Editorial Alaire

Jerónimo Muñoz escribió: ↑Jue, 28 Abr 2022 9:19 META

Yo mismo me pretendía en las inmediaciones de los mirlos, entre las hogazas y los espejos, en el éxtasis insignificante.
Triunfé sobre las agujas de los sacristanes y sobre las urgencias de sus prelados.
Paseé por el parque en el que las sustancias hierven, pero solo aspiré olores de profundidad.
Caminé por los senderos de los labios azules, por las cicatrices vivas.
Coloqué mi corazón en el borde del silencio, pero no era yo mismo.
Ascendí hasta las cumbres de las panaderías y descendí por sus laderas de hambre.
Por fin los mirlos se apiadaron de mí y condujeron mi soledad hacia el calor de sus alas.
Fue entonces cuando cesó mi llanto: mi meta estaba cerca.
Las hogazas de pan candeal completaron mi apetito de exaltación, los espejos me ayudaron a salir de mí mismo.
Ah de mi clamor, ah de mi frío, de mis amores o llagas, de mis caballos oscuros, de mis errores.
Pero la edad me acompaña.

Ana Estepa escribió: ↑Jue, 28 Abr 2022 9:45 Todo el mundo aspiramos a alcanzar una meta. Que en cierto modo es un aliciente para vivir.
El problema viene, cuando persiguiendo esa meta nos olvidamos de vivir el presente.
Nada más triste que morir sin haber vivido, y recibir a la muerte con una sonrisa imbécil.

Me gustó la metáfora del pan.

Ana Muela Sopeña escribió: ↑Jue, 28 Abr 2022 10:46 Un poema bellísimo con un lenguaje poético muy logrado.

Disfrutando de la meta o simplemente del camino, la vida es apasionante y más si tenemos la oportunidad de leer poemas como este.

Felicidades y aplausos, Jerónimo
Con mi admiración de siempre...
Un abrazo
Ana

Pilar Morte escribió: ↑Jue, 28 Abr 2022 11:59 Me encantó el poema, las metáforas por las que discurre el camino a la meta. Felicidades.
Abrazos

Julio Gonzalez Alonso escribió: ↑Jue, 28 Abr 2022 12:17 "Por fin los mirlos se apiadaron de mí y condujeron mi soledad hacia el calor de sus alas.
Fue entonces cuando cesó mi llanto: mi meta estaba cerca." Jerónimo Muñoz

No todo queda a las espaldas del pasado, y hay mirlos que lloran gozosos las horas del día. Enhorabuena, Jerónimo; mi abrazo, y salud.