El Nº 24
Publicado: Lun, 20 Dic 2021 15:48
Pueden desentrañar la niebla, descubrir
la oscuridad tras la sonrisa, acunar el amor
y hacer de la muerte una victoria, los ojos,
esos ojos, tus ojos; de verano inabarcable,
mansos como un velero adormecido
por cantos de gaviotas en luz de nube dulce,
con jóvenes a la orilla del mar, y más allá
surcos, botijo y sudor. Cuadros inacabados,
fotografías incompletas donde siempre faltamos
nosotros: nunca llegamos a tiempo.
Ojos absolutamente noviembre con lluvia
antigua de nostalgia y luna, que penetra
en el corazón y la piedra escrita que proclama
el nombre del hombre bajo la tierra. Los árboles
desvestidos y la sopa humeante; se mitiga
el frío cuerpo contra cuerpo, la vida estrena
perfumes de leña encendida y confidencias
ante el baile de las llamas: se camina más deprisa.
Pero siempre ojos de intemperie que provocan
el escalofrío, como el paisaje sobrecogido
ante un cadáver por sorpresa, su silencio y su olor
a sangre innecesaria; ojos con voz de madre,
de amante, de Destino, que saben convocar
la memoria o el olvido y administran mi vida
y mis sueños, y serán el agua del jardín secreto,
silueta eterna con claridad de primavera
cuando yo deje de verlos, hecho silencio
que ningún espejo podrá reflejar.
la oscuridad tras la sonrisa, acunar el amor
y hacer de la muerte una victoria, los ojos,
esos ojos, tus ojos; de verano inabarcable,
mansos como un velero adormecido
por cantos de gaviotas en luz de nube dulce,
con jóvenes a la orilla del mar, y más allá
surcos, botijo y sudor. Cuadros inacabados,
fotografías incompletas donde siempre faltamos
nosotros: nunca llegamos a tiempo.
Ojos absolutamente noviembre con lluvia
antigua de nostalgia y luna, que penetra
en el corazón y la piedra escrita que proclama
el nombre del hombre bajo la tierra. Los árboles
desvestidos y la sopa humeante; se mitiga
el frío cuerpo contra cuerpo, la vida estrena
perfumes de leña encendida y confidencias
ante el baile de las llamas: se camina más deprisa.
Pero siempre ojos de intemperie que provocan
el escalofrío, como el paisaje sobrecogido
ante un cadáver por sorpresa, su silencio y su olor
a sangre innecesaria; ojos con voz de madre,
de amante, de Destino, que saben convocar
la memoria o el olvido y administran mi vida
y mis sueños, y serán el agua del jardín secreto,
silueta eterna con claridad de primavera
cuando yo deje de verlos, hecho silencio
que ningún espejo podrá reflejar.