Editorial Alaire

...

El hombre atormentado vivía empobrecido.
Se buscaba detrás de cada puerta
persiguiéndose en su sombra sin alcanzarse.

A la piedra la llamaba árbol
y al árbol cementerio, a la luz aire, al aire soledad.

Víctima y compañero,
compañero y verdugo.

Transitaba errático sin moverse
rebotando en las paredes de su celda oscurecida.

Moría cada noche entre su rabia,
para resucitar solo entre la rabia.

Llamaba al amor esquela,
al vapor esperma, al esperma maldición.

El hombre atormentado vivía entristecido
dentro de sus bolsillos.
Se buscaba entre las telas que lo vestían
sin encontrarse en las costuras deshilachadas.

Preguntaba a las mujeres y las despreciaba.
Preguntaba a los hombres y los despreciaba.
Preguntaba a su sombra, y no le respondía.

Llamaba a las puertas del infierno y no le abrían.

...

No es novedad, pero lo veo observando (mejor dicho leyendo) desde hace tiempo. Tu poesía, Ignacio, ya es algo serio, o lo que se podría denominar: destacable. Este poema me parece bueno e interesante en su totalidad, y el verso final le pone el "sello" inequívoco que todo poema que pretenda ser considerado de "primera división" en esto de la poesía ha de llevar. Mis felicitaciones, Ignacio.
Un abrazo.

Ignacio Mincholed escribió:...

El hombre atormentado vivía empobrecido.
Se buscaba detrás de cada puerta
persiguiéndose en su sombra sin alcanzarse.

A la piedra la llamaba árbol
y al árbol cementerio, a la luz aire, al aire soledad.

Víctima y compañero,
compañero y verdugo.

Transitaba errático sin moverse
rebotando en las paredes de su celda oscurecida.

Moría cada noche entre su rabia,
para resucitar solo entre la rabia.

Llamaba al amor esquela,
al vapor esperma, al esperma maldición.

El hombre atormentado vivía entristecido
dentro de sus bolsillos.
Se buscaba entre las telas que lo vestían
sin encontrarse en las costuras deshilachadas.

Preguntaba a las mujeres y las despreciaba.
Preguntaba a los hombres y los despreciaba.
Preguntaba a su sombra, y no le respondía.

Llamaba a las puertas del infierno y no le abrían.

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Excelente expresión de la vanguardia relevante. Te felicito, Ignacio. Salud y Poesía. ERA

Buenos días don Ignacio.

Pues ya lo he leído unas cuantas veces, porque leerle a usted, no sólo significa encontrarse ante un muy buen poema, si no transitar por las conductas de los humanos, lo que viene siendo el comportamiento de la psique.
Es usted un estudioso de nuestros comportamientos. Yo me ofrezco para la jaula, bromita. Esto de por sí debe de significar que tengo el ego subido, ya que considero que soy digna de estudio, cuanto menos (emoticono capulla).

Es un verdadero placer adentrarse en sus enseñanzas.

Por infierno hay canción. Allí nos vemos. Espero tenga allí usted segunda vivienda, no antes de 100 años.

Un abrazo.

Me ha gustado mirar este hombre vibrando en baja frecuencia, es un No decidido, casi letal.

Me llega como un trabajo pleno y muy sólido, Ignacio.

Abrazo y salud a montones.

Luis M. escribió:No es novedad, pero lo veo observando (mejor dicho leyendo) desde hace tiempo. Tu poesía, Ignacio, ya es algo serio, o lo que se podría denominar: destacable. Este poema me parece bueno e interesante en su totalidad, y el verso final le pone el "sello" inequívoco que todo poema que pretenda ser considerado de "primera división" en esto de la poesía ha de llevar. Mis felicitaciones, Ignacio.
Un abrazo.

Gracias, Luis. Me alegran y aprecio tus palabras, te agradezco que lo consideres así.

Un abrazo.
Ignacio

Tan bello como interesante trabajo, amigo Ignacio.
Abrazos.

Antonia Mauro escribió:Buenos días don Ignacio.

Pues ya lo he leído unas cuantas veces, porque leerle a usted, no sólo significa encontrarse ante un muy buen poema, si no transitar por las conductas de los humanos, lo que viene siendo el comportamiento de la psique.
Es usted un estudioso de nuestros comportamientos. Yo me ofrezco para la jaula, bromita. Esto de por sí debe de significar que tengo el ego subido, ya que considero que soy digna de estudio, cuanto menos (emoticono capulla).

Es un verdadero placer adentrarse en sus enseñanzas.

Por infierno hay canción. Allí nos vemos. Espero tenga allí usted segunda vivienda, no antes de 100 años.

Un abrazo.

Pues, muchas gracias por tus consideraciones, Antonia.
En la jaula andamos todos entrando y saliendo, unas veces observamos y otras nos observan.
En 100 años… todos dentro, aunque es posible que a algunos ni les abran.

Un abrazo.
Ignacio

Ignacio Mincholed escribió:...

El hombre atormentado vivía empobrecido.
Se buscaba detrás de cada puerta
persiguiéndose en su sombra sin alcanzarse.

A la piedra la llamaba árbol
y al árbol cementerio, a la luz aire, al aire soledad.

Víctima y compañero,
compañero y verdugo.

Transitaba errático sin moverse
rebotando en las paredes de su celda oscurecida.

Moría cada noche entre su rabia,
para resucitar solo entre la rabia.

Llamaba al amor esquela,
al vapor esperma, al esperma maldición.

El hombre atormentado vivía entristecido
dentro de sus bolsillos.
Se buscaba entre las telas que lo vestían
sin encontrarse en las costuras deshilachadas.

Preguntaba a las mujeres y las despreciaba.
Preguntaba a los hombres y los despreciaba.
Preguntaba a su sombra, y no le respondía.

Llamaba a las puertas del infierno y no le abrían.

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Enorme poema, compañero. Mágico el reventón de la panacea final.
Un abrazo.

Un poema dicente y hermoso. Era el hombre tan en la nada que ni el infierno abría sus puertas. Felicidades por esta entrega.
Abrazos

Sutil poema, estimado.
Sin duda, un hallazgo.
Nunca defrauda tu poesía de altura.
El tormento es todo eso, y joder, qué difícil es decirlo como tú.
Gracias por compartir.
Abrazos y felicidad, amigo Ignacio.

Hallie Hernández Alfaro escribió: ↑Sab, 01 May 2021 20:08 Me ha gustado mirar este hombre vibrando en baja frecuencia, es un No decidido, casi letal.

Me llega como un trabajo pleno y muy sólido, Ignacio.

Abrazo y salud a montones.

Muy amable, Hallie, te agradezco mucho la nota.

Un abrazo.
Ignacio

Bello poema del hombre atormentado un gusto.

Bello y dicente poema. Hermoso. El hombre en la nada y atormentado ni el infierno le abre las
puertas.


Preguntaba a las mujeres y las despreciaba.
Preguntaba a los hombres y los despreciaba.
Preguntaba a su sombra, y no le respondía.

Llamaba a las puertas del infierno y no le abrían.


Magistral este final.
Abrazos y gracias.

Interesante y real, no encontrarse, no amar y sentir desprecio por todo, son compañeros de la soledad. Le felicito