El soldado
Publicado: Dom, 23 Ene 2022 21:43
Después de la rendición y firmada la paz
con tantos enemigos, he puesto una rosa
en mi armadura. Puedo ver un hilo celeste
danzando en el aire del tiempo, y un pájaro incendiado
sobre el azul vencido del ocaso hablará
del dolor y la pasión enterrados sin honor.
Todavía un calor de inocencia en los corredores
vestidos con sombra y viento frío.
Se nos fue la noche, amor, tan irremediablemente
como el agua entre los riscos, la sangre
tras el cuchillo, las palabras en el aire.
Marchó alta atravesando deseos y lamentos,
a escuchar desde la cúpula de cristal
la vigilia de los poetas y los desertores.
Todos se han ido, nadie soporta las ruinas.
Están vacíos los relojes de palacio, no quedan
huéspedes en los álamos del jardín. El viento
hace temblar la Luna en el estanque oscuro
y agita el silencio en la sala de música.
Batir de alas. La luz que desciende de la cumbre
hacen sonreír las campanas del agua.
Abramos los ojos a la llamada: nuevos himnos
que convocan a otras batallas. Ganemos el horizonte
ras la esquina A bordo de un barco de papel, mi corazón
es un niño en los mediodías que no se olvidaron.
Esparce pétalos sobre las sábanas que contigo esperan:
pues seguro es el regreso: al cabo nos faltaron noches
por quemar. No sabe nuestros nombres el heraldo
del país de los muertos.
con tantos enemigos, he puesto una rosa
en mi armadura. Puedo ver un hilo celeste
danzando en el aire del tiempo, y un pájaro incendiado
sobre el azul vencido del ocaso hablará
del dolor y la pasión enterrados sin honor.
Todavía un calor de inocencia en los corredores
vestidos con sombra y viento frío.
Se nos fue la noche, amor, tan irremediablemente
como el agua entre los riscos, la sangre
tras el cuchillo, las palabras en el aire.
Marchó alta atravesando deseos y lamentos,
a escuchar desde la cúpula de cristal
la vigilia de los poetas y los desertores.
Todos se han ido, nadie soporta las ruinas.
Están vacíos los relojes de palacio, no quedan
huéspedes en los álamos del jardín. El viento
hace temblar la Luna en el estanque oscuro
y agita el silencio en la sala de música.
Batir de alas. La luz que desciende de la cumbre
hacen sonreír las campanas del agua.
Abramos los ojos a la llamada: nuevos himnos
que convocan a otras batallas. Ganemos el horizonte
ras la esquina A bordo de un barco de papel, mi corazón
es un niño en los mediodías que no se olvidaron.
Esparce pétalos sobre las sábanas que contigo esperan:
pues seguro es el regreso: al cabo nos faltaron noches
por quemar. No sabe nuestros nombres el heraldo
del país de los muertos.