Trópicos. Pegamento

[Ignacio Mincholed]

...


1

Es tenaz este aire que tanto necesito. De portal a portal, por esta calle ancha, me refugio de algunas ráfagas, de las más silbantes;
de las que parecen buscarme y en realidad me ignoran.

Tanto como adoro la brisa tanto detesto el viento, más en esta noche elíptica en que deseo envolverme en el embozo.

Es muy lenta la voz de esta noche. Las palabras parecen tener pegamento. Son muy lentos mis pasos. La puerta se abre con pereza.


2

Leo con impaciencia. Busco algo que leí entre la página 102 y la 113, pero no lo encuentro. Recuerdo que fue en este libro,
tuvo que ser en esas páginas, pero no encuentro aquello que se quedó olvidado como la propina junto a una taza de café.

Tuvo que ser allí, pero no veo lo que vi. Quizá alguien se llevó las palabras, como desaparecen las monedas de una mesa,
sin recuerdo; igual que faltan unas llaves que nunca se dejaron sobre el escritorio.

Releo, paso las páginas a saltos. Las paso una a una. No aparece. Ahora leo frases borradas.


3

Maxwell se acerca. Lo saludé al ir a desayunar. Una caricia en el cuello, unas palabras. Él solo un titilar de su cola, anillado en la caja.

Sale mientras escribo. Hace una ronda. Va por un juguete, lo ignora. Se tumba.
Mira el sofá con pereza, debe saltar, salta para dormir en el brazo. No lo ignoro, no me ignora.

Es mediodía y escucho sus patas al bajarse. Viene. Se alza hacia la silla, lo acaricio mientras escribo a una mano tres palabras.
Se estira, se despereza, se arrima hasta subir a mi regazo.

Escribo mientras sueña.


4

Nunca tuve inclinación a un estado determinado. Lo llaman vocación.
Cómo querer estar permanentemente en un estado único. Tal vez en serenidad.

Pero cómo fundirla con la revolución inevitable, esa severa revolución
que en silencio hace que se alternen los polos, esa en la que el norte se hace sur.

Así me reconozco, en múltiples estados; en una constante revolución sin alarma.

…

[Pilar Morte]

1, 2, 3 4 ... infinito. Así son los estados. Me quedo con el 4, aunque el que me despertó ternura fue el 3.
Un placer leerte.
Abrazos

[Hallie Hernández Alfaro]

...


1

Es tenaz este aire que tanto necesito. De portal a portal, por esta calle ancha, me refugio de algunas ráfagas, de las más silbantes;
de las que parecen buscarme y en realidad me ignoran.

Tanto como adoro la brisa tanto detesto el viento, más en esta noche elíptica en que deseo envolverme en el embozo.

Es muy lenta la voz de esta noche. Las palabras parecen tener pegamento. Son muy lentos mis pasos. La puerta se abre con pereza.


2

Leo con impaciencia. Busco algo que leí entre la página 102 y la 113, pero no lo encuentro. Recuerdo que fue en este libro,
tuvo que ser en esas páginas, pero no encuentro aquello que se quedó olvidado como la propina junto a una taza de café.

Tuvo que ser allí, pero no veo lo que vi. Quizá alguien se llevó las palabras, como desaparecen las monedas de una mesa,
sin recuerdo; igual que faltan unas llaves que nunca se dejaron sobre el escritorio.

Releo, paso las páginas a saltos. Las paso una a una. No aparece. Ahora leo frases borradas.


3

Maxwell se acerca. Lo saludé al ir a desayunar. Una caricia en el cuello, unas palabras. Él solo un titilar de su cola, anillado en la caja.

Sale mientras escribo. Hace una ronda. Va por un juguete, lo ignora. Se tumba.
Mira el sofá con pereza, debe saltar, salta para dormir en el brazo. No lo ignoro, no me ignora.

Es mediodía y escucho sus patas al bajarse. Viene. Se alza hacia la silla, lo acaricio mientras escribo a una mano tres palabras.
Se estira, se despereza, se arrima hasta subir a mi regazo.

Escribo mientras sueña.


4

Nunca tuve inclinación a un estado determinado. Lo llaman vocación.
Cómo querer estar permanentemente en un estado único. Tal vez en serenidad.

Pero cómo fundirla con la revolución inevitable, esa severa revolución
que en silencio hace que se alternen los polos, esa en la que el norte se hace sur.

Así me reconozco, en múltiples estados; en una constante revolución sin alarma.

…

Lo he citado entero para el deleite propio, Ignacio.
Es uno de tus poemas que más me ha gustado ( ya sabes que suelo beber fondo blanco tus letras).
La armonía y la emoción, la perfección rozando, el afecto constelado por la belleza.

Ovación cerrada; un abrazo.

[Rafel Calle]

Muy bello trabajo, amigo Ignacio. Estoy de acuerdo con Hallie, es uno de tus mejores poemas, en este caso en prosa versicular.
Felicidades.
Abrazos.

[Antonia Mauro]

Buenas,

buscar con impaciencia las palabras, o simplemente buscar.
Impacientes o tenaces, como ese aire.
Tenacidad ante la vida, siempre.
De vocación: pues vivir. Qué otra cosa se puede hacer si no?
A veces gaseosos, otras líquidos y otras sólidos como la roca.

Gracias por hacerme pensar.
También ha influido bastante el pincho de tortilla que me acabo de meter para el cuerpazo.
Un abrazo.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Magnífica, amigo Ignacio, esta crónica reflexiva de la cotidianidad vital

Es verdad, me parece uno de tus mejores trabajos poéticos, sobre todo por todo lo que las palabras dicen y por sus sonoros silencios.

Todos son muy buenos pero de elegir alguno me quedo con el 4, esa actitud multidisciplinar frente a la cultura y la realidad
"Así me reconozco, en múltiples estados; en una constante revolución sin alarma"


Todo un placer de lectura, colega Ignacio.

Un fuerte abrazo.

[Ignacio Mincholed]

1, 2, 3 4 ... infinito. Así son los estados. Me quedo con el 4, aunque el que me despertó ternura fue el 3.
Un placer leerte.
Abrazos

Cierto, Pilar, se van sucediendo.
Gracias por la nota.

Un abrazo.
Ignacio

[E. R. Aristy]

...


1

Es tenaz este aire que tanto necesito. De portal a portal, por esta calle ancha, me refugio de algunas ráfagas, de las más silbantes;
de las que parecen buscarme y en realidad me ignoran.

Tanto como adoro la brisa tanto detesto el viento, más en esta noche elíptica en que deseo envolverme en el embozo.

Es muy lenta la voz de esta noche. Las palabras parecen tener pegamento. Son muy lentos mis pasos. La puerta se abre con pereza.


2

Leo con impaciencia. Busco algo que leí entre la página 102 y la 113, pero no lo encuentro. Recuerdo que fue en este libro,
tuvo que ser en esas páginas, pero no encuentro aquello que se quedó olvidado como la propina junto a una taza de café.

Tuvo que ser allí, pero no veo lo que vi. Quizá alguien se llevó las palabras, como desaparecen las monedas de una mesa,
sin recuerdo; igual que faltan unas llaves que nunca se dejaron sobre el escritorio.

Releo, paso las páginas a saltos. Las paso una a una. No aparece. Ahora leo frases borradas.


3

Maxwell se acerca. Lo saludé al ir a desayunar. Una caricia en el cuello, unas palabras. Él solo un titilar de su cola, anillado en la caja.

Sale mientras escribo. Hace una ronda. Va por un juguete, lo ignora. Se tumba.
Mira el sofá con pereza, debe saltar, salta para dormir en el brazo. No lo ignoro, no me ignora.

Es mediodía y escucho sus patas al bajarse. Viene. Se alza hacia la silla, lo acaricio mientras escribo a una mano tres palabras.
Se estira, se despereza, se arrima hasta subir a mi regazo.

Escribo mientras sueña.


4

Nunca tuve inclinación a un estado determinado. Lo llaman vocación.
Cómo querer estar permanentemente en un estado único. Tal vez en serenidad.

Pero cómo fundirla con la revolución inevitable, esa severa revolución
que en silencio hace que se alternen los polos, esa en la que el norte se hace sur.

Así me reconozco, en múltiples estados; en una constante revolución sin alarma.

…

Me gusta esta intermitente realidad del artista. Es un estado unico ciertamente. Te felicito, Mincholed, por lograr que no haya tiempo y que las palabras sean magicas y sugerentes. ERA

[Ignacio Mincholed]

...


1

Es tenaz este aire que tanto necesito. De portal a portal, por esta calle ancha, me refugio de algunas ráfagas, de las más silbantes;
de las que parecen buscarme y en realidad me ignoran.

Tanto como adoro la brisa tanto detesto el viento, más en esta noche elíptica en que deseo envolverme en el embozo.

Es muy lenta la voz de esta noche. Las palabras parecen tener pegamento. Son muy lentos mis pasos. La puerta se abre con pereza.


2

Leo con impaciencia. Busco algo que leí entre la página 102 y la 113, pero no lo encuentro. Recuerdo que fue en este libro,
tuvo que ser en esas páginas, pero no encuentro aquello que se quedó olvidado como la propina junto a una taza de café.

Tuvo que ser allí, pero no veo lo que vi. Quizá alguien se llevó las palabras, como desaparecen las monedas de una mesa,
sin recuerdo; igual que faltan unas llaves que nunca se dejaron sobre el escritorio.

Releo, paso las páginas a saltos. Las paso una a una. No aparece. Ahora leo frases borradas.


3

Maxwell se acerca. Lo saludé al ir a desayunar. Una caricia en el cuello, unas palabras. Él solo un titilar de su cola, anillado en la caja.

Sale mientras escribo. Hace una ronda. Va por un juguete, lo ignora. Se tumba.
Mira el sofá con pereza, debe saltar, salta para dormir en el brazo. No lo ignoro, no me ignora.

Es mediodía y escucho sus patas al bajarse. Viene. Se alza hacia la silla, lo acaricio mientras escribo a una mano tres palabras.
Se estira, se despereza, se arrima hasta subir a mi regazo.

Escribo mientras sueña.


4

Nunca tuve inclinación a un estado determinado. Lo llaman vocación.
Cómo querer estar permanentemente en un estado único. Tal vez en serenidad.

Pero cómo fundirla con la revolución inevitable, esa severa revolución
que en silencio hace que se alternen los polos, esa en la que el norte se hace sur.

Así me reconozco, en múltiples estados; en una constante revolución sin alarma.

…

Lo he citado entero para el deleite propio, Ignacio.
Es uno de tus poemas que más me ha gustado ( ya sabes que suelo beber fondo blanco tus letras).
La armonía y la emoción, la perfección rozando, el afecto constelado por la belleza.

Ovación cerrada; un abrazo.

Gracias por la nota, Hallie, aprecio tu sentido comentario.

Un abrazo.
Ignacio

[Ramón Castro Méndez]

Excelente poema sobre los paisajes interiores de lo cotidiano.
Enhorabuena.

Un fuerte abrazo.

[Ignacio Mincholed]

Muy bello trabajo, amigo Ignacio. Estoy de acuerdo con Hallie, es uno de tus mejores poemas, en este caso en prosa versicular.
Felicidades.
Abrazos.

Gracias por la nota, Rafel. Me alegra. Ahí vamos, según nos pide el cuerpo, con esta serie de trópicos.

Un abrazo.
Ignacio

[Ignacio Mincholed]

Buenas,

buscar con impaciencia las palabras, o simplemente buscar.
Impacientes o tenaces, como ese aire.
Tenacidad ante la vida, siempre.
De vocación: pues vivir. Qué otra cosa se puede hacer si no?
A veces gaseosos, otras líquidos y otras sólidos como la roca.

Gracias por hacerme pensar.
También ha influido bastante el pincho de tortilla que me acabo de meter para el cuerpazo.
Un abrazo.

Pues sí, Antonia, sin duda, donde esté un pincho de tortilla para completar cualquier vocación, que se quiten las barritas energéticas; que la materia importa y no es cuestión de desaprovecharla.

Gracias por la nota. Un abrazo.
Ignacio