tristes,
las putas huérfanas del marqués de Sade,
y las hijastras de Marquez,
que heredaron el brillo imperturbable del premio nobel,
a pesar que
tout ce qui brille n'est pas or.
Conocedor de cultos y de enlutados ojos,
el hombre de acción, y el cabrón son lo mismo,
lloran con la viuda y la soban suavemente.
Ella quizá se deja por necesidad o una debilidad en el hueso sacro,
ella le parirá sus hijos junto a las otras que requieren alto mantenimiento,
pero, igual, el costo de la vida es una inflación de la moneda amor.
Todo está caro, y escaso,
otro principio de siglo,
otra guerra
otro exilio,
otro genocidio.
Excepto tú, tú vas siempre atrás del progreso
como un ermitaño que carga su mercado del mes,
y viene de visitar la distopía de la población del cementerio,
a ti no te importa el pulso del mundo,
has decidido hablar en imágenes surrealistas
(muy raras) de hechos
que realmente saltan a la vista como resortes,
pero que son a fin de cuentas, irrelevantes,
como los sueños dorados de un león moribundo.
E. R. Aristy
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