Dedicado a ti, pero no estabas escuchando

[E. R. Aristy]

Traes contigo
una nube en la noche y una lágrima,
el templado humo
del carmín sobre los labios,
unos besos
con aroma a madera y a sal,
y unos lápices
de colores para dibujar sonrisas.
Ya no buscas
el reflejo del mar en los tejados,
ni la fugaz sombra
de las tórtolas entre las agujas de los pinos,
ni a la niña
que se extravió al paso del cometa,
pues su nombre
se perdió y el mar no lo devuelve.
Ya no te asomas
a los balcones con vistas a noviembre,
ni dejas tu huella
en los jardines donde el amor ha reposado,
porque sabes
que el otoño tiene el corazón oscuro de los estanques
y late
con el fragor de abatidas áncoras,
o como la muerte
si acaso puedes nombrarla.
Hay barcos
hundiéndose al norte de tu espalda,
invisibles luciérnagas
coronan tu nombre con su luz diminuta,
tus manos impacientes
inventan tempestades y quiebran el ocaso,
y en tu pecho
resuena la soledad
como un ánfora ciega de llanto y de escarcha.
Si supieras
de estas horas
traspadadas de tardes con ventanas
y desgastadas heridas de hojarasca.
Si supieras
que hay árboles soñando los poemas
y que los espejos están poblados de palabras.
¿Qué dirías?

Dulce sin ser pegajoso. Bello sin ser iconico. Maravilloso poema, Ramón Castro Méndez.

[Ramón Castro Méndez]

Traes contigo
una nube en la noche y una lágrima,
el templado humo
del carmín sobre los labios,
unos besos
con aroma a madera y a sal,
y unos lápices
de colores para dibujar sonrisas.
Ya no buscas
el reflejo del mar en los tejados,
ni la fugaz sombra
de las tórtolas entre las agujas de los pinos,
ni a la niña
que se extravió al paso del cometa,
pues su nombre
se perdió y el mar no lo devuelve.
Ya no te asomas
a los balcones con vistas a noviembre,
ni dejas tu huella
en los jardines donde el amor ha reposado,
porque sabes
que el otoño tiene el corazón oscuro de los estanques
y late
con el fragor de abatidas áncoras,
o como la muerte
si acaso puedes nombrarla.
Hay barcos
hundiéndose al norte de tu espalda,
invisibles luciérnagas
coronan tu nombre con su luz diminuta,
tus manos impacientes
inventan tempestades y quiebran el ocaso,
y en tu pecho
resuena la soledad
como un ánfora ciega de llanto y de escarcha.
Si supieras
de estas horas
traspadadas de tardes con ventanas
y desgastadas heridas de hojarasca.
Si supieras
que hay árboles soñando los poemas
y que los espejos están poblados de palabras.
¿Qué dirías?

Me encantó este poema, hay metáforas muy bien logradas, imágenes , que puedo decirte que así eres tí.
Como árboles soñando los poemas.
Un abrazo gentil poeta,.

Muchas gracias, Mirta, por tus cariñosas palabras.

No sé si yo soy así como comentas. El poema es pura empatía, suelo ponerme en el lugar del otro u otra. Sé de esa mitad buena de mí, la otra no quiero conocerla. A veces con la mitad es bastante.

Un afectuoso abrazo.

[Ramón Castro Méndez]

Traes contigo
una nube en la noche y una lágrima,
el templado humo
del carmín sobre los labios,
unos besos
con aroma a madera y a sal,
y unos lápices
de colores para dibujar sonrisas.
Ya no buscas
el reflejo del mar en los tejados,
ni la fugaz sombra
de las tórtolas entre las agujas de los pinos,
ni a la niña
que se extravió al paso del cometa,
pues su nombre
se perdió y el mar no lo devuelve.
Ya no te asomas
a los balcones con vistas a noviembre,
ni dejas tu huella
en los jardines donde el amor ha reposado,
porque sabes
que el otoño tiene el corazón oscuro de los estanques
y late
con el fragor de abatidas áncoras,
o como la muerte
si acaso puedes nombrarla.
Hay barcos
hundiéndose al norte de tu espalda,
invisibles luciérnagas
coronan tu nombre con su luz diminuta,
tus manos impacientes
inventan tempestades y quiebran el ocaso,
y en tu pecho
resuena la soledad
como un ánfora ciega de llanto y de escarcha.
Si supieras
de estas horas
traspadadas de tardes con ventanas
y desgastadas heridas de hojarasca.
Si supieras
que hay árboles soñando los poemas
y que los espejos están poblados de palabras.
¿Qué dirías?

Dulce sin ser pegajoso. Bello sin ser iconico. Maravilloso poema, Ramón Castro Méndez.

Muchas gracias, amiga E.R.A., por estar siempre.
Y sí, quizás lo de los lápices de colores rezume algo de almíbar, e , incluso, ese árbol que sueña los poemas resulte un poco "blando", pero ese árbol existió, al menos, un año en una localidad francesa, si mal no recuerdo. Lo que ya no sé es si llegaron a colgar de sus ramas un poema que les envié. La idea, en su día, me pareció original.

Un afectuoso abrazo.

[Julio Gonzalez Alonso]

Magnífico poema. Me ha gustado el ritmo de los versos alternos y la fácil lectura, de suave cadencia, de esta composición. Contenido y continente en perfecta armonía. Con un abrazo.
Salud.

[Ramón Castro Méndez]

Magnífico poema. Me ha gustado el ritmo de los versos alternos y la fácil lectura, de suave cadencia, de esta composición. Contenido y continente en perfecta armonía. Con un abrazo.
Salud.

Muchas gracias, Julio, aprecio en mucho tu comentario.

Un fuerte abrazo.

[Rafel Calle]

Arriba con este trabajo tan bello como interesante, amigo Ramón.
Felicidades.
Abrazos.

[Ramón Castro Méndez]

Arriba con este trabajo tan bello como interesante, amigo Ramón.
Felicidades.
Abrazos.

Muchas gracias, amigo Rafel, por tu paso y atento comentario.

Un fuerte abrazo.

[Hallie Hernández Alfaro]

.


Traes contigo
una nube en la noche y una lágrima,
el templado humo
del carmín sobre los labios,
unos besos
con aroma a madera y a sal,
y unos lápices
de colores para dibujar sonrisas.
Ya no buscas
el reflejo del mar en los tejados,
ni la fugaz sombra
de las tórtolas entre las agujas de los pinos,
ni a la niña
que se extravió al paso del cometa,
pues su nombre
se perdió y el mar no lo devuelve.
Ya no te asomas
a los balcones con vistas a noviembre,
ni dejas tu huella
en los jardines donde el amor ha reposado,
porque sabes
que el otoño tiene el corazón oscuro de los estanques
y late
con el fragor de abatidas áncoras,
o como la muerte
si acaso puedes nombrarla.
Hay barcos
hundiéndose al norte de tu espalda,
invisibles luciérnagas
coronan tu nombre con su luz diminuta,
tus manos impacientes
inventan tempestades y quiebran el ocaso,
y en tu pecho
resuena la soledad
como un ánfora ciega de llanto y de escarcha.
Si supieras
de estas horas
traspadadas de tardes con ventanas
y desgastadas heridas de hojarasca.
Si supieras
que hay árboles soñando los poemas
y que los espejos están poblados de palabras.
¿Qué dirías?

Uff, no sabría explicar porqué este poema me ha tocado tanto.
Su calidad afectiva /literaria es indiscutible, pero además algo poderoso y mágico me hace trascender en él.

Gracias por estar, por escribir estas maravillas, por interactuar con tanta pasión y compromiso en Alaire.

Un abrazo de los grandes, querido amigo.

[Ramón Castro Méndez]

No, querida Hallie, gracias a ti por estar siempre. Por poner esas notas elegantes y cálidas.

Un abrazo enorme.

[Marisa Peral]

Traes contigo
una nube en la noche y una lágrima,
el templado humo
del carmín sobre los labios,
unos besos
con aroma a madera y a sal,
y unos lápices
de colores para dibujar sonrisas.


Hay barcos
hundiéndose al norte de tu espalda,
invisibles luciérnagas
coronan tu nombre con su luz diminuta,


Si supieras
que hay árboles soñando los poemas
y que los espejos están poblados de palabras.
¿Qué dirías?

¡Ay, Ramón, cuánta ternura y nostalgia hay en este poema!
Desde los primeros versos atrapa y nos lleva hasta el final como un torrente.
Magnífico el ritmo y el lenguaje poético.

Aquí sí tenemos árboles para dejar poemas.
En Navidad se ilumina el Jardín Botánico, es una preciosidad, y hay una zona en la que se dejan poemas, mensajes, cartas de amor, y los niños dejan sus dibujos, todo cabe en los árboles para que el mensaje llegue a su destino.

Me gusta mucho este poema del que he resaltado los versos que hoy me gustan.
Gracias por escribir tan bonito y con tanto sentimiento.

Abrazos fuertes.

[Antonio Justel]

... buenas metáforas e imágenes deslizadas a lo largo de este lindo trabajo que nos has dejado, Ramón Castro, un muy buen aporte, una finura que se agradece y se adentra; saludos poeta, saludos. a. justel/Orión

[Ramón Castro Méndez]

Traes contigo
una nube en la noche y una lágrima,
el templado humo
del carmín sobre los labios,
unos besos
con aroma a madera y a sal,
y unos lápices
de colores para dibujar sonrisas.


Hay barcos
hundiéndose al norte de tu espalda,
invisibles luciérnagas
coronan tu nombre con su luz diminuta,


Si supieras
que hay árboles soñando los poemas
y que los espejos están poblados de palabras.
¿Qué dirías?

¡Ay, Ramón, cuánta ternura y nostalgia hay en este poema!
Desde los primeros versos atrapa y nos lleva hasta el final como un torrente.
Magnífico el ritmo y el lenguaje poético.

Aquí sí tenemos árboles para dejar poemas.
En Navidad se ilumina el Jardín Botánico, es una preciosidad, y hay una zona en la que se dejan poemas, mensajes, cartas de amor, y los niños dejan sus dibujos, todo cabe en los árboles para que el mensaje llegue a su destino.

Me gusta mucho este poema del que he resaltado los versos que hoy me gustan.
Gracias por escribir tan bonito y con tanto sentimiento.

Abrazos fuertes.

Muchas gracias, amiga Marisa, por tu generosidad y cálidas palabras. Me alegra mucho que te hayan gustado estas letras.

Un afectuoso abrazo.

[xaime oroza carballo]

Traes contigo
una nube en la noche y una lágrima,
el templado humo
del carmín sobre los labios,
unos besos
con aroma a madera y a sal,
y unos lápices
de colores para dibujar sonrisas.
Ya no buscas
el reflejo del mar en los tejados,
ni la fugaz sombra
de las tórtolas entre las agujas de los pinos,
ni a la niña
que se extravió al paso del cometa,
pues su nombre
se perdió y el mar no lo devuelve.
Ya no te asomas
a los balcones con vistas a noviembre,
ni dejas tu huella
en los jardines donde el amor ha reposado,
porque sabes
que el otoño tiene el corazón oscuro de los estanques
y late
con el fragor de abatidas áncoras,
o como la muerte
si acaso puedes nombrarla.
Hay barcos
hundiéndose al norte de tu espalda,
invisibles luciérnagas
coronan tu nombre con su luz diminuta,
tus manos impacientes
inventan tempestades y quiebran el ocaso,
y en tu pecho
resuena la soledad
como un ánfora ciega de llanto y de escarcha.
Si supieras
de estas horas
traspadadas de tardes con ventanas
y desgastadas heridas de hojarasca.
Si supieras
que hay árboles soñando los poemas
y que los espejos están poblados de palabras.
¿Qué dirías?

Gracias por la honda belleza de tu canto, amigo mío.

Fonda aperta.

[Ramón Castro Méndez]

... buenas metáforas e imágenes deslizadas a lo largo de este lindo trabajo que nos has dejado, Ramón Castro, un muy buen aporte, una finura que se agradece y se adentra; saludos poeta, saludos. a. justel/Orión

Muchas gracias, Antonio, por tus cálidas palabras.

Un fuerte abrazo.

[Jerónimo Muñoz]

¡Uf! ¡Qué gran poema, Ramón! Es como un colchón de plumas en el que gusta hundirse y con el que se sueña naufragar. Las metáforas son super-originales y el simbolismo rebosa en cada frase. Me ha encantado. Quisiera leerte más de esto.
Abrazos.

Jerónimo