Editorial Alaire

escuché un llanto,
síguelo, dijo mi alma,
y de una princesa olvidada,
en un palacio desierto,
me encontré un corazón en llamas.

me dispuse a salvarla,
con aire heroico donde los haya,
pero al mirar mi estilo galano,
mientras limpiaba mi cara con mi mano,
observé que yo también lloraba.

qué misterios habrá en la vida,
qué cosas nos pasan,
dos príncipes en sus tierras
y un corazón que les abrasa.

pero el amor, no era fuego?
tal vez dos corazones,
unidos,
con una misma fuerza,
ya no queman,
pero
¿y si solo quedan ascuas?,
no sé, esta noche,
soñaré con esperanza...

ya vuelvo en mi caballo,
busco mi morada,
en un palacio desierto,
por donde ya nadie pasa,
con un corazón que a ratos llora
y a ratos canta.

quién pudiera crear ríos que unan desiertos,
y revitalicen las almas.

FIN

Tiene tu poema aires de fábula y plantea una reflexión: Tanto como en el amor como en todo tipo de sentimientos el límite entre los extremos es muy sutil y, a veces, inexistente. Ha sido una interesante lectura.

Un saludo cordial

Los corazones tristes se buscan, a veces se encuentran y se curan las heridas mutuamente.

Saludos