Conectar o no con el poema. Esa es la cuestión

Aquí tendrán cabida discusiones y todo tipo de estudios sobre temas relacionados con el ámbito literario: técnica, oficio, valores poéticos, etc.
Hallie Hernández Alfaro
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Conectar o no con el poema. Esa es la cuestión

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

.

Queridos amigos, compañeros de Alaire:
A lo largo de mi vida he sido y sigo siendo, una apasionada lectora de poemas.
Me he preguntado, muchas veces, cómo nos acercamos a un trabajo poético. ¿Qué procesos psico-afectivos se ponen en marcha ante la lectura de un poema? ¿Puede un título, por ejemplo, desencadenar evocación e interés por acercarnos más al posible contenido?¿Nos gusta un poema porque hemos conectado con él, con su mensaje o su lenguaje? ¿Podríamos afirmar que la obra y nuestra sensibilidad se acogen mutuamente? Inclusive, en los casos que su esencia no nos toque de cerca, ¿puede suceder que la fascinación de su lenguaje literario nos haga perder la cabeza, nos haga enamorarnos del poema? Creo que nuestra mente receptora, olfatea símbolos/metáforas/claves/ideas/posibilidades...y se lanza tras ellos para participar en la creación ajena, para ser unidad con su existencia.
Conectar o no con el poema. Esa es la cuestión.

Me gustaría conocer vuestras impresiones acerca de este manojo de inquietudes.
Sois el alma de Alaire y como tal, vuestra voz tiene muchísimo peso.
Os dejo aquí un texto mío que eventualmente podemos, podéis, utilizar como apoyo para el intercambio de sensaciones.

El buen Pigmalión
Qué ocurriría si te desvistes frente al catedrático espejo del amor propio.
No pueden quedar restos de bufanda o la sombra de un calcetín.
Íntegro, íntegra, desmenuzado, desmenuzada, en jirones rosa, crema, verde claro...
Un reconocimiento palmo a palmo del yo averiado, del yo descomunal, del yo adverso.
Te preguntas quién habrá llegado a la vida de tus lágrimas o al cataclismo del pudor humano.

No sé si pueda encontrarse un vestigio de piel razonada o un indicio de fiebre posesiva.
Aprender es más complejo. Imanta el instinto, su rara vertiente de anhelos, el cósmico alud de lo fortuito.

Renuevas micro-afinidades, te despiertas comprendido por pulsaciones antiguas, te bañas en las aguas del río parental.
Es posible que el turbio pretérito conspire y libere los trazos de la luz que mereces.

Casi puedo verte... novedoso, novedosa, escaneado, escaneada, por los albores del catedrático espejo de la auto-consciencia.



Salud y felicidad.
"En el haz áureo de tu faro están mis pasos
porque yo que nunca pisé otro camino que el de tu luz
no tengo más sendero que el que traza tu ojo dorado
sobre el confín oscuro de este mar sin orillas."

El faro, Ramón Carballal
E. R. Aristy
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Re: Conectar o no con el poema. Esa es la cuestión

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Hallie Hernández Alfaro escribió: Sab, 26 Mar 2022 19:35 .

Queridos amigos, compañeros de Alaire:
A lo largo de mi vida he sido y sigo siendo, una apasionada lectora de poemas.
Me he preguntado, muchas veces, cómo nos acercamos a un trabajo poético. ¿Qué procesos psico-afectivos se ponen en marcha ante la lectura de un poema? ¿Puede un título, por ejemplo, desencadenar evocación e interés por acercarnos más al posible contenido?¿Nos gusta un poema porque hemos conectado con él, con su mensaje o su lenguaje? ¿Podríamos afirmar que la obra y nuestra sensibilidad se acogen mutuamente? Inclusive, en los casos que su esencia no nos toque de cerca, ¿puede suceder que la fascinación de su lenguaje literario nos haga perder la cabeza, nos haga enamorarnos del poema? Creo que nuestra mente receptora, olfatea símbolos/metáforas/claves/ideas/posibilidades...y se lanza tras ellos para participar en la creación ajena, para ser unidad con su existencia.
Conectar o no con el poema. Esa es la cuestión.

Me gustaría conocer vuestras impresiones acerca de este manojo de inquietudes.
Sois el alma de Alaire y como tal, vuestra voz tiene muchísimo peso.
Os dejo aquí un texto mío que eventualmente podemos, podéis, utilizar como apoyo para el intercambio de sensaciones.

El buen Pigmalión
Qué ocurriría si te desvistes frente al catedrático espejo del amor propio.
No pueden quedar restos de bufanda o la sombra de un calcetín.
Íntegro, íntegra, desmenuzado, desmenuzada, en jirones rosa, crema, verde claro...
Un reconocimiento palmo a palmo del yo averiado, del yo descomunal, del yo adverso.
Te preguntas quién habrá llegado a la vida de tus lágrimas o al cataclismo del pudor humano.

No sé si pueda encontrarse un vestigio de piel razonada o un indicio de fiebre posesiva.
Aprender es más complejo. Imanta el instinto, su rara vertiente de anhelos, el cósmico alud de lo fortuito.

Renuevas micro-afinidades, te despiertas comprendido por pulsaciones antiguas, te bañas en las aguas del río parental.
Es posible que el turbio pretérito conspire y libere los trazos de la luz que mereces.

Casi puedo verte... novedoso, novedosa, escaneado, escaneada, por los albores del catedrático espejo de la auto-consciencia.



Salud y felicidad.
Mi estimada y admirada Hallie,

Para mi el único lector accesible es el propio autor de la obra. El poema una vez hecho público, queda abierto a la interpretación. El lector para mí es anónimo, en casos como la nueva ola de foros, se crea la ilusión de que hay lecturas o no las hay. Un poema puede subir como la cerveza cuando se echa al vaso, o dilatarse como un elixir maligno o benigno, quien lee y por qué y para que? Hay en definitiva buenísimos y engañosos títulos ( quizá por eso exista hasta el poema “untitled” ). Ahora que también hay lecturas que se hacen por el renombre del autor, eso funciona con todos los autores, vivos y muertos. Yo diría más bien que la lectura de un poema es un hallazgo y que hacemos bien en comer poesía como parte de una dieta balanceada y necesaria para el poeta. Un puñado de poetas de cualquier época pasan a ese olimpo poético y otras generaciones disfrutan de estas obras. La gran mayoría, hago ahinco, serán un hallazgo igualmente desigual porque la poesía es sin duda como dice nuestro compañero Ferreiro, una crónica de la época y recoge en su seno impresiones, sentimientos y perspicacias únicas. Regresare para releer tu bello poema que fusiona en forma super interesante el mito de pigmalion y Galatea. Un abrazo grande. ERA
E. R. Aristy
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Re: Conectar o no con el poema. Esa es la cuestión

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El buen Pigmalión
por Hallie Hernández Alfaro

Qué ocurriría si te desvistes frente al catedrático espejo del amor propio.
No pueden quedar restos de bufanda o la sombra de un calcetín.
Íntegro, íntegra, desmenuzado, desmenuzada, en jirones rosa, crema, verde claro...
Un reconocimiento palmo a palmo del yo averiado, del yo descomunal, del yo adverso.
Te preguntas quién habrá llegado a la vida de tus lágrimas o al cataclismo del pudor humano.

No sé si pueda encontrarse un vestigio de piel razonada o un indicio de fiebre posesiva.
Aprender es más complejo. Imanta el instinto, su rara vertiente de anhelos, el cósmico alud de lo fortuito.

Renuevas micro-afinidades, te despiertas comprendido por pulsaciones antiguas, te bañas en las aguas del río parental.
Es posible que el turbio pretérito conspire y libere los trazos de la luz que mereces.

Casi puedo verte... novedoso, novedosa, escaneado, escaneada, por los albores del catedrático espejo de la auto-consciencia.

El mito de Pigmalión en la cultura

Pintura representando a Pigmalión, de Bronzino (1530)

Pygmalion de Jean-Baptiste Regnault de 1786, Musée National du Château et des Trianons
La historia de Pigmalión básica ha sido ampliamente transmitida y representada en las artes a través de los siglos. En una fecha desconocida, autores posteriores dan tal nombre a la estatua de la ninfa del mar Galatea. Goethe la llama Elise, basándose en las variantes en la historia de Dido / Elisa.

Una variante de este tema también puede verse en la historia de Pinocho, en el que un muñeco de madera se transforma en un niño de verdad, aunque en este caso el títere posee sensibilidad antes de su transformación; es el títere quien implora el milagro y no su creador, el tallador de madera Geppetto.

En la escena final de Cuento de invierno de William Shakespeare una estatua de la reina Hermíone cobra vida y se manifiesta como Hermíone misma, lo cual lleva la obra a una conclusión de reconciliaciones.

En la obra de teatro Pigmalion de George Bernard Shaw, que es una versión moderna del mito con un sutil toque de feminismo, la florista de clase baja Eliza Doolittle es prácticamente "revivida" por un profesor de fonética, Henry Higgins, quien le enseña a perfeccionar su acento y conversación en situaciones sociales. La historia del monstruo de Frankenstein también es una referencia a Pigmalión.

Este mito es referenciado, mediante un juego de palabras en el título del episodio Pigmoelion, perteneciente a la undécima temporada de la serie de televisión Los Simpson. En dicho capítulo, Moe se somete a una cirugía estética facial, para cambiar su rostro y obtener uno más ajustado a los cánones de belleza, lo que le hace lograr un trabajo como actor en telenovelas.

La historia ha sido objeto de notables pinturas de Agnolo Bronzino, Jean-Léon Gérôme, Honoré Daumier, Edward Burne-Jones (cuatro obras mayores de 1868-1870, más adelante de nuevo en grandes versiones de 1875-1878 con el título de Pigmalión y la Imagen), Auguste Rodin, Ernest Normand, Paul Delvaux, Francisco de Goya, Franz von Stuck, François Boucher y Thomas Rowlandson, entre otros. También se han producido numerosas esculturas del "despertar".

Me parece un poema esencial y deslumbrante, Hallie. Muy a la altura de tus propuestas. Pones al artista frente a su reflejo en el espejo. Su obra de arte es él o ella. Pero no solo su obra de arte ya integrada y desnuda, pero realmente al yo personal en arte o fuera del arte ( un desnudo supone nuestra vulnerable fibra, nuestras fallas e inseguridades). Ya frente a este autoexamen, ganamos conciencia propia y podemos ajustar lo que necesite ajuste, y aceptar lo que necesite aceptación y actuar con la conciencia personal y la concientización del otro. Esto que yo sepa es pura vanguardia literaria, es decir, que el mito de Pigmalión no ha sido, que yo sepa, aplicado al auto conocimiento y actualización del yo personal ( algo que encuentro es muy junganiano). Te felicito por esta contribución a más de un nivel de entendimiento y aplicación. Un abrazo! ERA
Hallie Hernández Alfaro
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Re: Conectar o no con el poema. Esa es la cuestión

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'Mi estimada y admirada Hallie,

Para mi el único lector accesible es el propio autor de la obra. El poema una vez hecho público, queda abierto a la interpretación. El lector para mí es anónimo, en casos como la nueva ola de foros, se crea la ilusión de que hay lecturas o no las hay. Un poema puede subir como la cerveza cuando se echa al vaso, o dilatarse como un elixir maligno o benigno, quién lee y por qué y para qué? Hay en definitiva buenísimos y engañosos títulos ( quizá por eso exista hasta el poema “untitled” ). Ahora que también hay lecturas que se hacen por el renombre del autor, eso funciona con todos los autores, vivos y muertos. Yo diría más bien que la lectura de un poema es un hallazgo y que hacemos bien en comer poesía como parte de una dieta balanceada y necesaria para el poeta. Un puñado de poetas de cualquier época pasan a ese olimpo poético y otras generaciones disfrutan de estas obras. La gran mayoría, hago ahinco, serán un hallazgo igualmente desigual porque la poesía es sin duda como dice nuestro compañero Ferreiro, una crónica de la época y recoge en su seno impresiones, sentimientos y perspicacias únicas. Regresaré para releer tu bello poema que fusiona en forma super interesante el mito de Pigmalión y Galatea. Un abrazo grande. ERA"

Mil gracias por tu amabilísima respuesta, querida Roxane.

Me suena muy plausible lo que dices acerca del autor del poema, quizá sea el único poseedor de todas las influencias, verdades, causas, motivos, sentidos, que han sido depositados en la obra...
También pienso que consumir poesía puede ser parte de una dieta recomendada para el escritor, no sé si balanceada; imagino hidratos de carbono con efectos metafóricos o una gran concentración de proteínas versales, capaz de alterar la tensión arterial (guiño).
Siento que si hemos conectado profundamente con un poema, sus consecuencias podrían convertirse en huéspedes de honor de nuestra sensibilidad.

Seguimos, compañera.
Gracias por estar.

Abrazos.
"En el haz áureo de tu faro están mis pasos
porque yo que nunca pisé otro camino que el de tu luz
no tengo más sendero que el que traza tu ojo dorado
sobre el confín oscuro de este mar sin orillas."

El faro, Ramón Carballal
Hallie Hernández Alfaro
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Re: Conectar o no con el poema. Esa es la cuestión

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

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Gracias de nuevo por tu generosísimo reflejo.

Sí, la visión que se transparenta en el texto tiene su origen en la psicología de Carl Gustav Jung.
La mirada apreciativa o el efecto Pigmalión son conceptos muy arraigados entre los defensores de la vertiente humanista. Nuestra mirada puede alterar y modificar sustancialmente la conducta del otro. En el caso de El buen Pigmalión intento tirar de la manta y dejar al descubierto el amor propio, la autoestima. Limpiar y reordenar nuestra casa interior podría ser una hermosa prioridad. Conciliar los espacios dolorosos, las fuentes primeras de amor...
Curación, nuevas perspectivas, ampliación de consciencia, ganancia de vitalidad.

Abrazos.

Imagen
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Ignacio Mincholed
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Re: Conectar o no con el poema. Esa es la cuestión

Mensaje sin leer por Ignacio Mincholed »

Hallie, me parecen interesantes las preguntas que te haces y nos haces en cuanto a cómo «convivimos» con un poema en general al entrar en su universo.

Igualmente, me parece una buena iniciativa tratar estos aspectos teniendo como base un texto propio, tuyo, ya que afecta al mundo real de la escritura por el acercamiento que supone tratar con textos vivos de compañeros y no de poetas establecidos en lo oficial.

Es algo notorio que no reaccionamos igual ante un poema escrito por nuestra hija, por un señor desconocido o por una autora reconocida por el canon del momento. Los mecanismos que se ponen en marcha previamente a la lectura son muy diferentes.
En mi artículo «Modos de acercarse a un poema», traté básicamente dos aspectos a la hora de aproximarnos a un poema:
el horizonte de expectativas con el que se enfrenta el lector al poema, y en cómo resulta favorable o no ese encuentro en la medida que el texto tenga que ver con las vivencias del propio lector, su compendio de experiencias, aquello que conforma su cultura.
El artículo estaba enfocado a los aspectos críticos, conceptuales, lingüísticos/culturales… en definitiva, bajo apreciaciones de interpretación/aceptación del poema como una construcción literaria. En tu propuesta/reflexión, entiendo que consideras en primera instancia los componentes afectivos de ese encuentro, afectivos en cuanto a las conexiones más puramente emotivas de identificación del lector con la poesía en general. En definitiva, como tú dices: Conectar o no con el poema. Podemos encontrar argumentos y bondades literarias en una obra, pero si no se produce la conexión emocional, en cualquiera de sus variantes, poco nos supondrá la obra.

Esa conexión ya no depende del autor, se da en el lector o no, aunque analíticamente el poema presente una propuesta de valor. Ante esto poco podemos hacer como poetas y mucho como lectores.

Ante tus preguntas se me ocurre una cuestión:

¿Qué debe primar, la propuesta de valor de la obra literaria o la conexión emocional con ella?

En caso de que algo deba primar, se me ocurre que hay cientos de respuestas sobré el «qué» y los «porqués» planteados desde un enfoque u otro. Posiblemente todas sean válidas según entendamos la función poética. El «peor poema del mundo», escrito por alguien determinado (un novio, una amiga…) y leído con el corazón abierto, puede convertirse en la mejor función que pueda ofrecernos la poesía.

Se habla, por ejemplo, de la condición terapéutica de la poesía. Personalmente no es una de las facetas que busco en la poesía, pero no la niego. A todas tus preguntas, Hallie, creo que se puede contestar con un sí; porque, en última instancia, si el poema cumple con alguna función que nos facilita la vida… bienvenido sea. Pero del mismo modo, tratemos de ser exigentes como autores tanto como lectores; no olvidemos que un poema es una construcción literaria fruto de una poética, a la vez que una «obligación» para no devaluar el arte; eso que no sabemos muy bien qué es pero que nos empuja hacia otras regiones desconocidas que no nos ofrece la «realidad dada».

Me agrada que hayas destinado tu poema para tratar estos asuntos, deberíamos hacerlo más, no tanto en busca de algo reconfortante sobre nuestra poesía como en busca de una objetivación de porqué suceden las cosas que suceden al leer un poema. No tanto buscando la confirmación de las bondades de nuestros poemas como de la oportunidad de observar qué mecanismos se ponen en juego cuando algo conecta con nosotros como lectores o, todo lo contrario; pero no necesariamente desde un punto de vista de bueno/malo, sino de qué nos dice el autor y cómo nos afecta y encaja aquello que dice.

En este caso concreto, sobre tu poema, voy a intentar un análisis puramente emocional en cuanto a la cuestión que propones:
conectar o no con el poema.

Personalmente, Pigmalión me resulta un arquetipo al que le tengo poca estima. Es uno de los grandes misóginos, tal vez el primero en la cronología literaria. Un individuo varón que, ante su obra esculpida, Galatea, transfiere a lo creado por él todo aquello que no aprecia (pero que en el fondo desea) en la mujer, en cualquier caso, siempre a su imagen y semejanza: más que tutela sometimiento. Esto se refleja bien en la película «Pigmalión», en la que el profesor Higgins se propone experimentar con la vendedora de flores para convertirla en una «dama de la alta sociedad» con aspecto adecuado y buen vocabulario sin importarle en absoluto otros factores de su personalidad. Luego se repetiría el proceso en la celebrada «My Fair Lady», desencadenado el asunto por una apuesta.
Así, el título de tu poema, «El buen Pigmalión», ya me crea interés; como apuntas al preguntarte si un título puede «desencadenar evocación e interés por acercarnos más al posible contenido». A mí en este caso sí, por lo dicho anteriormente. Por lo tanto, lo leo con interés buscando el contraste con el adjetivo; y lo encuentro en ese «catedrático espejo del amor propio», y en el «cataclismo del pudor humano» que, a través de «un indicio de fiebre posesiva» revela que «aprender es más complejo».

En cuanto a las otras preguntas que formulas, Hallie, lenguaje, evocación, sensibilidad… claves; aparecen en el poema como una invitación para, como dices, ir «tras ellos para participar en la creación ajena, para ser unidad con su existencia».

Cada lector podrá encontrar esa «unidad» o desestimarla sin drama alguno independientemente de su fortuna literaria.

Felicidades por el poema y las reflexiones.

Un abrazo, Hallie.
Ignacio
Hallie Hernández Alfaro
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Re: Conectar o no con el poema. Esa es la cuestión

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

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Buenas tardes, Ignacio.
Mil gracias por tu reflejo y la luz que aporta a mis interrogantes.
Los poemas son criaturas traídas al mundo por un escritor; es muy cierto lo que dices, si ese autor es alguien muy cercano a nuestro afecto, la recepción del material tendrá un componente de subjetividad muy elevado y seguramente afectará la conexión con el texto.
¿Qué sucede entonces cuando leemos poemas entre amigos? Voy a decirte lo que hago yo: los dejo en otra sala, en la sala de parto, en esa habitación donde han creado el poema; sencillamente olvido que existen mientras leo el trabajo poético. Vivo entonces un momento de dos; lo que la obra me suscita y lo que mueve en mi mundo emocional. Mi egocentrismo lector no conoce la piedad.
Después de superar "el trance" vuelvo a comentar o a intentar expresar mi agradecimiento al padre o madre del hecho poético.
Hay una variable a la que también aludes, la calidad del poema. Creo que somos capaces de detectarla, de reconocer su fortuna. En este punto, nos acercamos con "nuestro yo pleno de experiencias y de expectativas" a vivir en la piel de la criatura.
Conectar con un poema o no. Cuando la conexión no se produce, hay poco que hacer...

En cuanto al texto, creo que intenta ser el bueno, el Pigmalión luminoso, confiable, amante. El otro, al que te refieres, es un monstruo desagradable y no lo alimentaremos con nuestra valiosa energía.

Gracias de nuevo por tu atención y aprecio, Ignacio.

Un abrazo de los grandes.
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Rafel Calle
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Re: Conectar o no con el poema. Esa es la cuestión

Mensaje sin leer por Rafel Calle »

Amigas Hallie:
No es fácil conectar, tanto si es con una persona, un animal o una cosa. Las cosas del arte tienen a favor que también suelen entrañar un tributo a la belleza. Naturalmente, la poesía posee todos los atributos para conectar con el posible receptor. Lenguaje esencializado, escogido cuidadosamente palabra por palabra, sílaba por sílaba; texto corto, en unos minutos se conoce toda la historia; polisemia en su mayor grado; inexcusable eufonía… Por supuesto, el poema se presta mucho a conectar con el posible receptor. Sin embargo, no es fácil conectar con un poema hasta enamorarnos de él. Y es muy fácil olvidar un poema que hayamos leído.

Pensemos cuántos poemas podemos recordar o, mejor, cuántos versos podemos recordar de un poema de todos los que hayamos leído durante nuestra vida. No, no es fácil llegar para quedarse, ni siquiera es fácil volver a los poemas que más nos hayan gustado. Volvemos, podemos volver a ciertos poemas, incluso podemos ser fieles lectores de ciertos poemas, pero son una minoría, muy selecta, de todo cuanto hemos leído.

A todo esto, enamorarse de un poema o por extensión de una obra de arte, sí que puede ser. Luego, el enamoramiento suele decrecer en beneficio de un cariño, de un afecto, de una necesidad de sentirse cerca... En lo que a mí respecta, estuve enamorado de la obra en verso de Bécquer, prácticamente de toda ella; de Elegía a Ramón Sijé y Elegía a Josefina Fenoll, ambos de Miguel Hernández; de bastantes poemas de Romancero Gitano y de Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de Lorca; de varios sonetos de Góngora, Quevedo; de El pi de Formentor, de Costa y Llobera… y, bueno, aún puedo recitarlos de memoria.

En cuanto al buen Pigmalión, como concepto de tu poema, hay mucho que decir, tiene unas connotaciones que me parecen bienhalladas para compararlas con la labor de quienes nos dedicamos a transmitir conocimientos, noticias, reglas, eventos, marcar estilo… en una web de poesía.

Como director de Alaire, no me queda más remedio que tratar de ser lo más ecuánime que me sea posible. No es que le ponga o no le ponga pasión, sino que no le cierro la puerta al hecho de apasionarme ante la lectura de un poema. Sin embargo, soy muy exigente, sobre todo, conmigo mismo, quizá por ello el efecto Pigmalión nunca se haya manifestado con una obra de mi autoría, nunca me he enamorado de un poema mío, pero sí de bastantes obras que se han publicado en nuestros foros y, curiosamente, sigo enamorado de muchas de ellas.

Seguiremos con el tema de “El buen Pigmalión”, el título propone comparaciones, ya que, si existe un bueno, tiene que haber un malo, un regular… Además, tenemos que hablar de tu poema.
Abrazos.
Hallie Hernández Alfaro
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Re: Conectar o no con el poema. Esa es la cuestión

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

Rafel Calle escribió: Jue, 31 Mar 2022 19:32 Amiga Hallie:
No es fácil conectar, tanto si es con una persona, un animal o una cosa. Las cosas del arte tienen a favor que también suelen entrañar un tributo a la belleza. Naturalmente, la poesía posee todos los atributos para conectar con el posible receptor. Lenguaje esencializado, escogido cuidadosamente palabra por palabra, sílaba por sílaba; texto corto, en unos minutos se conoce toda la historia; polisemia en su mayor grado; inexcusable eufonía… Por supuesto, el poema se presta mucho a conectar con el posible receptor. Sin embargo, no es fácil conectar con un poema hasta enamorarnos de él. Y es muy fácil olvidar un poema que hayamos leído.

Gracias por tu intervención, querido amigo.
No podemos conectar con todos los poemas como tampoco podemos hacerlo con todas las personas ni con todas las ideas.
El poema es un mundo en miniatura, una creación humana. No sé si se presta a conectar con los posibles receptores (aunque haya nacido con la intención de llegar a muchos de manera profunda). También dependerá de las circunstancias interiores del lector, de sus expectativas, de su sensibilidad y/o de su manera de aprehender el mundo.
Claro que no es fácil conectar con un poema hasta enamorarnos de él; ocurre en contadas ocasiones y hay gradaciones en dicha conexión. Yo sí recuerdo perfectamente mis grandes poemas amores y mi corazón parece expandirse, cada día más, cuando leo a muchos autores de Alaire.


Pensemos cuántos poemas podemos recordar o, mejor, cuántos versos podemos recordar de un poema de todos los que hayamos leído durante nuestra vida. No, no es fácil llegar para quedarse, ni siquiera es fácil volver a los poemas que más nos hayan gustado. Volvemos, podemos volver a ciertos poemas, incluso podemos ser fieles lectores de ciertos poemas, pero son una minoría, muy selecta, de todo cuanto hemos leído.

La fidelidad emerge de manera natural; no requiere esfuerzo alguno, si se trata de obras que te han llegado muy dentro.

A todo esto, enamorarse de un poema o por extensión de una obra de arte, sí que puede ser. Luego, el enamoramiento suele decrecer en beneficio de un cariño, de un afecto, de una necesidad de sentirse cerca... En lo que a mí respecta, estuve enamorado de la obra en verso de Bécquer, prácticamente de toda ella; de Elegía a Ramón Sijé y Elegía a Josefina Fenoll, ambos de Miguel Hernández; de bastantes poemas de Romancero Gitano y de Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de Lorca; de varios sonetos de Góngora, Quevedo; de El pi de Formentor, de Costa y Llobera… y, bueno, aún puedo recitarlos de memoria.

Justo a esto me refería.

En cuanto al buen Pigmalión, como concepto de tu poema, hay mucho que decir, tiene unas connotaciones que me parecen bienhalladas para compararlas con la labor de quienes nos dedicamos a transmitir conocimientos, noticias, reglas, eventos, marcar estilo… en una web de poesía.

Como director de Alaire, no me queda más remedio que tratar de ser lo más ecuánime que me sea posible. No es que le ponga o no le ponga pasión, sino que no le cierro la puerta al hecho de apasionarme ante la lectura de un poema. Sin embargo, soy muy exigente, sobre todo, conmigo mismo, quizá por ello el efecto Pigmalión nunca se haya manifestado con una obra de mi autoría, nunca me he enamorado de un poema mío, pero sí de bastantes obras que se han publicado en nuestros foros y, curiosamente, sigo enamorado de muchas de ellas.

El efecto Pigmalión no significa enamorarse del poema propio. No me he explicado bien. Mañana con más tiempo volveré para aclarar algunos conceptos sobre este tema. Ignacio me ha dejado aquí arriba y en el foro de Prosa Alaire, unas observaciones muy puntuales y útiles que amplían y renuevan algunos conceptos.

Seguiremos con el tema de “El buen Pigmalión”, el título propone comparaciones, ya que, si existe un bueno, tiene que haber un malo, un regular… Además, tenemos que hablar de tu poema.

Este Buen Pigmalión es un intento de explorar el amor propio, la sana autoestima. Desnudarse totalmente frente a nuestro recóndito interior y limpiar, pulir, reiniciar, evolucionar.

Abrazos.

Abrazos y felicidad.
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Rafel Calle
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Re: Conectar o no con el poema. Esa es la cuestión

Mensaje sin leer por Rafel Calle »

Amiga Hallie:
El efecto Pigmalión me parece interesante y bien traído a un lugar de poemas, porque creo que tiene mucho que ver en las relaciones entre foristas. Por ejemplo, a la hora de transmitir una manera de hacer, en general, se puede echar mano del efecto Pigmalión positivo, ese al que tú te refieres, pero también se puede utilizar el efecto Pigmalión negativo. El buen Pigmalión sería aquel que enseña con su comportamiento, sin imponer, solo mostrándose como un ejemplo. El buen Pigmalión es amable, considerado, paciente, solidario, no impone, espera la evolución del individuo y desea que su modus operandi tenga aceptación natural en el proceso evolutivo de la comunidad. El efecto Pigmalión negativo sería lo contrario a lo que acabo de exponer.

A todo esto, pienso que el efecto Pigmalión tiene mucho que ver con el carácter de cada cual. Por mucho que se tenga clara la idea de lo que se quiere transmitir, al final, transmitirás un reflejo de ti mismo, es decir, todo tiene que fluir de forma natural o, de lo contrario, no será creíble.

Y, bueno, hablando de tu poema, le exiges mucho al profesor, quieres que haga un profundo examen de conciencia, de acuerdo, es de suponer que eso también vale para el alumno. Y, sí, las introspecciones pueden ser un manantial para la inspiración de los poetas, pero, cuidado con ser demasiado redundante con el yo o con su ombligo (claro está, no lo digo por ti, sino por los muchos ejemplos que se pueden leer en los foros).

Abrazos, compañera.
Hallie Hernández Alfaro
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Re: Conectar o no con el poema. Esa es la cuestión

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

Rafel Calle escribió: Sab, 02 Abr 2022 6:39 Amiga Hallie:
El efecto Pigmalión me parece interesante y bien traído a un lugar de poemas, porque creo que tiene mucho que ver en las relaciones entre foristas. Por ejemplo, a la hora de transmitir una manera de hacer, en general, se puede echar mano del efecto Pigmalión positivo, ese al que tú te refieres, pero también se puede utilizar el efecto Pigmalión negativo. El buen Pigmalión sería aquel que enseña con su comportamiento, sin imponer, solo mostrándose como un ejemplo. El buen Pigmalión es amable, considerado, paciente, solidario, no impone, espera la evolución del individuo y desea que su modus operandi tenga aceptación natural en el proceso evolutivo de la comunidad. El efecto Pigmalión negativo sería lo contrario a lo que acabo de exponer.

A todo esto, pienso que el efecto Pigmalión tiene mucho que ver con el carácter de cada cual. Por mucho que se tenga clara la idea de lo que se quiere transmitir, al final, transmitirás un reflejo de ti mismo, es decir, todo tiene que fluir de forma natural o, de lo contrario, no será creíble.

Y, bueno, hablando de tu poema, le exiges mucho al profesor, quieres que haga un profundo examen de conciencia, de acuerdo, es de suponer que eso también vale para el alumno. Y, sí, las introspecciones pueden ser un manantial para la inspiración de los poetas, pero, cuidado con ser demasiado redundante con el yo o con su ombligo (claro está, no lo digo por ti, sino por los muchos ejemplos que se pueden leer en los foros).

Abrazos, compañera.

Buenos días, querido amigo.
Gracias por volver con tus valiosas impresiones al post. Todas las visiones aportan riqueza a la idea que he querido plasmar.
Conectar o no con el poema. Esa es la cuestión, intentaba explorar una manera de sentir el poema leído, la obra transitada. Por supuesto, me refería al poema del otro, nunca al propio (ese sería un proceso muy diferente).
Quise agregar el Buen Pigmalión como posibilidad de ejercicio para conectar o no con un poema. También hubiese servido un texto con otra temática.
Como puedes ver, vuestras respuestas son altamente nutritivas y ponen la atención sobre diferentes puntos de lo que he planteado.
Ignacio, por ejemplo, incluyó una excelente observación sobre el origen del concepto "Pigmalión" y el fondo bastante turbio de la terminología. Es posible usar "la mirada apreciativa' como sustituto al efecto Pigmalión.
¿Qué es la mirada apreciativa? Es nuestra mirada al otro, nuestra valoración basada en creencias, actitudes, maneras de afrontar el mundo y, que, tendrá un efecto transformador en ese otro. El peso de nuestros ojos puede ser positivo o negativo...

Os dejo aquí un enlace que puede complementar esta definición:





Buen Pigmalión intenta hablar de la vertiente positiva de nosotros mismos. Desnudos, ante el espejo catedrático, del amor propio.
No puede quedar ni una pieza de la vestimenta emocional sin remover. Hay que deshacerse de todo para iniciar la limpieza del interior.
Autoconocimiento. Crearnos nuevamente si fuese necesario.
Aprendizaje, aprendizaje y aprendizaje.

Gracias de nuevo, amigo mío, por tu atención y tus respuestas.

Abrazos.
"En el haz áureo de tu faro están mis pasos
porque yo que nunca pisé otro camino que el de tu luz
no tengo más sendero que el que traza tu ojo dorado
sobre el confín oscuro de este mar sin orillas."

El faro, Ramón Carballal
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A. Satír
Mensajes: 319
Registrado: Mié, 23 May 2018 16:58

Re: Conectar o no con el poema. Esa es la cuestión

Mensaje sin leer por A. Satír »

Muy buen cuestionamiento Hallie, uno como poeta busca también esa conección, quizá como un espejo pero con distintas luces, interpretaciones, que al final a mi entender es el sentimiento, la vivencia la que hace conectar con quién te lee.
Sin duda el título puede ser un buen gancho para adentrarse en algún poema, como una rendija donde atraviesa una pequeña luz, una puerta que esconde algo para quién busca. Al final creo que tanto como el que busca como el que quiere que lo encuentren, terminan encontrándose en algún punto, en algún tiempo. El cómo se dice también es indispensable, las palabras bien ubicadas, los silencios y las metáforas muestran una cierta realidad para quien se expone a ella, según sus experiencias. Con esto un poema puede ser muy profundo para uno y para otro no, también es subjetivo. Insisto, que aunque igualmente algunos títulos están lejos de ofrecer lo que el desarrollo del poema expresa, no hay que negar que un buen título empuja a atravesar esa primera puerta. Con esto termino, creo que la conección es la búsqueda, como quién entierra un tesoro y quién está siempre buscándolo.

Un abrazo!
"El mundo
se me empezó a morir como un niño en la noche,
y yo mismo era un niño con mis años a cuestas por las calles, un ángel
ciego, terrestre, oscuro,
con mi pecado adentro, con tu belleza cruel, y la justicia
sacándome los ojos por haberte mirado." Gonzalo Rojas
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