De armirlos, mirlos y mirlotos (Serie Mirlos) (Para Al-Malik el Brotón)
Publicado: Mié, 23 Feb 2022 19:29
Para Ar-Mirlo Ibn Abd Al-Malik el Brotón
I.
¡Ah, mi querido Al-Malik, el tiempo no pasa por ti!
Antes pasa un pangolín por el ojo de una pcr.
Aunque acá, ya tú sabes, le llamamos armadillo,
por el stomp.
II.
Hermano, sigo tus gestas, nobles todas ellas,
y te he escuchado recitar tus trovas delante de las cabilas.
¡Qué místico ardor de cuaderna vía! ¡Levitabas!
Quizás fueran las brumas del arac o del rosoli.
Ya tú sabes que el "hada verde" me produce
una acusada y prolongada... melancolía.
Mi asesor espiritual me ha comentado
que el dátil me ayudará a mover las entrañas.
III.
¡Qué maravilla tu voz a los sones del kanún y del saz!
¡Qué el profeta te colme! Me regresaste a mi Derinkuyu
antillano natal, a su aroma a sal y a cáctus, y a mi squaw piute.
Añoro sus dos voluptuosas églogas y su cantarina glotis.
IV.
La piel de mi darbuka se rasga sin remisión.
Todos envejecemos, hermano, menos tú y las azafatas de PanAm.
¿Has tenido trato con algún djinn? Si así fuera necesitarías
una luna comodín o una escalera de color al as de picas
que te exonerara de la lapidación.
V.
Me he quitado del ayuntamiento carnal,
me resulta cada vez más tedioso hacer vida marital
con mis cuatro esposas.
Ya no se encuentran concubinas bien dispuestas.
No tengo ya swing de alcoba.
Mi sexo se parece cada vez más a un tumor benigno,
así que me veo, ya tú sabes, empujado a los milagros.
I.
¡Ah, mi querido Al-Malik, el tiempo no pasa por ti!
Antes pasa un pangolín por el ojo de una pcr.
Aunque acá, ya tú sabes, le llamamos armadillo,
por el stomp.
II.
Hermano, sigo tus gestas, nobles todas ellas,
y te he escuchado recitar tus trovas delante de las cabilas.
¡Qué místico ardor de cuaderna vía! ¡Levitabas!
Quizás fueran las brumas del arac o del rosoli.
Ya tú sabes que el "hada verde" me produce
una acusada y prolongada... melancolía.
Mi asesor espiritual me ha comentado
que el dátil me ayudará a mover las entrañas.
III.
¡Qué maravilla tu voz a los sones del kanún y del saz!
¡Qué el profeta te colme! Me regresaste a mi Derinkuyu
antillano natal, a su aroma a sal y a cáctus, y a mi squaw piute.
Añoro sus dos voluptuosas églogas y su cantarina glotis.
IV.
La piel de mi darbuka se rasga sin remisión.
Todos envejecemos, hermano, menos tú y las azafatas de PanAm.
¿Has tenido trato con algún djinn? Si así fuera necesitarías
una luna comodín o una escalera de color al as de picas
que te exonerara de la lapidación.
V.
Me he quitado del ayuntamiento carnal,
me resulta cada vez más tedioso hacer vida marital
con mis cuatro esposas.
Ya no se encuentran concubinas bien dispuestas.
No tengo ya swing de alcoba.
Mi sexo se parece cada vez más a un tumor benigno,
así que me veo, ya tú sabes, empujado a los milagros.