De mi colección "Los poemas del naufragio"
Publicado: Vie, 17 Dic 2021 19:51
L
Renuncio a la ciudadanía
de los atardeceres,
del fuego, de los noviembres
espesos de tristeza, y de las mareas.
No distingo versos, ceniza
o ninguna voz enamorada.
Llueve en la carretera y cada vez siento más frío. Nada a la vista
excepto el viento que no cesa en sus advertencias. Pesa el tiempo
sobre los hombros, mas solo tu nombre suena en la noche desierta. Ni los silencios
que restauran el orden
en el alma,
los allegretos de las fuentes,
y los pinos de sombras
amables, puedo ver.
Un gallardete culmina la torre: solo quise ser Jeromín en el patio
de armas. Un pájaro aletea en mi pecho si te nombro. Los astros
dibujan tu cuerpo en lo alto de la noche: a ti mis manos de humo.
Antes podía soñar y luego
buscar lo soñado
sin prisa,
urgentemente. Ardieron
las multitudes,
solo tu permaneces.
No hay estrellas en mi pasaporte ni azules bergantines. La lluvia
a nadie avala pero define y absuelve. Quien bendecirá rosas
o llanto. Solo amor y oscuridad hay en la memoria de los ojos.
No habitaré más
ocasos que tiñen de sangre
las hojas. El viento
pasa sin aquél perfume
de sal y pasión. Adiós pues
a todo lo que fue.
Renuncio a la ciudadanía
de los atardeceres,
del fuego, de los noviembres
espesos de tristeza, y de las mareas.
No distingo versos, ceniza
o ninguna voz enamorada.
Llueve en la carretera y cada vez siento más frío. Nada a la vista
excepto el viento que no cesa en sus advertencias. Pesa el tiempo
sobre los hombros, mas solo tu nombre suena en la noche desierta. Ni los silencios
que restauran el orden
en el alma,
los allegretos de las fuentes,
y los pinos de sombras
amables, puedo ver.
Un gallardete culmina la torre: solo quise ser Jeromín en el patio
de armas. Un pájaro aletea en mi pecho si te nombro. Los astros
dibujan tu cuerpo en lo alto de la noche: a ti mis manos de humo.
Antes podía soñar y luego
buscar lo soñado
sin prisa,
urgentemente. Ardieron
las multitudes,
solo tu permaneces.
No hay estrellas en mi pasaporte ni azules bergantines. La lluvia
a nadie avala pero define y absuelve. Quien bendecirá rosas
o llanto. Solo amor y oscuridad hay en la memoria de los ojos.
No habitaré más
ocasos que tiñen de sangre
las hojas. El viento
pasa sin aquél perfume
de sal y pasión. Adiós pues
a todo lo que fue.