Por si falto a mi entierro...

[Jorge Salvador]

Les ruego que me perdonen la impertinencia
-lo siento yo más que ustedes-,
pero si el cielo no me da más garantías
es muy probable que no asista a mis exequias;
me iré por la tangente, sin que nadie me vea,
me meteré en el hoyo, como Groucho,
y ya no me levanto ni aunque venga a verme el Papa.

La vida es un vericueto de mil cojones,
te juro que si no fuera por lo que duele
me daba ahora mismo un tajo en mitad del alma.

¿Quién ha de andar derecho con tanta cruz a cuestas?
Jesucristo y dos más, tres a lo sumo,
el resto, que no te engañen, pegar tumbos
y no pegar ni chapa.

De entre todas mis cruces, que no son pocas,
la más insostenible es mi Gertrudis;
desde marzo a febrero jodiendo la marrana,
que si ronco, si eructo, si huelo a choto,
si me pillo unas trompas de siesta y manta,
si la siso, si fumo, si me la pelo,
y que va a demandarme por robarle a su esposo.

El chiquillo estudiando para ministro,
pero haciendo las prácticas con mi cartera
mientras llega al Congreso.

El yerno, no contento con trincarse a mi niña,
se come mis lentejas;
no sé por dónde coño se ha metido,
no lo he visto ni entrar, y ya no sale de mi casa
mientras quede en la mesa algún condumio.

Los suegros a lo suyo, mirarme malamente,
emponzoñar la santa convivencia,
tocarme los cojones por puro aburrimiento
y malcriar los nietos.

La vecina del quinto, que si mira y no toques,
la moral por los suelos, la salud por los bares,
y hasta a lomos de Onán pegando gatillazos…

Pero si aún mis penas te parecieran pocas
déjame que te cuente la última hora:
acaba de llegar a mis oídos que se han reunido todos
con carácter de urgencia, y han decidido
que si no me inoculo la dictadura de Pfizer
no vuelvo a entrar en mi casa ni con los guardias.

Gracias a Dios que tengo quince gatos
ronroneando alrededor del aire que respiro
para que todo esté siempre en su sitio;
con eso y con el mundo por montera
me voy aclimatando al fin del mundo
que prepara el sistema.

Así que oídme bien, que ya no vuelvo a repetirlo,
si vais al camposanto para darme santo entierro,
bebed en mi memoria y olvidadme cuanto antes;
si no puedo asistir, no me tengáis en cuenta el feo,
pensad que igual me he muerto en otro sitio,
o por mejor pensar, pensad que os aborrezco.

Llegado a estas alturas, ¿qué me queda
sino contradecir lo establecido
y huir hacia adelante…?

[Luis M]

Negativo, Ramón, ... has de saber que tus gatos y algunos humanos no te olvidaremos, te querremos eternamente y nos emborracharemos como cabrones a tu salud . El poema está cojonudo, y sí, a ciertas alturas solo nos queda huir hacia adelante.
Mis aplausos, querido amigo; muy bueno. Un fuerte abrazo.

[Pilar Morte]

Muy ingenioso poema . Me he divertido con tus versos aunque es serio el tema que planteas. Me gustó mucho.
Abrazos

[Jorge Salvador]

Negativo, Ramón, ... has de saber que tus gatos y algunos humanos no te olvidaremos, te querremos eternamente y nos emborracharemos como cabrones a tu salud . El poema está cojonudo, y sí, a ciertas alturas solo nos queda huir hacia adelante.
Mis aplausos, querido amigo; muy bueno. Un fuerte abrazo.

Me gustará que os emborracheis a mi salud, Luis. Mis quince gatos ( bueno, los queden para entonces), me ayudarán a buscar el camino al cielo. Y mis poemas, hasta que alguien decida que no sirven para nada y los destruya, darán testimonio de que anduve por el mundo.
Gracias por tus amables palabras, siempre un honor para mí.
Un abrazo sincero

[Jorge Salvador]

Muy ingenioso poema . Me he divertido con tus versos aunque es serio el tema que planteas. Me gustó mucho.
Abrazos

Sí, Pilar, el tema es serio. He tratado de restarle trascendencia a través de unas cuantas pinceladas de humor. Al fin y al cabo la importancia de las cosas siempre está sujeta al enfoque de nuestra mente.
Gracias por tus palabras, un abrazo

[Manuel Rubio]

Les ruego que me perdonen la impertinencia
-lo siento yo más que ustedes-,
pero si el cielo no me da más garantías
es muy probable que no asista a mis exequias;
me iré por la tangente, sin que nadie me vea,
me meteré en el hoyo, como Groucho,
y ya no me levanto ni aunque venga a verme el Papa.

La vida es un vericueto de mil cojones,
te juro que si no fuera por lo que duele
me daba ahora mismo un tajo en mitad del alma.

¿Quién ha de andar derecho con tanta cruz a cuestas?
Jesucristo y dos más, tres a lo sumo,
el resto, que no te engañen, pegar tumbos
y no pegar ni chapa.

De entre todas mis cruces, que no son pocas,
la más insostenible es mi Gertrudis;
desde marzo a febrero jodiendo la marrana,
que si ronco, si eructo, si huelo a choto,
si me pillo unas trompas de siesta y manta,
si la siso, si fumo, si me la pelo,
y que va a demandarme por robarle a su esposo.

El chiquillo estudiando para ministro,
pero haciendo las prácticas con mi cartera
mientras llega al Congreso.

El yerno, no contento con trincarse a mi niña,
se come mis lentejas;
no sé por dónde coño se ha metido,
no lo he visto ni entrar, y ya no sale de mi casa
mientras quede en la mesa algún condumio.

Los suegros a lo suyo, mirarme malamente,
emponzoñar la santa convivencia,
tocarme los cojones por puro aburrimiento
y malcriar los nietos.

La vecina del quinto, que si mira y no toques,
la moral por los suelos, la salud por los bares,
y hasta a lomos de Onán pegando gatillazos…

Pero si aún mis penas te parecieran pocas
déjame que te cuente la última hora:
acaba de llegar a mis oídos que se han reunido todos
con carácter de urgencia, y han decidido
que si no me inoculo la dictadura de Pfizer
no vuelvo a entrar en mi casa ni con los guardias.

Gracias a Dios que tengo quince gatos
ronroneando alrededor del aire que respiro
para que todo esté siempre en su sitio;
con eso y con el mundo por montera
me voy aclimatando al fin del mundo
que prepara el sistema.

Así que oídme bien, que ya no vuelvo a repetirlo,
si vais al camposanto para darme santo entierro,
bebed en mi memoria y olvidadme cuanto antes;
si no puedo asistir, no me tengáis en cuenta el feo,
pensad que igual me he muerto en otro sitio,
o por mejor pensar, pensad que os aborrezco.

Llegado a estas alturas, ¿qué me queda
sino contradecir lo establecido
y huir hacia adelante…?

”Por si falto a mi entierro" 11 sobre 10.

Dijo un poeta de los de antes, (creo que Pessoa) que "El poeta es un gran fingidor.
Solo espero que todo lo que describes sea en pos de tu vena poética, porque en otro caso, te auguro una vejez con Orfidal, como tu inseparable compañero de viaje.

... Ya me enteraré.
Que sepas que me divertí un buen rato, leyendo y releyendo tus "andanzas".

Que haya suerte.

Abrazos.

[E. R. Aristy]

Les ruego que me perdonen la impertinencia
-lo siento yo más que ustedes-,
pero si el cielo no me da más garantías
es muy probable que no asista a mis exequias;
me iré por la tangente, sin que nadie me vea,
me meteré en el hoyo, como Groucho,
y ya no me levanto ni aunque venga a verme el Papa.

La vida es un vericueto de mil cojones,
te juro que si no fuera por lo que duele
me daba ahora mismo un tajo en mitad del alma.

¿Quién ha de andar derecho con tanta cruz a cuestas?
Jesucristo y dos más, tres a lo sumo,
el resto, que no te engañen, pegar tumbos
y no pegar ni chapa.

De entre todas mis cruces, que no son pocas,
la más insostenible es mi Gertrudis;
desde marzo a febrero jodiendo la marrana,
que si ronco, si eructo, si huelo a choto,
si me pillo unas trompas de siesta y manta,
si la siso, si fumo, si me la pelo,
y que va a demandarme por robarle a su esposo.

El chiquillo estudiando para ministro,
pero haciendo las prácticas con mi cartera
mientras llega al Congreso.

El yerno, no contento con trincarse a mi niña,
se come mis lentejas;
no sé por dónde coño se ha metido,
no lo he visto ni entrar, y ya no sale de mi casa
mientras quede en la mesa algún condumio.

Los suegros a lo suyo, mirarme malamente,
emponzoñar la santa convivencia,
tocarme los cojones por puro aburrimiento
y malcriar los nietos.

La vecina del quinto, que si mira y no toques,
la moral por los suelos, la salud por los bares,
y hasta a lomos de Onán pegando gatillazos…

Pero si aún mis penas te parecieran pocas
déjame que te cuente la última hora:
acaba de llegar a mis oídos que se han reunido todos
con carácter de urgencia, y han decidido
que si no me inoculo la dictadura de Pfizer
no vuelvo a entrar en mi casa ni con los guardias.

Gracias a Dios que tengo quince gatos
ronroneando alrededor del aire que respiro
para que todo esté siempre en su sitio;
con eso y con el mundo por montera
me voy aclimatando al fin del mundo
que prepara el sistema.

Así que oídme bien, que ya no vuelvo a repetirlo,
si vais al camposanto para darme santo entierro,
bebed en mi memoria y olvidadme cuanto antes;
si no puedo asistir, no me tengáis en cuenta el feo,
pensad que igual me he muerto en otro sitio,
o por mejor pensar, pensad que os aborrezco.

Llegado a estas alturas, ¿qué me queda
sino contradecir lo establecido
y huir hacia adelante…?

Brillante! El humor es otro modo de llorar y de apreciar lo bello de la locura de vivir. Retratas al mundo y consigues el propósito de La Poesía tanto en belleza como en articular y sugerir toda la gama de las emociones propias de quien vive en éste estado caótico pero en un arreglo interior perspicaz y ultimadamente amoroso. La risa es un remedio muy eficaz. Gracias por esta dosis de genialidad! Abrazos, Jorge Salvador. E. R. Aristy

[Jorge Salvador]

Les ruego que me perdonen la impertinencia
-lo siento yo más que ustedes-,
pero si el cielo no me da más garantías
es muy probable que no asista a mis exequias;
me iré por la tangente, sin que nadie me vea,
me meteré en el hoyo, como Groucho,
y ya no me levanto ni aunque venga a verme el Papa.

La vida es un vericueto de mil cojones,
te juro que si no fuera por lo que duele
me daba ahora mismo un tajo en mitad del alma.

¿Quién ha de andar derecho con tanta cruz a cuestas?
Jesucristo y dos más, tres a lo sumo,
el resto, que no te engañen, pegar tumbos
y no pegar ni chapa.

De entre todas mis cruces, que no son pocas,
la más insostenible es mi Gertrudis;
desde marzo a febrero jodiendo la marrana,
que si ronco, si eructo, si huelo a choto,
si me pillo unas trompas de siesta y manta,
si la siso, si fumo, si me la pelo,
y que va a demandarme por robarle a su esposo.

El chiquillo estudiando para ministro,
pero haciendo las prácticas con mi cartera
mientras llega al Congreso.

El yerno, no contento con trincarse a mi niña,
se come mis lentejas;
no sé por dónde coño se ha metido,
no lo he visto ni entrar, y ya no sale de mi casa
mientras quede en la mesa algún condumio.

Los suegros a lo suyo, mirarme malamente,
emponzoñar la santa convivencia,
tocarme los cojones por puro aburrimiento
y malcriar los nietos.

La vecina del quinto, que si mira y no toques,
la moral por los suelos, la salud por los bares,
y hasta a lomos de Onán pegando gatillazos…

Pero si aún mis penas te parecieran pocas
déjame que te cuente la última hora:
acaba de llegar a mis oídos que se han reunido todos
con carácter de urgencia, y han decidido
que si no me inoculo la dictadura de Pfizer
no vuelvo a entrar en mi casa ni con los guardias.

Gracias a Dios que tengo quince gatos
ronroneando alrededor del aire que respiro
para que todo esté siempre en su sitio;
con eso y con el mundo por montera
me voy aclimatando al fin del mundo
que prepara el sistema.

Así que oídme bien, que ya no vuelvo a repetirlo,
si vais al camposanto para darme santo entierro,
bebed en mi memoria y olvidadme cuanto antes;
si no puedo asistir, no me tengáis en cuenta el feo,
pensad que igual me he muerto en otro sitio,
o por mejor pensar, pensad que os aborrezco.

Llegado a estas alturas, ¿qué me queda
sino contradecir lo establecido
y huir hacia adelante…?

”Por si falto a mi entierro" 11 sobre 10.

Dijo un poeta de los de antes, (creo que Pessoa) que "El poeta es un gran fingidor.
Solo espero que todo lo que describes sea en pos de tu vena poética, porque en otro caso, te auguro una vejez con Orfidal, como tu inseparable compañero de viaje.

... Ya me enteraré.
Que sepas que me divertí un buen rato, leyendo y releyendo tus "andanzas".

Que haya suerte.

Abrazos.

Bueno, la verdad es que Pessoa tenía toda la razón. Sin embargo, al menos en mi caso, casi siempre hay cosas mías en mis poemas, a veces llevadas a la exageración y a veces expuestas con disimulo, como para que no se note.
Me alegra que te hayas divertido con mis andanzas, Manolo. Nos vemos en mi entierro para tomar unas cañas

[Jorge Salvador]

Les ruego que me perdonen la impertinencia
-lo siento yo más que ustedes-,
pero si el cielo no me da más garantías
es muy probable que no asista a mis exequias;
me iré por la tangente, sin que nadie me vea,
me meteré en el hoyo, como Groucho,
y ya no me levanto ni aunque venga a verme el Papa.

La vida es un vericueto de mil cojones,
te juro que si no fuera por lo que duele
me daba ahora mismo un tajo en mitad del alma.

¿Quién ha de andar derecho con tanta cruz a cuestas?
Jesucristo y dos más, tres a lo sumo,
el resto, que no te engañen, pegar tumbos
y no pegar ni chapa.

De entre todas mis cruces, que no son pocas,
la más insostenible es mi Gertrudis;
desde marzo a febrero jodiendo la marrana,
que si ronco, si eructo, si huelo a choto,
si me pillo unas trompas de siesta y manta,
si la siso, si fumo, si me la pelo,
y que va a demandarme por robarle a su esposo.

El chiquillo estudiando para ministro,
pero haciendo las prácticas con mi cartera
mientras llega al Congreso.

El yerno, no contento con trincarse a mi niña,
se come mis lentejas;
no sé por dónde coño se ha metido,
no lo he visto ni entrar, y ya no sale de mi casa
mientras quede en la mesa algún condumio.

Los suegros a lo suyo, mirarme malamente,
emponzoñar la santa convivencia,
tocarme los cojones por puro aburrimiento
y malcriar los nietos.

La vecina del quinto, que si mira y no toques,
la moral por los suelos, la salud por los bares,
y hasta a lomos de Onán pegando gatillazos…

Pero si aún mis penas te parecieran pocas
déjame que te cuente la última hora:
acaba de llegar a mis oídos que se han reunido todos
con carácter de urgencia, y han decidido
que si no me inoculo la dictadura de Pfizer
no vuelvo a entrar en mi casa ni con los guardias.

Gracias a Dios que tengo quince gatos
ronroneando alrededor del aire que respiro
para que todo esté siempre en su sitio;
con eso y con el mundo por montera
me voy aclimatando al fin del mundo
que prepara el sistema.

Así que oídme bien, que ya no vuelvo a repetirlo,
si vais al camposanto para darme santo entierro,
bebed en mi memoria y olvidadme cuanto antes;
si no puedo asistir, no me tengáis en cuenta el feo,
pensad que igual me he muerto en otro sitio,
o por mejor pensar, pensad que os aborrezco.

Llegado a estas alturas, ¿qué me queda
sino contradecir lo establecido
y huir hacia adelante…?

Brillante! El humor es otro modo de llorar y de apreciar lo bello de la locura de vivir. Retratas al mundo y consigues el propósito de La Poesía tanto en belleza como en articular y sugerir toda la gama de las emociones propias de quien vive en éste estado caótico pero en un arreglo interior perspicaz y ultimadamente amoroso. La risa es un remedio muy eficaz. Gracias por esta dosis de genialidad! Abrazos, Jorge Salvador. E. R. Aristy

Eres muy amable, Era. La locura de vivir, qué buena definición...
La risa y los abrazos son el mejor remedio contra todo, tal vez por eso nos están quitando ambas cosas a marchas forzadas, quién sabe con qué oscuros objetivos.
Recibe un abrazo y mi sincera gratitud, querida compañera

[Rafel Calle]

Hermoso e interesante trabajo, amigo Jorge, que presentas con tu habitual agudeza, repartiendo estopa por doquier.
Felicidades.
Abrazos.

[Óscar Distéfano]

Es un impecable poema encuadrado, según mi visión, en la clasificación de poesía burlesca y/o satírica, que con tanto éxito había iniciado nuestro gran poeta, Quevedo. Tú le has otorgado el plus del aire moderno, para una reflexión sería sobre nuestra condición humana, tanto en lo existencial como en lo social. Salud.

Me ha gustado estar aquí, compañero.
Óscar

[Jorge Salvador]

Hermoso e interesante trabajo, amigo Jorge, que presentas con tu habitual agudeza, repartiendo estopa por doquier.
Felicidades.
Abrazos.

Jajajajaja, sí Rafel, me pongo a dar estopa y me pierdo. Tendré que aprender a moderarme un poco...
Gracias por tus palabras, querido compañero.
Abrazos

[Jorge Salvador]

Es un impecable poema encuadrado, según mi visión, en la clasificación de poesía burlesca y/o satírica, que con tanto éxito había iniciado nuestro gran poeta, Quevedo. Tú le has otorgado el plus del aire moderno, para una reflexión sería sobre nuestra condición humana, tanto en lo existencial como en lo social. Salud.

Me ha gustado estar aquí, compañero.
Óscar

Leyendo a Quevedo, allá por mi adolescencia, me maravillaba cómo era posible escribir así. A Quevedo le debo mi afición por la poesía satírico burlesca. Me divierte mucho buscarle las vueltas a las pequeñas cosas de la vida cotidiana. Nunca seré Quevedo, pero me lo paso en grande retratando las miserias humanas, que no son pocas.
Gracias por estar aquí, siempre es un honor, ya lo sabes, amigo.
Un abrazo

[Hallie Hernández Alfaro]

Un poema pleno de aciertos, querido amigo.
El yo poético se mueve de manera brillante en esa primera persona que lo encarna; hay muchas ópticas existenciales desplegadas y que logras transmitir de manera hermosa y clara.

En pie para la gesta de aplausos (que no acaba con la lectura, no señor).

Abrazo de los grandes y felicidad a montones.

[Jorge Salvador]

Un poema pleno de aciertos, querido amigo.
El yo poético se mueve de manera brillante en esa primera persona que lo encarna; hay muchas ópticas existenciales desplegadas y que logras transmitir de manera hermosa y clara.

En pie para la gesta de aplausos (que no acaba con la lectura, no señor).

Abrazo de los grandes y felicidad a montones.

Gracias por tus palabras, Hallie. En verdad tengo la intención de no asistir a mi entierro, ya me los imagino allí a todos diciendo... Con lo bueno que era. Ay, Señor, siempre se van los mejores... y cosas por el estilo.
Pero mientras estás vivo sólo se acuerdan de ti cuando te necesitan. En fin
Otro abrazo de vuelta para ti, querida amiga