Editorial Alaire

A veces sucede que nos dejamos atrapar por lo externo buscando un interior excepcional que no hallamos. Buena y bien hilada simbología para mostrarlo. Me gustó leerte.
Abrazos

Óscar Distéfano escribió: ↑Mié, 06 Oct 2021 2:56 La cebolla

La cáscara primera es sucia.
Luego aparecen, como
sentimientos superpuestos,
otras capas más limpias,
y otras que se ven casi transparentes.

Lagrimeamos sin cesar,
y abocados al proceso, sentimos
la oscura sensación de hallar
algo valioso tras la última capa.

Sin embargo,
nada encontramos,
ninguna perla,
nada.

Su tesoro,
su substancia,
su elemento fundamental
está en su cáscara.

No pierdas tiempo
en buscar en su centro.

Muy interesante este poema, Oscar. Abrazos, ERA

Es intensa la cebolla, sus capas lagrimean y el picor de su gusto pone a prueba nuestra sensibilidad, no hay manera de que pase desapercibida porque tiene la capacidad de implicarse en la huella.

Me gusta cómo lo has dicho, Óscar; un abrazo y gracias por compartir.

Óscar Distéfano escribió: ↑Mié, 06 Oct 2021 2:56 La cebolla

La cáscara primera es sucia.
Luego aparecen, como
sentimientos superpuestos,
otras capas más limpias,
y otras que se ven casi transparentes.

Lagrimeamos sin cesar,
y abocados al proceso, sentimos
la oscura sensación de hallar
algo valioso tras la última capa.

Sin embargo,
nada encontramos,
ninguna perla,
nada.

Su tesoro,
su substancia,
su elemento fundamental
está en su cáscara.

Incontables cebollas
existen en el mundo.
No perdamos el tiempo
en buscar en el núcleo.

Las cascaras son las máscaras protectoras de las catáfilas que nos hacen llorar. Y encuentro una gran metáfora.
Siempre buscamos afuera lo que está en su interior.
Gracias por compartir tu talento.-Abrazo poético.-

Versos húmedos que lagrimean inteligencia y buen hacer poético.

Todo un placer de lectura, amigo Óscar.

Abrazos y salud.

Óscar Distéfano escribió: ↑Mié, 06 Oct 2021 2:56 La cebolla

La cáscara primera es sucia.
Luego aparecen, como
sentimientos superpuestos,
otras capas más limpias,
y otras que se ven casi transparentes.

Lagrimeamos sin cesar,
y abocados al proceso, sentimos
la oscura sensación de hallar
algo valioso tras la última capa.

Sin embargo,
nada encontramos,
ninguna perla,
nada.

Su tesoro,
su substancia,
su elemento fundamental
está en su cáscara.

Incontables cebollas
existen en el mundo.
No perdamos el tiempo
en buscar en el núcleo.

Apuesto que la curiosidad y esa ansia de búsqueda que nos puede nos seguirá haciendo escarbar entre lágrimas. Un abrazo, amigo Óscar. Salud.

Pilar Morte escribió: ↑Mié, 06 Oct 2021 8:02 A veces sucede que nos dejamos atrapar por lo externo buscando un interior excepcional que no hallamos. Buena y bien hilada simbología para mostrarlo. Me gustó leerte.
Abrazos

Es así, Pilar. A veces, el deseo de mirar solo la hondura nos lleva a equivocar nuestra búsqueda. Salud.

Un saludo de amistad.
Óscar

Óscar Distéfano escribió: ↑Mié, 06 Oct 2021 2:56 La cebolla

La cáscara primera es sucia.
Luego aparecen, como
sentimientos superpuestos,
otras capas más limpias,
y otras que se ven casi transparentes.

Lagrimeamos sin cesar,
y abocados al proceso, sentimos
la oscura sensación de hallar
algo valioso tras la última capa.

Sin embargo,
nada encontramos,
ninguna perla,
nada.

Su tesoro,
su substancia,
su elemento fundamental
está en su cáscara.

Incontables cebollas
existen en el mundo.
No perdamos el tiempo
en buscar en el núcleo.

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He aquí una genialidad de Óscar Distéfano, maestro de analizar los emocionantes recovecos del intelecto y uno de los mejores críticos de poesía que se puedan encontrar. Ahora, inmerso en la plenitud de su poética, Óscar va mostrando, una y otra vez, poema tras poema, que el continuo esfuerzo llevado a cabo durante muchos años, ha dado, está dando sus frutos.
La cebolla es una alegoría de alta escuela, que, como le es natural, se presta a un universo interpretativo, cada lector reinventa su aprehensión, le da vida a la cebolla y la inmiscuye en los recovecos humanos, no siempre de la calidad esperada. El lloro de la cebolla, con ella y por ella.
A vueltas con un apasionado tema que se ha venido suscitando sobre la oralidad, por qué es tan importante en la versificación y viceversa, te apunto un detalle, compañero:

Lagrimeamos sin cesar,
y abocados al proceso, sentimos

Si lo cambiamos así:
Lagrimeamos sin cesar
y, abocados al proceso, sentimos

O así:
Lagrimeamos sin cesar,
abocados al proceso, sentimos

Evitamos la pronunciación "ya" (bocados), porque debemos pararnos por la pausa versal y la coma, así que, la "y" se pronuncia sola, con pausa antes y después. Todo para alejarnos de "y a bocados...".

Ha sido un placer leerte. Felicidades por esta obra que muestra muchos signos de madurez (mezclar un octosílabo...). Queda lejos el intransigente poeta de lo formalmente clásico, que conocimos hace ya muchos años. Hoy en día sabemos que la perfección formal tiene la importancia que tiene, pero no tiene ni una pizca más.
Abrazos.

E. R. Aristy escribió: ↑Mié, 06 Oct 2021 9:53


Muy interesante este poema, Oscar. Abrazos, ERA

Gracias, Roxane, por tu presencia. Es un estímulo.

Un abrazo fraterno.
Óscar

Qué tendrá la cebolla, una vulgar planta herbácea y bulbosa, que atrae tanto a los poetas. Uno te compone unas nanas magistrales y otro, una soberbia alegoría sobre la ciencia o la curiosidad o las apariencias, depende.
Un cordial saludo, amigo poeta.

Me ha gustado la idea del poema. Limpiar lo superfluo para llegar al meollo y, no encontrar nada. ¡Qué putada! Pero ocurre tantas veces...
Te felicito.
Un saludo.

Releyendo La cebolla, una buena alegoría de Óscar Distéfano.

Para pelar La cebolla es necesario ponerse una escafandra, de lo contrario vamos a llorar...

Una alegoría buenísima.

Felicitaciones, Óscar
Un abrazo
Ana