¡Lo que tuvo que trabajar Dios!*
En aquella mañana de agosto
extrañas sombras crecían bajo el puente.
Por el balcón abierto contemplaba yo
al hombre y la extraña oficina:
la mesa, un mapa en la pared, y el anticuado
—entonces misterioso—
telégrafo sin hilos.
El hombre estaba allí,
en el balcón abierto,
con la boina caída hacia los ojos,
en mangas de camisa de anchas rayas azules,
con la perenne pipa,
como un misterio más
que olía a mar lejano.
Yo, niña de ciudad, yo, niña de verano
—a través del tiempo sin hilos—
escuchaba los gritos, y
aquel hombre que hablaba
—no recuerdo si preguntaba por mi antepasado
o comentaba el bochorno de la mañana—.
No hacía viento y había sido
un año de sequía duro y difícil.
Era cuando los pantanos
nunca se llenaban.
Mi tiempo se detuvo.
Era cuando los días
se prolongaban interminablemente,
cuando se hacía difícil soportar
el crepitar de las llamas.
¿Quién recuerda la casa del telegrafista?
Un balcón con sus geranios,
una pequeña entrada y un patio interior,
más que gris, casi negra su fachada,
sudada, triste, fatigada casa
llena de palabras.
¿Quién nació, murió, vivió por dentro de esta casa olvidada? ¿Quién la recuerda? ¿Quién colgaba su ropa, blanca bandera? ¿Qué niño escribió con tiza en sus paredes, abandonadas, palabras sucias y el clásico dibujo de un sangrante corazón flechado? ¿Quién parió en sus alcobas? ¿Quién se besó en su oscura escalera, ahora retorcida?
Cuando escuché los gritos
—a través del telégrafo sin hilos—
y los cristales rotos
como cucharillas
que sonaron en el suelo;
cuando el fuego ascendía,
y los bomberos, policías, cruz roja,
yo solo era una viajera en el tiempo,
la casa se moría deprisa.
convertía en recuerdo
la piedra tan humana.
*El 24 de mayo de 1844 Morse envió desde el Capitolio de Washington a Baltimore el primer mensaje telegráfico del mundo, una cita bíblica que ponía de manifiesto su propio asombro de que Dios lo hubiera escogido a él para dar a conocer de esa forma a la humanidad el uso práctico de la electricidad. El mensaje transmitido era el siguiente: “What Hath God Wrought?” (¿Qué ha creado Dios?). Según indica la Biblioteca del Congreso, el mensaje de Morse fue sugerido por Annie Ellsworth, la hija de uno de los amigos de Morse.
167 años de la telegrafía eléctrica en España. Aplicación de la Ley de 22 de Abril de 1855 que regulaba la construcción de una red telegráfica que uniera Madrid con todas las capitales de provincia y departamentos marítimos, y que llegara además a las fronteras de Francia y Portugal, vinieron a revolucionar las comunicaciones.