Tachones en el libro de la vida

[Alejandro Costa]

Debe ser que la noche me aturde,
o tal vez sea ese día oscuro, lúgubre,
que no tiene intención alguna de brillar.
Más allá de ello,
he amanecido con la mente cegada,
ni tan siquiera esa ducha matutina,
llena de vapor, alimenta mi apatía,
mi irreverente desgana.
Me ha dejado en una situación confusa,
sin ánimo y en precariedad de energías.
No controlo el hervor
de una leche dispuesta a aclarar un café
tantas veces colado y exprimido.
Esa torpeza realza aún más mi abandono,
el pequeño gran desastre de una cocina
alicatada de lamparones, sucia,
desordenada como la tierra en un día de lluvia.
Pero el tiempo alocado se agota,
y es ahora, cuando observo,
que a la camisa le falta un par de botones,
que el jersey está arrugado y lleno de bolas,
que la raya del pantalón no está en línea,
que los zapatos aún poseen barro
y que a este par de calcetines
les vendría bien algún que otro zurcido.
Pero esto no es más que otra
triste serenata de torpezas y desastres,
otro tachón en el libro de mi vida.
Me pregunto si es importante,
si realmente importa
que el día amanezca gris y disgustado,
si efectivamente es un problema
que el sol se tome el día libre,
y que sea cierto que la noche me aturda.
Acaso nada tenga culpa alguna,
tan solo este cuerpo,
en continua lucha con la mente,
invadido por el desasosiego
y de su mismo desastre,
sea el que firme este simple y deprimido
certificado de incompetencia.
Posiblemente, mañana lucirá de nuevo el sol,
más yo seguiré en un mundo gris oscuro,
alimentando de tachones el libro de mi vida.

[Marius Gabureanu]

Estupendo poema existencial, me ha encantado, Alejandro. Abrazos fuertes.

[Ramón Castro Méndez]

Excelente poema, Alejandro. Todo un placer de lectura.
Enhorabuena por tan logrado poema.

Un fuerte abrazo.

[E. R. Aristy]

Debe ser que la noche me aturde,
o tal vez sea ese día oscuro, lúgubre,
que no tiene intención alguna de brillar.
Más allá de ello,
he amanecido con la mente cegada,
ni tan siquiera esa ducha matutina,
llena de vapor, alimenta mi apatía,
mi irreverente desgana.
Me ha dejado en una situación confusa,
sin ánimo y en precariedad de energías.
No controlo el hervor
de una leche dispuesta a aclarar un café
tantas veces colado y exprimido.
Esa torpeza realza aún más mi abandono,
el pequeño gran desastre de una cocina
alicatada de lamparones, sucia,
desordenada como la tierra en un día de lluvia.
Pero el tiempo alocado se agota,
y es ahora, cuando observo,
que a la camisa le falta un par de botones,
que el jersey está arrugado y lleno de bolas,
que la raya del pantalón no está en línea,
que los zapatos aún poseen barro
y que a este par de calcetines
les vendría bien algún que otro zurcido.
Pero esto no es más que otra
triste serenata de torpezas y desastres,
otro tachón en el libro de mi vida.
Me pregunto si es importante,
si realmente importa
que el día amanezca gris y disgustado,
si efectivamente es un problema
que el sol se tome el día libre,
y que sea cierto que la noche me aturda.
Acaso nada tenga culpa alguna,
tan solo este cuerpo,
en continua lucha con la mente,
invadido por el desasosiego
y de su mismo desastre,
sea el que firme este simple y deprimido
certificado de incompetencia.
Posiblemente, mañana lucirá de nuevo el sol,
más yo seguiré en un mundo gris oscuro,
alimentando de tachones el libro de mi vida.

Bella melancolía, Alejandro. Pero, ¿por qué es bella? Diría que cuando un día depresivo se convierte en un poema, sale un sol interno y algo muy humano se entibia. Un abrazo grande, amigo poeta.

[Rafel Calle]

Arriba con este hermoso e interesante trabajo, amigo Alejandro.
Abrazos.

[Julio Gonzalez Alonso]

Nada, Alejandro, nos arranca de las manos del existencialismo y sus notas de nostalgia. Un abrazo.
Salud.

[Pilar Morte]

Todo el poema rezuma un existencialismo para mostrar parte de lo que acontece muchos días. Me gustó y lo disfruté.
Abrazos

[Alejandro Costa]

Estupendo poema existencial, me ha encantado, Alejandro. Abrazos fuertes.

Muchas gracias, compañero.

Un abrazo.

[Alejandro Costa]

Excelente poema, Alejandro. Todo un placer de lectura.
Enhorabuena por tan logrado poema.

Un fuerte abrazo.

Muchas gracias, Ramón.

Abrazos.

[Alejandro Costa]

Debe ser que la noche me aturde,
o tal vez sea ese día oscuro, lúgubre,
que no tiene intención alguna de brillar.
Más allá de ello,
he amanecido con la mente cegada,
ni tan siquiera esa ducha matutina,
llena de vapor, alimenta mi apatía,
mi irreverente desgana.
Me ha dejado en una situación confusa,
sin ánimo y en precariedad de energías.
No controlo el hervor
de una leche dispuesta a aclarar un café
tantas veces colado y exprimido.
Esa torpeza realza aún más mi abandono,
el pequeño gran desastre de una cocina
alicatada de lamparones, sucia,
desordenada como la tierra en un día de lluvia.
Pero el tiempo alocado se agota,
y es ahora, cuando observo,
que a la camisa le falta un par de botones,
que el jersey está arrugado y lleno de bolas,
que la raya del pantalón no está en línea,
que los zapatos aún poseen barro
y que a este par de calcetines
les vendría bien algún que otro zurcido.
Pero esto no es más que otra
triste serenata de torpezas y desastres,
otro tachón en el libro de mi vida.
Me pregunto si es importante,
si realmente importa
que el día amanezca gris y disgustado,
si efectivamente es un problema
que el sol se tome el día libre,
y que sea cierto que la noche me aturda.
Acaso nada tenga culpa alguna,
tan solo este cuerpo,
en continua lucha con la mente,
invadido por el desasosiego
y de su mismo desastre,
sea el que firme este simple y deprimido
certificado de incompetencia.
Posiblemente, mañana lucirá de nuevo el sol,
más yo seguiré en un mundo gris oscuro,
alimentando de tachones el libro de mi vida.

Bella melancolía, Alejandro. Pero, ¿por qué es bella? Diría que cuando un día depresivo se convierte en un poema, sale un sol interno y algo muy humano se entibia. Un abrazo grande, amigo poeta.

Un abrazo para ti, Era.

Inmensa gratitud.

[Alejandro Costa]

Arriba con este hermoso e interesante trabajo, amigo Alejandro.
Abrazos.

Gracias por estar siempre tan dispuesto.

Un abrazo, Rafel.

[Alejandro Costa]

¿Qué sería de mi locura, mi querido Alejandro, sin tu contrapunto realista? Nada, absolutamente un intento de lombriz bipolar. De un existencialismo atroz, que muestras en tu poema, exprimo un licor de esperanza que vierto en mi café y aunque algún botón tambien me falta para abrochar mis neuronas, me queda la dulce satisfacción de haber leído un poema que no me deja indeferente.

Un abrazote amigo.

N.B. Te tengo que pasar por correo la dirección de Murcia para que me hagas llegar ese hermoso libro de nuestro querido Miguel y puedas recojer el de Neosimbolismo.

No te creas que te he dejado a un lado, eso nunca. El primer libro lo aparté para ti. Pero como te he comentado en otro lugar mi salud y mi ánimo no me llevan por el mejor de los caminos y como podrás comprobar, entro muy poco al foro, pero aún es peor, tampoco escribo demasiado. Espero que esto no se alargue demasiado y pueda retomar el lado positivo.

Gracias por todo, amigo.

Hazme llegar esa dirección e incluso la de donde vives y te lo haré llegar. Perdona por la tardanza.

Un abrazo.

[Alejandro Costa]

Nada, Alejandro, nos arranca de las manos del existencialismo y sus notas de nostalgia. Un abrazo.
Salud.

Gracias por estar tan cerca, compañero.

Sabes que te admiro y me ayuda mucho tu lectura y comentarios.

Un abrazo.

[Alejandro Costa]

Todo el poema rezuma un existencialismo para mostrar parte de lo que acontece muchos días. Me gustó y lo disfruté.
Abrazos

Me alegra mucho, Pilar.

Gracias por darme este calor tan necesario.

Besos.

[F. Enrique]

Muy bien, Alejandro.