Editorial Alaire

Pablo Sales escribió: ↑Lun, 31 Ene 2022 13:25 Camino más despacio, hablo más bajo,
miro más cerca, pero aun de este cuerpo
brota un eco de lejanísimo esplendor.
Hubo antes una vida y mucha muerte y ahora
solo este cansancio que aviento en el jardín
de las piedras rotuladas: nombres y números
que apenas son poemas. ¡Ah!, la serena, nostálgica
belleza de la decadencia, astracán, antiguos diarios.

El tigre sin hambre nada acecha
entre los arcos de un claustro,
por corredores de luz oscura,
en calles de luna y soledad. Perdido para siempre
el tiempo sin noche o el sonido del estío,
los deseos sin mañana ya no pueden consolarme:
tras el puente del otoño estalló la niebla
y los gritos rotos de pájaros confundidos.

Al atardecer, los amantes son de oro
y se besan en el límite de sus mundos.
En el fondo de un río con voz de cristal
la imagen de mi juventud quisiera consolarme.
Tiendo mi mano a la mano que emerge de la tierra
como el obelisco que cuenta historias antiguas
mientras se perfuma acariciando las estrellas;
sé que no estoy solo.

Sentado en las escaleras del mundo, alguien
me cuenta que todo lo he consumado: llanuras
de agua, de piedra, palmeras que ondean despacio
y regalan consejos al anochecer, canto quedo del aire
y cuerpos perdidos que se encuentran
en un instante largo y ancho como la eternidad.

. En la salón de la espera flotan pétalos muertos
y esperanzas como nubes en una luz suspendida.
Un hombre colgó sus atributos: la guerrera de general,
los jirones del esclavo, el sombrero delincuente
o una túnica ensangrentada. Desapareció desnudo
tras la pesada puerta sin leyenda;
Luego solo quedó viento y mar. En el cielo,
los recuerdos titilan.

Pablo Sales escribió: ↑Lun, 31 Ene 2022 13:25 Camino más despacio, hablo más bajo,
miro más cerca, pero aun de este cuerpo
brota un eco de lejanísimo esplendor.
Hubo antes una vida y mucha muerte y ahora
solo este cansancio que aviento en el jardín
de las piedras rotuladas: nombres y números
que apenas son poemas. ¡Ah!, la serena, nostálgica
belleza de la decadencia, astracán, antiguos diarios.

El tigre sin hambre nada acecha
entre los arcos de un claustro,
por corredores de luz oscura,
en calles de luna y soledad. Perdido para siempre
el tiempo sin noche o el sonido del estío,
los deseos sin mañana ya no pueden consolarme:
tras el puente del otoño estalló la niebla
y los gritos rotos de pájaros confundidos.

Al atardecer, los amantes son de oro
y se besan en el límite de sus mundos.
En el fondo de un río con voz de cristal
la imagen de mi juventud quisiera consolarme.
Tiendo mi mano a la mano que emerge de la tierra
como el obelisco que cuenta historias antiguas
mientras se perfuma acariciando las estrellas;
sé que no estoy solo.

Sentado en las escaleras del mundo, alguien
me cuenta que todo lo he consumado: llanuras
de agua, de piedra, palmeras que ondean despacio
y regalan consejos al anochecer, canto quedo del aire
y cuerpos perdidos que se encuentran
en un instante largo y ancho como la eternidad.

. En la salón de la espera flotan pétalos muertos
y esperanzas como nubes en una luz suspendida.
Un hombre colgó sus atributos: la guerrera de general,
los jirones del esclavo, el sombrero delincuente
o una túnica ensangrentada. Desapareció desnudo
tras la pesada puerta sin leyenda;
Luego solo quedó viento y mar. En el cielo,
los recuerdos titilan.