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Estoy envejeciendo

Publicado: Lun, 31 May 2021 0:13
por Óscar Distéfano
Estoy envejeciendo

Entre mensajes de whatsapps y lluvias de emoticones y stickers,
escondido en las redes sociales como el ratón de mi cocina,
aún carnal, con mi libido puesto a motorizarse
gracias a los enormes avances de la ciencia,
manteniendo casi sin razón el lejano deseo de ser rico, famoso,
amado por el gran público (y sobre todo por las mujeres hermosas),
aunque también amanecido en la resaca, en el sin sentido de la realidad,
en la ansiedad de ver llegar al gran justiciero de la geopolítica
descargando su furia sobre los incorregibles aplastadores
de los buenos ideales, de los que luchamos contra los vicios de la codicia;
en una palabra, de los humanistas que embanderamos la honestidad,
entre charlas vagas de café y escuchas de rutinas de amigos y seres queridos,
soportando el desdén de los que miden la gloria con triunfos y fracasos,
el porcentaje de canas, la pelada, el color de los dientes,
como condición sine qua non del derecho a la palabra,
entre pastas al pesto, ñoquis a la arrabiatta, carne asada a la parrilla
con yuca y ensalada de lechuga, apio y rúcula.

En el tiempo el pelo se vuelve blanco y escaso, la frente se ensancha,
y el apetito sexual (otrora gran extintor de incendios)
se hace pirómano solo por ver a Roma en destrucción.
El otoño está pasando con dolorosas bofetadas, pesadamente,
y el jardín está frío, y la vecindad está vacía, y tú
que eres mi equis año, mi última soledad, estás también frío,
y solo la música se halla obstinada buscando amantes jóvenes.
Hoy he visto gatos hambrientos esperando en mi vereda,
y me he sentido feliz al verlos devorar los restos de mala muerte
que juntamos de nuestras irresponsables comilonas.

Cuando yo era joven vivía en mi interior acorazado
por la sensación de verme jefe de un grupo narcotraficante,
un contrabandista senior, un ladrón de Alibabá.
Hoy veo un cielo estrellado con luces titilantes y pájaros
que no desean ya esperar al rezagado del grupo,
un cielo luminoso más allá de mi borrosa visión.
He visto hombres mediocres canturrear sus necedades,
y fachadas barrocas pintarrajeadas con testas griegas;
y en sus paredes interiores, iconografías bajo refranes,
epigramas, proverbios, axiomas y sentencias,
como si la sabiduría se contagiara por el aire.
Hombres mecánicos que nunca desvían la mirada,
que jamás se avergüenzan cuando hablan a través de ellos,
que padecen la enfermedad del escorbuto intelectual,
y sufren como madamas de prostíbulos el aire juvenil,
el derroche de sexo de las putas y sus ausencias de libido.
Tahúres encarcelados por crímenes más horrendos,
desplumados por rateros, ladrones de baratijas,
de ropas mojadas de los alambres, de alimañas viciosas
que siempre se salen con las suyas, pues el vicio apremia.
Mujeres con experiencia en multiplicar orgasmos,
visitando cárceles en busca de maridos, machos sementales
que satisfagan el instinto materno y la ilusión de ser familia.
Un Ulises interior recorre mi memoria, y su misma nostalgia
a Ítaca me envuelve, me presta sus ojos de Cíclope
para observar mi curso en la distancia. Me aferro a las balsas
de mi tímida adolescencia, de mi primer gran e intenso amor,
donde el viento de la vida se hacía remolino en mi esperanza azul.

Estoy envejeciendo, deambulo sin meta por los suburbios
de otros tiempos, observando con tristeza las calles devastadas,
las casas petrificadas como fósiles en rocas sedimentarias,
observando con tristeza la alegría de un niño madrugador
que no pudo vencer la ansiedad de acariciar su regalo nuevo.
Algunos empiezan a construir sus casas y sueñan
con hogares acogedores y un jardín de senderos que se bifurcan,
y amaneceres con pájaros glorificando la existencia,
y un amor inmune a las tentaciones del hastío.
Mi hogar está hecho y pronto a ser deshecho.

¡Oh, muerte, oh divino descanso de mis doloridos recuerdos!
Solo por ti deseo seguir viviendo, agitado en el miedo
de combatir contra tu irrevocable espada, amando más y más
la vida, hundido entre tus labios de poderosa eternidad.
Eres el amor que ya no muere, el reposo de la llama voraz,
el silencio de la cálida vida, la dorada sangre que ennegrece.
Solo por ti deseo seguir viviendo, solo por tu lecho eterno.

Re: Estoy envejeciendo

Publicado: Lun, 31 May 2021 9:12
por Ramón Castro Méndez
Todo un placer quitarle el cero a este excelso poema.
Te felicito y me felicito por haberlo leído.
Enorme inspiración la tuya, amigo, vaya pues mi aplauso y admiración.

Un fuerte abrazo, compañero.

Re: Estoy envejeciendo

Publicado: Lun, 31 May 2021 10:41
por E. R. Aristy
Óscar Distéfano escribió: Lun, 31 May 2021 0:13 Estoy envejeciendo

Entre mensajes de whatsapps y lluvias de emoticones y stickers,
escondido en las redes sociales como el ratón de mi cocina,
aún carnal, con mi libido puesto a motorizarse
gracias a los enormes avances de la ciencia,
manteniendo casi sin razón el lejano deseo de ser rico, famoso,
amado por el gran público (y sobre todo por las mujeres hermosas),
aunque también amanecido en la resaca, en el sin sentido de la realidad,
en la ansiedad de ver llegar al gran justiciero de la geopolítica
descargando su furia sobre los incorregibles aplastadores
de los buenos ideales, de los que luchamos contra los vicios de la codicia;
en una palabra, de los humanistas que embanderamos la honestidad,
entre charlas vagas de café y escuchas de rutinas de amigos y seres queridos,
soportando el desdén de los que miden la gloria con triunfos y fracasos,
el porcentaje de canas, la pelada, el color de los dientes,
como condición sine qua non del derecho a la palabra,
entre pastas al pesto, ñoquis a la arrabiatta, carne asada a la parrilla
con yuca y ensalada de lechuga, apio y rúcula.

En el tiempo el pelo se vuelve blanco y escaso, la frente se ensancha,
y el apetito sexual (otrora gran extintor de incendios)
se hace pirómano solo por ver a Roma en destrucción.
El otoño está pasando con dolorosas bofetadas, pesadamente,
y el jardín está frío, y la vecindad está vacía, y tú
que eres mi equis año, mi última soledad, estás también frío,
y solo la música se halla obstinada buscando amantes jóvenes.
Hoy he visto gatos hambrientos esperando en mi vereda,
y me he sentido feliz al verlos devorar los restos de mala muerte
que juntamos de nuestras irresponsables comilonas.
Cuando yo era joven vivía en mi interior acorazado
por la sensación de verme jefe de un grupo narcotraficante,
un contrabandista senior, un ladrón de Alibabá.
Hoy veo un cielo estrellado con luces titilantes y pájaros
que no desean ya esperar al rezagado del grupo,
un cielo luminoso más allá de mi borrosa visión.
He visto hombres mediocres canturrear sus necedades,
y fachadas barrocas pintarrajeadas con testas griegas;
y en sus paredes interiores, iconografías bajo refranes,
epigramas, proverbios, axiomas y sentencias,
como si la sabiduría se contagiara por el aire.
Hombres mecánicos que nunca desvían la mirada,
que jamás se avergüenzan cuando hablan a través de ellos,
que padecen la enfermedad del escorbuto intelectual,
y sufren como madamas de prostíbulos el aire juvenil,
el derroche de sexo de las putas y sus ausencias de libido.
Tahúres encarcelados por crímenes más horrendos,
desplumados por rateros, ladrones de baratijas,
de ropas mojadas de los alambres, de alimañas viciosas
que siempre se salen con las suyas, pues el vicio apremia.
Mujeres con experiencia en multiplicar orgasmos,
visitando cárceles en busca de maridos, machos sementales
que satisfagan el instinto materno y la ilusión de ser familia.
Un Ulises interior recorre mi memoria, y su misma nostalgia
a Ítaca me envuelve, me presta sus ojos de Cíclope
para observar mi curso en la distancia. Me aferro a las balsas
de mi tímida adolescencia, de mi primer gran e intenso amor,
donde el viento de la vida se hacía remolino en mi esperanza azul.

Estoy envejeciendo, deambulo sin meta por los suburbios
de otros tiempos, observando con tristeza las calles devastadas,
las casas petrificadas como fósiles en rocas sedimentarias,
observando con tristeza la alegría de un niño madrugador
que no pudo vencer la ansiedad de acariciar su regalo nuevo.
Algunos empiezan a construir sus casas y sueñan
con hogares acogedores y un jardín de senderos que se bifurcan,
y amaneceres con pájaros glorificando la existencia,
y un amor inmune a las tentaciones del hastío.
Mi hogar está hecho y pronto a ser deshecho.
¡Oh, muerte, oh divino descanso de mis doloridos recuerdos!
Solo por ti deseo seguir viviendo, agitado en el miedo
de combatir contra tu irrevocable espada, amando más y más
la vida, hundido entre tus labios de poderosa eternidad.
Eres el amor que ya no muere, el reposo de la llama voraz,
el silencio de la cálida vida, la dorada sangre que ennegrece.
Solo por ti deseo seguir viviendo, solo por tu lecho eterno.

¿Qué cosas corrompen al mundo? Quizá lo único que nos salva sea esa “esperanza azul” de nuestro corazón de niño, aquel inicio al viaje corrosivo de la vida. Es un poema enorme muy bien planteado e hilado. En dinámica vanguardia vas tejiendo el velo de la inexperiencia que el mundo usa para socavar y robar la alta vibración que es estar vivo. Hilas el velo y lo destapas revelando así un cansancio no físico, una soledad rodeada de ingratitudes. Y aunque la muerte parezca ser lo opuesto a vivir, revelas que es ella la que nos guarda en su regazo puro y eterno. Quizá lo putrefacto sean nuestros excesos, nuestra ingratitud, y lo divino sea ver que de de nuestras sobras se alimenta la vida con espontaneidad y agradecimiento. Tratas con gran talento y sensibilidad la vibración de la vida y la aplastante desconexión que intercepta constantemente a la gracia de la vida. El cierre me parece una catarsis y en ninguna forma nefasto. Posa la disyuntiva de amar la vida y con el paso del tiempo y la lucha existencial, al mismo tiempo desear la muerte si ella preserva lo bello e incoercible de nuestra alma. Poesía grande y bella, Oscar. Abrazos. E. R. Aristy

Re: Estoy envejeciendo

Publicado: Mar, 01 Jun 2021 0:40
por xaime oroza carballo
Óscar Distéfano escribió: Lun, 31 May 2021 0:13 Estoy envejeciendo

Entre mensajes de whatsapps y lluvias de emoticones y stickers,
escondido en las redes sociales como el ratón de mi cocina,
aún carnal, con mi libido puesto a motorizarse
gracias a los enormes avances de la ciencia,
manteniendo casi sin razón el lejano deseo de ser rico, famoso,
amado por el gran público (y sobre todo por las mujeres hermosas),
aunque también amanecido en la resaca, en el sin sentido de la realidad,
en la ansiedad de ver llegar al gran justiciero de la geopolítica
descargando su furia sobre los incorregibles aplastadores
de los buenos ideales, de los que luchamos contra los vicios de la codicia;
en una palabra, de los humanistas que embanderamos la honestidad,
entre charlas vagas de café y escuchas de rutinas de amigos y seres queridos,
soportando el desdén de los que miden la gloria con triunfos y fracasos,
el porcentaje de canas, la pelada, el color de los dientes,
como condición sine qua non del derecho a la palabra,
entre pastas al pesto, ñoquis a la arrabiatta, carne asada a la parrilla
con yuca y ensalada de lechuga, apio y rúcula.

En el tiempo el pelo se vuelve blanco y escaso, la frente se ensancha,
y el apetito sexual (otrora gran extintor de incendios)
se hace pirómano solo por ver a Roma en destrucción.
El otoño está pasando con dolorosas bofetadas, pesadamente,
y el jardín está frío, y la vecindad está vacía, y tú
que eres mi equis año, mi última soledad, estás también frío,
y solo la música se halla obstinada buscando amantes jóvenes.
Hoy he visto gatos hambrientos esperando en mi vereda,
y me he sentido feliz al verlos devorar los restos de mala muerte
que juntamos de nuestras irresponsables comilonas.
Cuando yo era joven vivía en mi interior acorazado
por la sensación de verme jefe de un grupo narcotraficante,
un contrabandista senior, un ladrón de Alibabá.
Hoy veo un cielo estrellado con luces titilantes y pájaros
que no desean ya esperar al rezagado del grupo,
un cielo luminoso más allá de mi borrosa visión.
He visto hombres mediocres canturrear sus necedades,
y fachadas barrocas pintarrajeadas con testas griegas;
y en sus paredes interiores, iconografías bajo refranes,
epigramas, proverbios, axiomas y sentencias,
como si la sabiduría se contagiara por el aire.
Hombres mecánicos que nunca desvían la mirada,
que jamás se avergüenzan cuando hablan a través de ellos,
que padecen la enfermedad del escorbuto intelectual,
y sufren como madamas de prostíbulos el aire juvenil,
el derroche de sexo de las putas y sus ausencias de libido.
Tahúres encarcelados por crímenes más horrendos,
desplumados por rateros, ladrones de baratijas,
de ropas mojadas de los alambres, de alimañas viciosas
que siempre se salen con las suyas, pues el vicio apremia.
Mujeres con experiencia en multiplicar orgasmos,
visitando cárceles en busca de maridos, machos sementales
que satisfagan el instinto materno y la ilusión de ser familia.
Un Ulises interior recorre mi memoria, y su misma nostalgia
a Ítaca me envuelve, me presta sus ojos de Cíclope
para observar mi curso en la distancia. Me aferro a las balsas
de mi tímida adolescencia, de mi primer gran e intenso amor,
donde el viento de la vida se hacía remolino en mi esperanza azul.

Estoy envejeciendo, deambulo sin meta por los suburbios
de otros tiempos, observando con tristeza las calles devastadas,
las casas petrificadas como fósiles en rocas sedimentarias,
observando con tristeza la alegría de un niño madrugador
que no pudo vencer la ansiedad de acariciar su regalo nuevo.
Algunos empiezan a construir sus casas y sueñan
con hogares acogedores y un jardín de senderos que se bifurcan,
y amaneceres con pájaros glorificando la existencia,
y un amor inmune a las tentaciones del hastío.
Mi hogar está hecho y pronto a ser deshecho.
¡Oh, muerte, oh divino descanso de mis doloridos recuerdos!
Solo por ti deseo seguir viviendo, agitado en el miedo
de combatir contra tu irrevocable espada, amando más y más
la vida, hundido entre tus labios de poderosa eternidad.
Eres el amor que ya no muere, el reposo de la llama voraz,
el silencio de la cálida vida, la dorada sangre que ennegrece.
Solo por ti deseo seguir viviendo, solo por tu lecho eterno.

Quisiera sólo leer un poco y, aquí me tienes antes de irme a soñar con tus versos.
Un abrazo, amigo.

Re: Estoy envejeciendo

Publicado: Mar, 01 Jun 2021 9:00
por Pilar Morte
Tras la visión del pasado, de lo vivido profundamente y de las frustraciones y sueños muertos que todos vamos dejando en la vida, has escrito un poema denso y hermoso, que culmina con el deseo de seguir vivo. Me gustaron tus versos.
Abrazos

Re: Estoy envejeciendo

Publicado: Mié, 02 Jun 2021 9:27
por Simon Abadia
Un poema enorme que hace falta varias lecturas (y por lo tanto volveré). Tu poema intenso y hermoso
me transmite los deseos de seguir vivo, después de repasar lo vivido en profundidad.
Abrazos y gracias.

Re: Estoy envejeciendo

Publicado: Mar, 08 Jun 2021 18:47
por Israel Liñán
Suerte que el pelo se vuelve blanco, compañero, a otros simplemente se nos cae.

Inmenso poema, por extensión y por contenido, al que volveré con calma. Me gustó.

Un abrazo.

Re: Estoy envejeciendo

Publicado: Mié, 09 Jun 2021 18:30
por Antonio Justel
... a veces, estimado Óscar - no muchas, mas bien pocas, muy pocas - uno se encuentra con cosas como ésta, como este poema, como este trabajo, obra, dimensión, agrupamiento del mundo..., qué sé yo, y no sabe cómo y de qué manera describirla, si se pudiera, o calificarla; así que mejor dejar el sentimiento al raso, sólo él... ; poema, pues, enorme, enorme...; pero ¿ te has dado cuenta de que si es cierto que se envejece, también aumenta o acrecienta la facultad/facultades de la perfección o hacia la perfección o belleza siempre alcanzable e inalcanzable por franjas, tramos o dimensiones con todas sus posibilidades ¿ te has dado cuenta, amigo...??? Pues mírate ahí, junto a estas líneas que hondamente se congratulan contigo y felicitan... a. justel/Orión

Re: Estoy envejeciendo

Publicado: Vie, 11 Jun 2021 1:43
por Óscar Distéfano
Ramón Castro Méndez escribió: Lun, 31 May 2021 9:12 Todo un placer quitarle el cero a este excelso poema.
Te felicito y me felicito por haberlo leído.
Enorme inspiración la tuya, amigo, vaya pues mi aplauso y admiración.

Un fuerte abrazo, compañero.

Gracias, Ramón. Celebro que así te haya parecido.

Un abrazo virtual.
óscar

Re: Estoy envejeciendo

Publicado: Dom, 13 Jun 2021 8:43
por Rafel Calle
Bello e interesante trabajo, amigo Óscar.
Felicidades.
Abrazos.

Re: Estoy envejeciendo

Publicado: Dom, 13 Jun 2021 9:08
por Julio Gonzalez Alonso
Todo el poema destila experiencia, conocimiento del mundo y de la vida, sabiduría. Vienen sus versos con sus sentencias y reflexiones, memoria y dolor, a dar testimonio del paso del tiempo y lo que sus aguas arrastran a ese mar que es el morir, parafraseando a Jorge Manrique, pero también encontramos la otra cara de la moneda, que es la alegría. Y me parecen reveladores los versos:

Un Ulises interior recorre mi memoria, y su misma nostalgia
a Ítaca me envuelve, me presta sus ojos de Cíclope
para observar mi curso en la distancia. Me aferro a las balsas
de mi tímida adolescencia, de mi primer gran e intenso amor,
donde el viento de la vida se hacía remolino en mi esperanza azul.


Pues, amigo Óscar, prosigamos peinando las canas de los años que todo, hasta la muerte, es vida (Miguel de Cervantes). Un abrazo.
Salud.

Re: Estoy envejeciendo

Publicado: Dom, 13 Jun 2021 15:11
por Hallie Hernández Alfaro
Es un hombre sensible el objeto poemático que reinicia la mirada en la cronología de sus células, querido amigo.
Un poema rico en detalles, en fusiones de pensamiento y emoción, en imaginario colectivo, en rasgos y creencias.

Gracias por compartir y estar; un abrazo y mucha salud.

Re: Estoy envejeciendo

Publicado: Lun, 14 Jun 2021 16:33
por Javier Dicenzo
Un lujo de poema Ramón, un placer pasar por esta obra de arte verdadera obra de arte, hace bastante que no leía tal calidad de obra y te mereces mi reconocimiento.

Re: Estoy envejeciendo

Publicado: Lun, 14 Jun 2021 20:52
por Javier Bustamante
Todo un cúmulo de reflexiones en torno al implacable paso de los años. A una semana de haber cumplido años, me encuentro todavía sorprendido de ver un 53 junto a mi nombre en los foros.

El tiempo pasa sin pedirnos permiso. Lo único que nos queda es que cada día cuente y abonar para la experiencia del futuro, si es que llegamos a el.

Te saludo con afecto, estimado Oscar.

Javier

Re: Estoy envejeciendo

Publicado: Mar, 29 Jun 2021 2:43
por Óscar Distéfano
¿Qué cosas corrompen al mundo? Quizá lo único que nos salva sea esa “esperanza azul” de nuestro corazón de niño, aquel inicio al viaje corrosivo de la vida. Es un poema enorme muy bien planteado e hilado. En dinámica vanguardia vas tejiendo el velo de la inexperiencia que el mundo usa para socavar y robar la alta vibración que es estar vivo. Hilas el velo y lo destapas revelando así un cansancio no físico, una soledad rodeada de ingratitudes. Y aunque la muerte parezca ser lo opuesto a vivir, revelas que es ella la que nos guarda en su regazo puro y eterno. Quizá lo putrefacto sean nuestros excesos, nuestra ingratitud, y lo divino sea ver que de de nuestras sobras se alimenta la vida con espontaneidad y agradecimiento. Tratas con gran talento y sensibilidad la vibración de la vida y la aplastante desconexión que intercepta constantemente a la gracia de la vida. El cierre me parece una catarsis y en ninguna forma nefasto. Posa la disyuntiva de amar la vida y con el paso del tiempo y la lucha existencial, al mismo tiempo desear la muerte si ella preserva lo bello e incoercible de nuestra alma. Poesía grande y bella, Oscar. Abrazos. E. R. Aristy




No sabes cuánto te agradezco, querida Roxane, tu exquisito comentario que ilumina mi quejumbroso poema. No puedo extenderme, ya que te escribo desde mi móvil. Gracias, mil gracias.

Un abrazo cariñoso.
Óscar