árbol rabioso
Publicado: Mié, 08 Oct 2008 15:29
El nacimiento de mi nueva consciencia
coincidió con el paso de una estrella fugaz
por el cielo de una mañana soleada,
al escuchar a mi verdugo silbar una canción
mientras ultimaba los detalles para mi inminente ejecución,
que acabe por aprender y así comenzamos a silbarla juntos,
consiguiendo que nuestros respectivos ecos
compartieran libres los muros del patio y las galerías,
dando de si a los barrotes y haciendo nudos con las llaves.
A partir de entonces me convertí en un árbol rabioso
de cuyas ramas monos muertos de hambre
se descuelgan para caminar sobre dos patas
e iniciar el éxodo evolutivo que les lleve a doblar sus costillas
adorando a becerros de oro y a crucificar al Mesías.
Un árbol cuyas hojas perennes necesitan trasfusiones
de sangre de las infructuosas aves migratorias.
Un árbol cuyo fruto exhibe especuladora en su boca una serpiente
tan larga como la codicia que me encerró en esta cárcel,
en la que la redención significa tener de nuevo un arma en la mano.
Un árbol que creció de la zarza ardiendo
y que muestra orgulloso los tatuajes que cubren totalmente como una corteza
su cuerpo prisionero incapaz de desintegrarse como la pastilla de jabón
para escapar de si mismo por el desagüe convertido en espuma.
coincidió con el paso de una estrella fugaz
por el cielo de una mañana soleada,
al escuchar a mi verdugo silbar una canción
mientras ultimaba los detalles para mi inminente ejecución,
que acabe por aprender y así comenzamos a silbarla juntos,
consiguiendo que nuestros respectivos ecos
compartieran libres los muros del patio y las galerías,
dando de si a los barrotes y haciendo nudos con las llaves.
A partir de entonces me convertí en un árbol rabioso
de cuyas ramas monos muertos de hambre
se descuelgan para caminar sobre dos patas
e iniciar el éxodo evolutivo que les lleve a doblar sus costillas
adorando a becerros de oro y a crucificar al Mesías.
Un árbol cuyas hojas perennes necesitan trasfusiones
de sangre de las infructuosas aves migratorias.
Un árbol cuyo fruto exhibe especuladora en su boca una serpiente
tan larga como la codicia que me encerró en esta cárcel,
en la que la redención significa tener de nuevo un arma en la mano.
Un árbol que creció de la zarza ardiendo
y que muestra orgulloso los tatuajes que cubren totalmente como una corteza
su cuerpo prisionero incapaz de desintegrarse como la pastilla de jabón
para escapar de si mismo por el desagüe convertido en espuma.