El hombre centenario

[Ramón Castro Méndez]

Fié mi suerte al fuego de las centurias
porque así la luz engendra cósmicos sueños,
y amanecí con la sed de las orillas
que delirantes miran al vacío
y se empañan de aguas repentinas.
Conocí el amor como una flor recién abierta
descubre el manantial aroma de la lluvia.
Un cisne sopló al oído su nombre,
y amé, y amé, hasta sentir el frío del olvido.
Ardor, todo era ardor,
y qué hermosamente florecía.
¡Ah, despiadado amor, qué lento me devoras!
Era entonces aún joven e inmortal,
pues parecía la parca descuidada,
crecía con la insensata furia de las turbas,
y guardaba para mí el bíblico diezmo.
Esbelto y firme, me declaraba invencible,
sinergia del mismo universo mundo.
Ahora espero al hombre que se fue,
aquel dios de pecho agujereado,
como un Cristo amarrado a las cadenas,
pero envanecido hasta no reconocerme.
Diría que no nací para el mundo,
pero una y otra vez repito mi destino.
¡Ah, si entonces supiera que la muerte nunca miente!

[Mirta Elena Tessio]

Fié mi suerte al fuego de las centurias
porque así la luz engendra cósmicos sueños,
y amanecí con la sed de las orillas
que delirantes miran al vacío
y se empañan de aguas repentinas.
Conocí el amor como una flor recién abierta
descubre el manantial aroma de la lluvia.
Un cisne sopló al oído su nombre,
y amé, y amé, hasta sentir el frío del olvido.
Ardor, todo era ardor,
y qué hermosamente florecía.
¡Ah, despiadado amor, qué lento me devoras!
Era entonces aún joven e inmortal,
pues parecía la parca descuidada,
crecía con la insensata furia de las turbas,
y guardaba para mí el bíblico diezmo.
Esbelto y firme, me declaraba invencible,
sinergia del mismo universo mundo.
Ahora espero al hombre que se fue,
aquel dios de pecho agujereado,
como un Cristo amarrado a las cadenas,
pero envanecido hasta no reconocerme.
Diría que no nací para el mundo,
pero una y otra vez repito mi destino.
¡Ah, si entonces supiera que la muerte nunca miente!

Eras jóven e inmortal y la amabas como esa flor que se habre arropada por el aroma de la lluvia.
Hermoso, no puedo decir más.
Solo que la muerte no existe para mi y somos despiadadamente eternos.
Un abrazo Rámón, un placer leerte.

[Pilar Morte]

Muy hermoso poema tratado con esa sensibilidad tuya que me encanta. Qué bien describes el despertar del amor y el final con la muerte .
Un placer leerte.
Abrazos

[J. J. Martínez Ferreiro]

"Esbelto y firme, me declaraba invencible,
sinergia del mismo universo mundo.
Ahora espero al hombre que se fue,
aquel dios de pecho agujereado,
como un Cristo amarrado a las cadenas,
pero envanecido hasta no reconocerme.
Diría que no nací para el mundo,
pero una y otra vez repito mi destino.
¡Ah, si entonces supiera que la muerte nunca miente!"

Un poema de alto vuelo lírico, y con una expresi´´on poética rica e imaginativa, y ese tono de canto, de oda... al "hombre centenario"

Abrazos y salud.

[Ramón Castro Méndez]

Fié mi suerte al fuego de las centurias
porque así la luz engendra cósmicos sueños,
y amanecí con la sed de las orillas
que delirantes miran al vacío
y se empañan de aguas repentinas.
Conocí el amor como una flor recién abierta
descubre el manantial aroma de la lluvia.
Un cisne sopló al oído su nombre,
y amé, y amé, hasta sentir el frío del olvido.
Ardor, todo era ardor,
y qué hermosamente florecía.
¡Ah, despiadado amor, qué lento me devoras!
Era entonces aún joven e inmortal,
pues parecía la parca descuidada,
crecía con la insensata furia de las turbas,
y guardaba para mí el bíblico diezmo.
Esbelto y firme, me declaraba invencible,
sinergia del mismo universo mundo.
Ahora espero al hombre que se fue,
aquel dios de pecho agujereado,
como un Cristo amarrado a las cadenas,
pero envanecido hasta no reconocerme.
Diría que no nací para el mundo,
pero una y otra vez repito mi destino.
¡Ah, si entonces supiera que la muerte nunca miente!

Eras jóven e inmortal y la amabas como esa flor que se habre arropada por el aroma de la lluvia.
Hermoso, no puedo decir más.
Solo que la muerte no existe para mi y somos despiadadamente eternos.
Un abrazo Rámón, un placer leerte.

Muchas gracias, amiga Mirta, por dejarme tu atento comentario y celebro que estas letras hayan sido de tu agrado.
No puedo demostrarlo, pero intuyo que la muerte es un escalón para otra vida, distinta a la presente, pero vida al fin y al cabo.

Que tengas unas felices fiestas navideñas.

Un afectuoso abrazo.

[Ramón Castro Méndez]

Muy hermoso poema tratado con esa sensibilidad tuya que me encanta. Qué bien describes el despertar del amor y el final con la muerte .
Un placer leerte.
Abrazos

¿Qué puedo decir, querida Pilar? Pues muchas gracias y que me encanta que te encante.

Que tengas unas felices fiestas en compañía de los tuyos.

Un afectuoso abrazo.

[xaime oroza carballo]

Fié mi suerte al fuego de las centurias
porque así la luz engendra cósmicos sueños,
y amanecí con la sed de las orillas
que delirantes miran al vacío
y se empañan de aguas repentinas.
Conocí el amor como una flor recién abierta
descubre el manantial aroma de la lluvia.
Un cisne sopló al oído su nombre,
y amé, y amé, hasta sentir el frío del olvido.
Ardor, todo era ardor,
y qué hermosamente florecía.
¡Ah, despiadado amor, qué lento me devoras!
Era entonces aún joven e inmortal,
pues parecía la parca descuidada,
crecía con la insensata furia de las turbas,
y guardaba para mí el bíblico diezmo.
Esbelto y firme, me declaraba invencible,
sinergia del mismo universo mundo.
Ahora espero al hombre que se fue,
aquel dios de pecho agujereado,
como un Cristo amarrado a las cadenas,
pero envanecido hasta no reconocerme.
Diría que no nací para el mundo,
pero una y otra vez repito mi destino.
¡Ah, si entonces supiera que la muerte nunca miente!

¡Dios, Ramón!, ¡me hiciste mirar atrás!
Tamén me levaches a Polonia navegando coa maxia do teu cisne (perdón, me salió en gallego) "También me llevaste a Polonia navegando con la magia de tu cisne".

Un abrazo y bo Nadal.

[Ramón Castro Méndez]

"Esbelto y firme, me declaraba invencible,
sinergia del mismo universo mundo.
Ahora espero al hombre que se fue,
aquel dios de pecho agujereado,
como un Cristo amarrado a las cadenas,
pero envanecido hasta no reconocerme.
Diría que no nací para el mundo,
pero una y otra vez repito mi destino.
¡Ah, si entonces supiera que la muerte nunca miente!"

Un poema de alto vuelo lírico, y con una expresi´´on poética rica e imaginativa, y ese tono de canto, de oda... al "hombre centenario"

Abrazos y salud.

Muchas gracias, amigo Ferreiro, por dejar tu huella en estas letras.

Un fuerte abrazo y Feliz Navidad.

[Ramón Castro Méndez]

¡Ah, despiadado amor, qué lento me devoras!

Te has descolgado del árbol de la lírica con un emocionante poema sobre "tempus fugit". Como comentaba contigo, es tiempo de reflexión, de dudas también, que en tu caso has trasformado, con emoción, en una obra literaria de quilates que da gusto releer pues siempre encuentro nuevos matices. Estamos en edades parecidas y me idintifica. Es la poesía que más me gusta, la que me dice algo, con un lenguaje rico pero sin contracturas de código, universalizando el decir, la que ayuda a explorarme y a descubrir, con asombro de niño, nuevos matices en la misma flor de siempre, sin altisonancias del quiero y no puedo, desde la sencillez, pues la belleza no está tan lejos.

Un abrazo amigo

Muchas gracias, amigo Miguel, por tu generoso y atento comentario. Como diría Sam Sephard, no sé "si estos tiempos me han hecho escéptico o han confirmado mi escepticismo". Suelo desconfiar, sin mala fe, supongo que por autoprotección, del que no tiene dudas.

Un fuerte abrazo y nos vemos o encontramos.

[Ramón Castro Méndez]

Fié mi suerte al fuego de las centurias
porque así la luz engendra cósmicos sueños,
y amanecí con la sed de las orillas
que delirantes miran al vacío
y se empañan de aguas repentinas.
Conocí el amor como una flor recién abierta
descubre el manantial aroma de la lluvia.
Un cisne sopló al oído su nombre,
y amé, y amé, hasta sentir el frío del olvido.
Ardor, todo era ardor,
y qué hermosamente florecía.
¡Ah, despiadado amor, qué lento me devoras!
Era entonces aún joven e inmortal,
pues parecía la parca descuidada,
crecía con la insensata furia de las turbas,
y guardaba para mí el bíblico diezmo.
Esbelto y firme, me declaraba invencible,
sinergia del mismo universo mundo.
Ahora espero al hombre que se fue,
aquel dios de pecho agujereado,
como un Cristo amarrado a las cadenas,
pero envanecido hasta no reconocerme.
Diría que no nací para el mundo,
pero una y otra vez repito mi destino.
¡Ah, si entonces supiera que la muerte nunca miente!

¡Dios, Ramón!, ¡me hiciste mirar atrás!
Tamén me levaches a Polonia navegando coa maxia do teu cisne (perdón, me salió en gallego) "También me llevaste a Polonia navegando con la magia de tu cisne".

Un abrazo y bo Nadal.

Non hai problema que te entendin ben, xa que eu teño pasados muitos vranos n'occidente asturiano.
Muitas grazas.
Bo nadal pra ti e os tuos.

[Rafel Calle]

Muy bello trabajo, amigo Ramón, que, a mi juicio, merece estar junto a tus mejores poemas.
Aprovecho para desearte una feliz Navidad y mucha salud, compañero.
Abrazos.

[Ramón Castro Méndez]

Muy bello trabajo, amigo Ramón, que, a mi juicio, merece estar junto a tus mejores poemas.
Aprovecho para desearte una feliz Navidad y mucha salud, compañero.
Abrazos.

Muy agradecid por tu paso, amigo Rafel.

Un fuerte abrazo.

[Julio Gonzalez Alonso]

Sin duda, un magnífico poema. No solamente destaca la manera de presentar el tema, sino que éste se ve intensificado con el eco del tono del lenguaje y la exquisita elección de los términos y las expresiones. Un poema para releer y tener en cuenta. Un abrazo, Ramón.
Salud.

[Ramón Castro Méndez]

Sin duda, un magnífico poema. No solamente destaca la manera de presentar el tema, sino que éste se ve intensificado con el eco del tono del lenguaje y la exquisita elección de los términos y las expresiones. Un poema para releer y tener en cuenta. Un abrazo, Ramón.
Salud.

Muchas gracias, Julio por tus alentadoras palabras. Celebro que esta propuesta haya sido de tu agrado.
Un fuerte abrazo.

[Ignacio Mincholed]

Era entonces aún joven e inmortal

Bien traes aquí la vida vivida con potencia. Felicidades, Ramón.

Un abrazo.
Ignacio