Por si falto a mi entierro...
Publicado: Sab, 07 Ago 2021 13:39
Les ruego que me perdonen la impertinencia
-lo siento yo más que ustedes-,
pero si el cielo no me da más garantías
es muy probable que no asista a mis exequias;
me iré por la tangente, sin que nadie me vea,
me meteré en el hoyo, como Groucho,
y ya no me levanto ni aunque venga a verme el Papa.
La vida es un vericueto de mil cojones,
te juro que si no fuera por lo que duele
me daba ahora mismo un tajo en mitad del alma.
¿Quién ha de andar derecho con tanta cruz a cuestas?
Jesucristo y dos más, tres a lo sumo,
el resto, que no te engañen, pegar tumbos
y no pegar ni chapa.
De entre todas mis cruces, que no son pocas,
la más insostenible es mi Gertrudis;
desde marzo a febrero jodiendo la marrana,
que si ronco, si eructo, si huelo a choto,
si me pillo unas trompas de siesta y manta,
si la siso, si fumo, si me la pelo,
y que va a demandarme por robarle a su esposo.
El chiquillo estudiando para ministro,
pero haciendo las prácticas con mi cartera
mientras llega al Congreso.
El yerno, no contento con trincarse a mi niña,
se come mis lentejas;
no sé por dónde coño se ha metido,
no lo he visto ni entrar, y ya no sale de mi casa
mientras quede en la mesa algún condumio.
Los suegros a lo suyo, mirarme malamente,
emponzoñar la santa convivencia,
tocarme los cojones por puro aburrimiento
y malcriar los nietos.
La vecina del quinto, que si mira y no toques,
la moral por los suelos, la salud por los bares,
y hasta a lomos de Onán pegando gatillazos…
Pero si aún mis penas te parecieran pocas
déjame que te cuente la última hora:
acaba de llegar a mis oídos que se han reunido todos
con carácter de urgencia, y han decidido
que si no me inoculo la dictadura de Pfizer
no vuelvo a entrar en mi casa ni con los guardias.
Gracias a Dios que tengo quince gatos
ronroneando alrededor del aire que respiro
para que todo esté siempre en su sitio;
con eso y con el mundo por montera
me voy aclimatando al fin del mundo
que prepara el sistema.
Así que oídme bien, que ya no vuelvo a repetirlo,
si vais al camposanto para darme santo entierro,
bebed en mi memoria y olvidadme cuanto antes;
si no puedo asistir, no me tengáis en cuenta el feo,
pensad que igual me he muerto en otro sitio,
o por mejor pensar, pensad que os aborrezco.
Llegado a estas alturas, ¿qué me queda
sino contradecir lo establecido
y huir hacia adelante…?
-lo siento yo más que ustedes-,
pero si el cielo no me da más garantías
es muy probable que no asista a mis exequias;
me iré por la tangente, sin que nadie me vea,
me meteré en el hoyo, como Groucho,
y ya no me levanto ni aunque venga a verme el Papa.
La vida es un vericueto de mil cojones,
te juro que si no fuera por lo que duele
me daba ahora mismo un tajo en mitad del alma.
¿Quién ha de andar derecho con tanta cruz a cuestas?
Jesucristo y dos más, tres a lo sumo,
el resto, que no te engañen, pegar tumbos
y no pegar ni chapa.
De entre todas mis cruces, que no son pocas,
la más insostenible es mi Gertrudis;
desde marzo a febrero jodiendo la marrana,
que si ronco, si eructo, si huelo a choto,
si me pillo unas trompas de siesta y manta,
si la siso, si fumo, si me la pelo,
y que va a demandarme por robarle a su esposo.
El chiquillo estudiando para ministro,
pero haciendo las prácticas con mi cartera
mientras llega al Congreso.
El yerno, no contento con trincarse a mi niña,
se come mis lentejas;
no sé por dónde coño se ha metido,
no lo he visto ni entrar, y ya no sale de mi casa
mientras quede en la mesa algún condumio.
Los suegros a lo suyo, mirarme malamente,
emponzoñar la santa convivencia,
tocarme los cojones por puro aburrimiento
y malcriar los nietos.
La vecina del quinto, que si mira y no toques,
la moral por los suelos, la salud por los bares,
y hasta a lomos de Onán pegando gatillazos…
Pero si aún mis penas te parecieran pocas
déjame que te cuente la última hora:
acaba de llegar a mis oídos que se han reunido todos
con carácter de urgencia, y han decidido
que si no me inoculo la dictadura de Pfizer
no vuelvo a entrar en mi casa ni con los guardias.
Gracias a Dios que tengo quince gatos
ronroneando alrededor del aire que respiro
para que todo esté siempre en su sitio;
con eso y con el mundo por montera
me voy aclimatando al fin del mundo
que prepara el sistema.
Así que oídme bien, que ya no vuelvo a repetirlo,
si vais al camposanto para darme santo entierro,
bebed en mi memoria y olvidadme cuanto antes;
si no puedo asistir, no me tengáis en cuenta el feo,
pensad que igual me he muerto en otro sitio,
o por mejor pensar, pensad que os aborrezco.
Llegado a estas alturas, ¿qué me queda
sino contradecir lo establecido
y huir hacia adelante…?