Yo, nunca quise salir en las fotos,
preferí seguir comiendo
la tierra a puñados
y enamorarme cien veces
de espectros vagabundos
que me dejaban viuda
y preñada de versos.
Ayer los vi de nuevo,
los reconozco a casi todos.
Mostraban su mejor perfil
para la foto de carnet
de habitantes del Parnaso,
engalanados de cinismo y vanidad.
Alguna vez estuve en sus fiestas;
salí en sus periódicos
y en sus televisiones,
pero siempre me sentí extraña,
como una puta
en un seminario de astrofísica.
Los callos de mis pies
no son para zapatos de cristal.
Yo nunca quise ser poeta,
decidí donar mis labios
a los rostros de mis hijos
y a los labios de mi amor
(tan inocentes de todos mis delirios).
No, yo no saldré en las fotos,
prefiero escupir la tinta
y escribir con mis cien lenguas
el último poema.