Editorial Alaire

Javier Dicenzo escribió: ↑Jue, 13 May 2021 17:03 Me llevo el cero, muy bueno, original hablando de nadadores, yo nadé toda la vida fui un buen nadador, me alegro que hayas elegido esta temática un placer pasar por tu obra un buen poeta de alaire.

Ramón Carballal escribió: ↑Jue, 13 May 2021 11:46 Ninguno cuenta las brazadas del otro,
ellos saben que hay un límite de cemento y loza
donde el agua se estanca como un charco infinito.

Los nadadores nocturnos no tienen nombre,
son fríos como un pez del ártico,
pero nadan en las aguas cálidas del recuerdo
con la precisión del atleta
que ha recorrido mil veces el mismo surco.

No se desvían,
alzan los brazos,
los hombros son una metáfora,
las piernas un ángelus de espuma,
el horizonte una nube o un mural
donde viven las ninfas.

Son especímenes de un acuario cristalino,
aunque pisen la atmósfera turbia de los días cotidianos
-un trabajo sin futuro, la casa de desportilladas paredes,
los semáforos, el yo de la materia y el tacto del sol
en la piel seca-.

Avanzan y repiten su soliloquio lineal,
la respiración se duplica;
los ejércitos de la sangre son campanas en la niebla,
azúcares que ronronean en la boca, en las papilas,
en la serpiente de un cuerpo mojado por las moléculas del azar.

Al irse, un relámpago en la mirada les devuelve un signo cómplice,
mañana otra vez nadarán lejos de la oscuridad,
en la placenta de la vida, sonámbulos y alegres,
tras dos horas de amor y silencio.

Rafel Calle escribió: ↑Dom, 16 May 2021 13:08 Un trabajo tan bello como interesante, amigo Ramón, donde muestras tu habitual pericia metafórica.
Felicidades.
Abrazos.

Hallie Hernández Alfaro escribió: ↑Dom, 16 May 2021 14:58 Qué manera hermosa de plasmar la complicidad con el agua, el ritmo, la fusión, dos horas de amor y silencio (me ha emocionado ese final).

Hay algo imponente y sublime en la nocturna experiencia del nadador, en la confianza de la respiración, en los ecos de la profundidad domesticada.

Gracias por compartir, querido amigo.

Un abrazo.

Ramón Carballal escribió: ↑Jue, 13 May 2021 11:46 Ninguno cuenta las brazadas del otro,
ellos saben que hay un límite de cemento y loza
donde el agua se estanca como un charco infinito.

Los nadadores nocturnos no tienen nombre,
son fríos como un pez del ártico,
pero nadan en las aguas cálidas del recuerdo
con la precisión del atleta
que ha recorrido mil veces el mismo surco.

No se desvían,
alzan los brazos,
los hombros son una metáfora,
las piernas un ángelus de espuma,
el horizonte una nube o un mural
donde viven las ninfas.

Son especímenes de un acuario cristalino,
aunque pisen la atmósfera turbia de los días cotidianos
-un trabajo sin futuro, la casa de desportilladas paredes,
los semáforos, el yo de la materia y el tacto del sol
en la piel seca-.

Avanzan y repiten su soliloquio lineal,
la respiración se duplica;
los ejércitos de la sangre son campanas en la niebla,
azúcares que ronronean en la boca, en las papilas,
en la serpiente de un cuerpo mojado por las moléculas del azar.

Al irse, un relámpago en la mirada les devuelve un signo cómplice,
mañana otra vez nadarán lejos de la oscuridad,
en la placenta de la vida, sonámbulos y alegres,
tras dos horas de amor y silencio.

E. R. Aristy escribió: ↑Dom, 16 May 2021 15:07

Ramón Carballal escribió: ↑Jue, 13 May 2021 11:46 Ninguno cuenta las brazadas del otro,
ellos saben que hay un límite de cemento y loza
donde el agua se estanca como un charco infinito.

Los nadadores nocturnos no tienen nombre,
son fríos como un pez del ártico,
pero nadan en las aguas cálidas del recuerdo
con la precisión del atleta
que ha recorrido mil veces el mismo surco.

No se desvían,
alzan los brazos,
los hombros son una metáfora,
las piernas un ángelus de espuma,
el horizonte una nube o un mural
donde viven las ninfas.

Son especímenes de un acuario cristalino,
aunque pisen la atmósfera turbia de los días cotidianos
-un trabajo sin futuro, la casa de desportilladas paredes,
los semáforos, el yo de la materia y el tacto del sol
en la piel seca-.

Avanzan y repiten su soliloquio lineal,
la respiración se duplica;
los ejércitos de la sangre son campanas en la niebla,
azúcares que ronronean en la boca, en las papilas,
en la serpiente de un cuerpo mojado por las moléculas del azar.

Al irse, un relámpago en la mirada les devuelve un signo cómplice,
mañana otra vez nadarán lejos de la oscuridad,
en la placenta de la vida, sonámbulos y alegres,
tras dos horas de amor y silencio.

Un poema cumbre, Ramón, para mi gusto. Te felicito. Abrazos, ERA

Luis M. escribió: ↑Lun, 17 May 2021 17:00 No sé si es casualidad, pero el título de este poema coincide con el de uno de mis poemas "superfavoritos" ("Los nadadores nocturnos" de Manuel Vilas). Has escrito un hermoso poema, Ramón. Un abrazo.

Jerónimo Muñoz escribió: ↑Lun, 17 May 2021 18:26 Un hermoso poema simbólico en el que lo simbolizado se hace patente. Las metáforas, originales y jugosas le confieren una condición lírica muy seductora.
Un abrazo, Ramón.

Jerónimo