Me siento vencido, Rafel, he cumplido unos años y no encontré al viejo que esperaba. Mi padre murió hace poco y, probablemente, tuvo sexo la noche antes de su última y única hospitalización, a eso se le llama coraje, eso nos demuestra que Hemingway y las Brigadas Internacionales siguen vivos. Pero yo tengo miedo de salir a la calle, miedo de lo que va quedando de mí mismo, de encontrarme con gente con mascarilla y gente con careta.
Escribir un poema en verso medido es complicado, las más de las veces no posibilita que uno diga cabalmente lo que quiere, pero ocurren cosas curiosas cuando cambias una palabra o un verso y, a veces, piensas que has dicho lo que quiere el destino. Esos poemas de todas formas resultan un poco afectados y se convierten en los menos queridos por el poeta, pero aunque esto sea serio es, simplemente, un juego, como el altar de unos niños que levantan ídolos sin saber que llega el día en el que pueden llegar a odiarlos. Hay algo surrealista en ese intento forzado y, casi siempre agotador