Radiografía del instante
Publicado: Mié, 30 Mar 2022 22:48
Ahora me acerco a ti igual que hace la noche, que para aliviar
el latir de su lujuria, abreva en los pezones de la luna,
una vez saciada acaba devorada por la resaca del olvido.
Aquí seguiré, esquivando el destino; no quiero que
su inoportuna decepción me halle habitando la esquina del fracaso.
Y cuando el alba se despierte y enjugue sus lágrimas de escarcha,
llegaré hasta la trinchera del mediodía y defenderé el ansia de ser libre
porque quiero ganarme la muerte honradamente.
Hace tiempo que la soledad me arrebató todos los besos
que aún no he dado, por eso vengo mirando por el retrovisor
del tiempo a ver si viene la voz del viento persiguiéndome
con su murmullo delicado pronunciando el nombre
de quien conoce hasta el último secreto de esta piel
que entre sus pliegues guarda indestructible los recuerdos
de aquellos días en que la vida sólo era una dulce sonrisa enamorada.
Fueron días compartidos en los suburbios de la ilusión,
ahora olvidados destilan amargura sobre las llagas del futuro.
Y aunque tú jamás lo sepas, cuando arrecia la nostalgia,
regreso al universo que en los bolsillos de la infancia escondo
y me transformo en el niño que sobre mi pecho derrama su tristeza
porque nunca encuentra su juguete preferido.
Hace tiempo que desabrigado viajo en los trenes del amor.
Mi único equipaje son harapos que van vistiendo al corazón.
Y cuando las heridas del desamor se abren, para zurcidlas,
sólo queda arrancarle jirones de imaginación al porvenir,
luego esperar a que alguien bese las cicatrices
para que no se abran heridas nuevas.
A la intemperie mi alma se acuesta envuelta en sábanas de lluvia
y sueña con arpegios de agua que vierten su melodía en los palacios
del mar, donde sirenas impúdicas se bañan desnudas, mientras,
por la arena galopan los corceles blancos que a veces presiento
que en madrugada van pisándome la sangre.
Y aquí estoy bajo el palio de una nube negra
sin querer buscar más redención que abrazar la utopía del instante
y con el miedo adentrándose por los huesos porque percibo
que desde el Sur se acerca una tormenta con nombre de Mujer.
el latir de su lujuria, abreva en los pezones de la luna,
una vez saciada acaba devorada por la resaca del olvido.
Aquí seguiré, esquivando el destino; no quiero que
su inoportuna decepción me halle habitando la esquina del fracaso.
Y cuando el alba se despierte y enjugue sus lágrimas de escarcha,
llegaré hasta la trinchera del mediodía y defenderé el ansia de ser libre
porque quiero ganarme la muerte honradamente.
Hace tiempo que la soledad me arrebató todos los besos
que aún no he dado, por eso vengo mirando por el retrovisor
del tiempo a ver si viene la voz del viento persiguiéndome
con su murmullo delicado pronunciando el nombre
de quien conoce hasta el último secreto de esta piel
que entre sus pliegues guarda indestructible los recuerdos
de aquellos días en que la vida sólo era una dulce sonrisa enamorada.
Fueron días compartidos en los suburbios de la ilusión,
ahora olvidados destilan amargura sobre las llagas del futuro.
Y aunque tú jamás lo sepas, cuando arrecia la nostalgia,
regreso al universo que en los bolsillos de la infancia escondo
y me transformo en el niño que sobre mi pecho derrama su tristeza
porque nunca encuentra su juguete preferido.
Hace tiempo que desabrigado viajo en los trenes del amor.
Mi único equipaje son harapos que van vistiendo al corazón.
Y cuando las heridas del desamor se abren, para zurcidlas,
sólo queda arrancarle jirones de imaginación al porvenir,
luego esperar a que alguien bese las cicatrices
para que no se abran heridas nuevas.
A la intemperie mi alma se acuesta envuelta en sábanas de lluvia
y sueña con arpegios de agua que vierten su melodía en los palacios
del mar, donde sirenas impúdicas se bañan desnudas, mientras,
por la arena galopan los corceles blancos que a veces presiento
que en madrugada van pisándome la sangre.
Y aquí estoy bajo el palio de una nube negra
sin querer buscar más redención que abrazar la utopía del instante
y con el miedo adentrándose por los huesos porque percibo
que desde el Sur se acerca una tormenta con nombre de Mujer.