Editorial Alaire

Es todo aire, un sonámbulo ejército de ráfagas pobladas de espuma,
es una latitud septentrional de inviernos azules,
es la caracola dormida en el fondo de un mar alegre,
es una cordillera fina como un mango de ingrávidas estrellas
que brotan.

La plaza de árboles inversos
ríe al ver la lluvia arrastrarse hasta el cauce de sus raíces,
azotada por un aliento que el faro ilumina con haces de crisol
y luciérnagas varadas en la noche.

Qué edificios se desnudan para mí,
en qué calles un himno me busca con alfombras blancas
para que pises el rubor y la mandrágora vieja de las esquinas.

Ven al castillo olvidado, a la iglesia sin mapas, al corazón de la deidad
ahora que el musgo viste la piedra sonrosada,
después del soliloquio de los abades,
en un coro de aullidos bajo la marquesina de una parada de autobús
que resplandece entre la lluvia y el rocío de los ángeles.

Mis pasos hacia el remanso del agua, botas que pisan la arena en paseos umbríos,
olor a algas tempranas, episodios de madrugada con el sabor del coco en los labios
y mi mansedumbre o mi esperanza vagando bajo el frío,
en la soledad que los pájaros respetan.

Y la memoria en los cristales, amapolas en las vidrieras para que el reflejo sea rojo,
y cañones tapados, óxido en un parque donde murió la bandera de otro país,
perfumes de rododendro, de laurel, de pámpanos caducos.

En mis ojos la roca, ya besada por el mar, un cuadrángulo de metales olvidados,
fósiles de oro y de plata, la prisión donde la sal se encumbra
sobre los grilletes de la ventisca.

Ya ves que los hilos de esta ciudad se rompen como hielo antiguo,
sabes que de tu portal al mío hay insomnios,
sabes que te conocí en el mañana cuando ya no eras sol,
aunque aún alumbraba, incesante, tu belleza entre los jacintos muertos.

Ramón Carballal escribió:

La plaza de árboles inversos
ríe al ver la lluvia arrastrarse hasta el cauce de sus raíces,
azotada por un aliento que el faro ilumina con haces de crisol
y luciérnagas varadas en la noche.

Mis pasos hacia el remanso del agua, botas que pisan la arena en paseos umbríos,
olor a algas tempranas, episodios de madrugada con el sabor del coco en los labios
y mi mansedumbre o mi esperanza vagando bajo el frío,
en la soledad que los pájaros respetan.

En mis ojos la roca, ya besada por el mar, un cuadrángulo de metales olvidados,
fósiles de oro y de plata, la prisión donde la sal se encumbra
sobre los grilletes de la ventisca.

Ya ves que los hilos de esta ciudad se rompen como hielo antiguo,
sabes que de tu portal al mío hay insomnios,
sabes que te conocí en el mañana cuando ya no eras sol,
aunque aún alumbraba, incesante, tu belleza entre los jacintos muertos.

Me ha gustado este retrato de tu ciudad, especialmente estas estrofas invitan a recorrer esos espacios tan tuyos.
Un placer leerte Ramón.
Abrazos.

Qué riqueza de imágenes recuerdan la ciudad, y qué belleza en cada verso. Siempre es una aventura de grata poesía entrar en tus poemas. Felicidades.
Abrazos

Ramón,

a mí me parece magistral, amigo. Me parece una forma preciosa de delimitar tu ciudad. La Coruña, me imagino. Yo he estado varias veces y la siento respirar en tus versos, en esos detalles geográficos, urbanos, emocionales, tan exquisitamente presentados. A mí me encanta.

Abrazos.

Bueno, bueno... Esto es un poemazo al que su carácter descriptivo no le priva de una exquisita y original personalidad lírica. Te felicito muy cordial y sinceramente.
Un abrazo.

Jerónimo

Marisa Peral escribió:

Ramón Carballal escribió:

La plaza de árboles inversos
ríe al ver la lluvia arrastrarse hasta el cauce de sus raíces,
azotada por un aliento que el faro ilumina con haces de crisol
y luciérnagas varadas en la noche.

Mis pasos hacia el remanso del agua, botas que pisan la arena en paseos umbríos,
olor a algas tempranas, episodios de madrugada con el sabor del coco en los labios
y mi mansedumbre o mi esperanza vagando bajo el frío,
en la soledad que los pájaros respetan.

En mis ojos la roca, ya besada por el mar, un cuadrángulo de metales olvidados,
fósiles de oro y de plata, la prisión donde la sal se encumbra
sobre los grilletes de la ventisca.

Ya ves que los hilos de esta ciudad se rompen como hielo antiguo,
sabes que de tu portal al mío hay insomnios,
sabes que te conocí en el mañana cuando ya no eras sol,
aunque aún alumbraba, incesante, tu belleza entre los jacintos muertos.

Me ha gustado este retrato de tu ciudad, especialmente estas estrofas invitan a recorrer esos espacios tan tuyos.
Un placer leerte Ramón.
Abrazos.

Gracias, Marisa. Me alegra que te haya gustado el poema. Un abrazo.

Ramón Carballal escribió:Es todo aire, un sonámbulo ejército de ráfagas pobladas de espuma,
es una latitud septentrional de inviernos azules,
es la caracola dormida en el fondo de un mar alegre,
es una cordillera fina como un mango de ingrávidas estrellas
que brotan.

La plaza de árboles inversos
ríe al ver la lluvia arrastrarse hasta el cauce de sus raíces,
azotada por un aliento que el faro ilumina con haces de crisol
y luciérnagas varadas en la noche.

Qué edificios se desnudan para mí,
en qué calles un himno me busca con alfombras blancas
para que pises el rubor y la mandrágora vieja de las esquinas.

Ven al castillo olvidado, a la iglesia sin mapas, al corazón de la deidad
ahora que el musgo viste la piedra sonrosada,
después del soliloquio de los abades,
en un coro de aullidos bajo la marquesina de una parada de autobús
que resplandece entre la lluvia y el rocío de los ángeles.

Mis pasos hacia el remanso del agua, botas que pisan la arena en paseos umbríos,
olor a algas tempranas, episodios de madrugada con el sabor del coco en los labios
y mi mansedumbre o mi esperanza vagando bajo el frío,
en la soledad que los pájaros respetan.

Y la memoria en los cristales, amapolas en las vidrieras para que el reflejo sea rojo,
y cañones tapados, óxido en un parque donde murió la bandera de otro país,
perfumes de rododendro, de laurel, de pámpanos caducos.

En mis ojos la roca, ya besada por el mar, un cuadrángulo de metales olvidados,
fósiles de oro y de plata, la prisión donde la sal se encumbra
sobre los grilletes de la ventisca.

Ya ves que los hilos de esta ciudad se rompen como hielo antiguo,
sabes que de tu portal al mío hay insomnios,
sabes que te conocí en el mañana cuando ya no eras sol,
aunque aún alumbraba, incesante, tu belleza entre los jacintos muertos.

Leváchesme á cidade vella, ao Castelo de S. Antón e ao paseo do Parrote. Grandes, vellas lembranzas moi fermosas. Non sei se acerto pero, grazas de tódolos xeitos, irmán.
Unha aperta, meu.

Ramón Carballal escribió:Es todo aire, un sonámbulo ejército de ráfagas pobladas de espuma,
es una latitud septentrional de inviernos azules,
es la caracola dormida en el fondo de un mar alegre,
es una cordillera fina como un mango de ingrávidas estrellas
que brotan.

La plaza de árboles inversos
ríe al ver la lluvia arrastrarse hasta el cauce de sus raíces,
azotada por un aliento que el faro ilumina con haces de crisol
y luciérnagas varadas en la noche.

Qué edificios se desnudan para mí,
en qué calles un himno me busca con alfombras blancas
para que pises el rubor y la mandrágora vieja de las esquinas.

Ven al castillo olvidado, a la iglesia sin mapas, al corazón de la deidad
ahora que el musgo viste la piedra sonrosada,
después del soliloquio de los abades,
en un coro de aullidos bajo la marquesina de una parada de autobús
que resplandece entre la lluvia y el rocío de los ángeles.

Mis pasos hacia el remanso del agua, botas que pisan la arena en paseos umbríos,
olor a algas tempranas, episodios de madrugada con el sabor del coco en los labios
y mi mansedumbre o mi esperanza vagando bajo el frío,
en la soledad que los pájaros respetan.

Y la memoria en los cristales, amapolas en las vidrieras para que el reflejo sea rojo,
y cañones tapados, óxido en un parque donde murió la bandera de otro país,
perfumes de rododendro, de laurel, de pámpanos caducos.

En mis ojos la roca, ya besada por el mar, un cuadrángulo de metales olvidados,
fósiles de oro y de plata, la prisión donde la sal se encumbra
sobre los grilletes de la ventisca.

Ya ves que los hilos de esta ciudad se rompen como hielo antiguo,
sabes que de tu portal al mío hay insomnios,
sabes que te conocí en el mañana cuando ya no eras sol,
aunque aún alumbraba, incesante, tu belleza entre los jacintos muertos.

Maravilloso poema de tu ciudad, Ramón. Un lujo de lectura. Abrazos, ERA

Muy bello trabajo, amigo Ramón, donde te luces en una de tus grandes habilidades: la descripción. Tu forma de describir lugares, objetos, sensaciones, personas... ha procurado poemas de gran altura rítmico-literaria y, desde luego, el presente es uno de ellos.
Felicidades.
Abrazos.

Pilar Morte escribió: ↑Jue, 06 May 2021 8:38 Qué riqueza de imágenes recuerdan la ciudad, y qué belleza en cada verso. Siempre es una aventura de grata poesía entrar en tus poemas. Felicidades.
Abrazos

Gracias, Pilar, por la amabilidad de tu comentario. Un abrazo.

Pablo Ibáñez escribió: ↑Jue, 06 May 2021 8:56 Ramón,

a mí me parece magistral, amigo. Me parece una forma preciosa de delimitar tu ciudad. La Coruña, me imagino. Yo he estado varias veces y la siento respirar en tus versos, en esos detalles geográficos, urbanos, emocionales, tan exquisitamente presentados. A mí me encanta.

Abrazos.

Cierto, Pablo, es una interpretación muy personal de mi ciudad, que como bien dices es A Coruña. Un abrazo y gracias por el comentario.

Un poema hermoso descriptivo y bien dibujado amigo. Se siente el recorrido conocido, las paradas necesarias, las referencias que se plasman en esa piel urbana que forma parte de la tuya.
Un gusto pasar, un abrazo amigo

Bella descripción de tu ciudad, es parte de uno mismo, y la belleza de la vida en cada ciudad del mundo un placer pasar por tu poema, como siempre se nota tu calidad como poeta.

Jerónimo Muñoz escribió: ↑Jue, 06 May 2021 16:36 Bueno, bueno... Esto es un poemazo al que su carácter descriptivo no le priva de una exquisita y original personalidad lírica. Te felicito muy cordial y sinceramente.
Un abrazo.

Jerónimo

Gracias, Jerónimo, por un comentario tan generoso. Un abrazo.

xaime oroza carballo escribió: ↑Sab, 08 May 2021 0:17

Ramón Carballal escribió:Es todo aire, un sonámbulo ejército de ráfagas pobladas de espuma,
es una latitud septentrional de inviernos azules,
es la caracola dormida en el fondo de un mar alegre,
es una cordillera fina como un mango de ingrávidas estrellas
que brotan.

La plaza de árboles inversos
ríe al ver la lluvia arrastrarse hasta el cauce de sus raíces,
azotada por un aliento que el faro ilumina con haces de crisol
y luciérnagas varadas en la noche.

Qué edificios se desnudan para mí,
en qué calles un himno me busca con alfombras blancas
para que pises el rubor y la mandrágora vieja de las esquinas.

Ven al castillo olvidado, a la iglesia sin mapas, al corazón de la deidad
ahora que el musgo viste la piedra sonrosada,
después del soliloquio de los abades,
en un coro de aullidos bajo la marquesina de una parada de autobús
que resplandece entre la lluvia y el rocío de los ángeles.

Mis pasos hacia el remanso del agua, botas que pisan la arena en paseos umbríos,
olor a algas tempranas, episodios de madrugada con el sabor del coco en los labios
y mi mansedumbre o mi esperanza vagando bajo el frío,
en la soledad que los pájaros respetan.

Y la memoria en los cristales, amapolas en las vidrieras para que el reflejo sea rojo,
y cañones tapados, óxido en un parque donde murió la bandera de otro país,
perfumes de rododendro, de laurel, de pámpanos caducos.

En mis ojos la roca, ya besada por el mar, un cuadrángulo de metales olvidados,
fósiles de oro y de plata, la prisión donde la sal se encumbra
sobre los grilletes de la ventisca.

Ya ves que los hilos de esta ciudad se rompen como hielo antiguo,
sabes que de tu portal al mío hay insomnios,
sabes que te conocí en el mañana cuando ya no eras sol,
aunque aún alumbraba, incesante, tu belleza entre los jacintos muertos.

Leváchesme á cidade vella, ao Castelo de S. Antón e ao paseo do Parrote. Grandes, vellas lembranzas moi fermosas. Non sei se acerto pero, grazas de tódolos xeitos, irmán.
Unha aperta, meu.

Efectivamente, Xaime, falo da miña cidade que é Coruña. É unha visión moi persoal e alégrame, especialmente, que identificaras a simboloxía pola túa proximidade e coñecemento do que escribo. Unha forte aperta.