Octubre
Publicado: Sab, 11 Oct 2008 18:02
La cara recelosa del invierno
se asoma a la ventana de tus días
con sombría expresión, como temiendo
que los ratos de sol que nos regalas
los prolongues sin pausa hasta Noviembre.
Te perlan las mañanas con rosarios
de cuentas de rocío, que en la margen
quebrada del arroyo brillan leves
tras la caricia suave de la aurora,
sobre la hierba núbil, que aún no viste
con su invernal mortaja amarillenta.
Oreas tibio el aire con amable
caricia de verano prolongada
que torna en calidez, y acaba siendo
bochornoso preludio de tormenta.
O amaneces adusto, y es el cierzo,
o el llanto intermitente de las nubes,
quien motiva tu temple, quien se ensaña
con los últimos frutos, con las flores
que en un canto de cisne silencioso,
remisas a morirse en los jardines,
perfuman la sonrisa de tus horas.
Te mueves en la piel del calendario,
inquieto mes de Octubre, en un remonte
crispado de inclemencias, que apresuran
el vendimiar postrero de las vides,
lastimando la dulce calidad
de la cosecha. Avanzas a tu fin
mientras nos robas la decadente luz
que mide días, y tienes el relevo
trepando pertinaz por tus esquinas.
Eres, como la puerta fronteriza
que cierra del estío veraniego
su tórrido pasar, mientras se abre
el haz de tu dintel al prematuro
y pernicioso soplo de la helada;
paleta de pintor donde ha mezclado
la fiel naturaleza sus colores
para mostrarnos plena en hermosura
la imparable llegada del Otoño.
Mario
se asoma a la ventana de tus días
con sombría expresión, como temiendo
que los ratos de sol que nos regalas
los prolongues sin pausa hasta Noviembre.
Te perlan las mañanas con rosarios
de cuentas de rocío, que en la margen
quebrada del arroyo brillan leves
tras la caricia suave de la aurora,
sobre la hierba núbil, que aún no viste
con su invernal mortaja amarillenta.
Oreas tibio el aire con amable
caricia de verano prolongada
que torna en calidez, y acaba siendo
bochornoso preludio de tormenta.
O amaneces adusto, y es el cierzo,
o el llanto intermitente de las nubes,
quien motiva tu temple, quien se ensaña
con los últimos frutos, con las flores
que en un canto de cisne silencioso,
remisas a morirse en los jardines,
perfuman la sonrisa de tus horas.
Te mueves en la piel del calendario,
inquieto mes de Octubre, en un remonte
crispado de inclemencias, que apresuran
el vendimiar postrero de las vides,
lastimando la dulce calidad
de la cosecha. Avanzas a tu fin
mientras nos robas la decadente luz
que mide días, y tienes el relevo
trepando pertinaz por tus esquinas.
Eres, como la puerta fronteriza
que cierra del estío veraniego
su tórrido pasar, mientras se abre
el haz de tu dintel al prematuro
y pernicioso soplo de la helada;
paleta de pintor donde ha mezclado
la fiel naturaleza sus colores
para mostrarnos plena en hermosura
la imparable llegada del Otoño.
Mario