La Chanson
Publicado: Jue, 08 Abr 2021 12:51
1
Jacques Brel - Amsterdam.
Cuando los socialistas lo eran cantaban con cualquier excusa, por peregrina que fuera, "El tiempo de las cerezas". Ahora engrosan las filas de un partido pequeño-burgués y progresista que piensa en las ostras y el champagne, que ve a Ninotchka todos los días, que habla de las buenas intenciones, pero se las reserva para sus correligionarios mientras cargan los hombros de los empleados con impuestos incomprensibles. Tenemos un presidente ausente que no da la cara en este tiempo difícil y cruel que necesita explicaciones.
Jacques Brel - Amsterdam.
Brel nunca grabó Amsterdam en estudio, la preparó expresamente para una nueva cita de las muchas que tuvo con el Olympia, creo que en 1964, cuando ni Johnny Hallyday en su esplendor ni Marlene Dietrich en el capítulo final de su leyenda podían discutirle la monarquía absoluta del auditorio parisino a este republicano descreído, fiel a las convicciones que se habían forjado en sus propias experiencias desde la soledad del anonimato hasta alcanzar una cumbre en la que nunca se detuvo para plantar las hermosas banderas. Es posible que Brel fuera más crítico y amargo cuanto más éxito tenía, más desesperado cuanto más se movía en la tranquilidad de una vida resuelta, más despreciativo y desconsiderado con el hombre común cuanto más lo amaba, cuanto más le hubiera gustado ayudarle a que se rebelara contra su destino en la mediocridad de las supuestas buenas costumbre. Quien busca la verdad puede vivir la angustia de no encontrarla, pero si lo hace es muy probable que viva una eterna agonía.
La canción prostibularia más popular de la historia tendría una réplica discreta del genial David Bowie. Le sentó francamente mal a Brel esta intromisión de Ziggy Stardust en sus dominios y cuando le preguntaron que le parecía, contestó con un desprecio evidente y una considerable incorrección política que no quería saber nada de aquel pédé.
No debemos tenerle en cuenta sus salidas de tono, la víctima propiciatoria de sus ataques era frecuentemente él mismo, una de sus características más acusadas era que su palabra iba tres segundos por delante de sus pensamientos y decía lo primero que se le ocurría apelando al corazón. También era reseñable que se riera del acento que le había entregado su ciudad cuando ya no tenía remedio y, en el fondo, no quería que lo tuviera, o que se refiriera a sí mismo con el nombre grandilocuente de Grand Jacques para desgranar las miserias de su propio comportamiento y su actitud hacia la guerra que había pasado y que le hacía no dimensionar adecuadamente las que estaban ocurriendo sustentadas por un nefasto pasado colonial o el resquemor por los amores muertos y los que vendrían.
Amsterdam es un momento para la eternidad sincera y apasionada de un bruselense corroído por el fulgor de su propia inteligencia. Su épica y sana capacidad competitiva forjada en la visión compulsiva de los héroes de Ford en su niñez hizo que aceptara sustituir a una Marlene Dietrich que no quiso acudir, argumentando problemas de salud, a su cita con el Olympia el día siguiente de que el auditorio parisino fuera arrasado, en cualquiera de los sentidos, las sillas rotas dieron fe de ello, por el entusiasmo juvenil de los seguidores de Johnny Hallyday.
La canción prostibularia más popular de la historia tendría una réplica discreta del genial David Bowie. Le sentó francamente mal a Brel esta intromisión de Ziggy Stardust en sus dominios y cuando le preguntaron que le parecía, contestó con un desprecio evidente y una considerable incorrección política que no quería saber nada de aquel pédé.
No debemos tenerle en cuenta sus salidas de tono, la víctima propiciatoria de sus ataques era frecuentemente él mismo, una de sus características más acusadas era que su palabra iba tres segundos por delante de sus pensamientos y decía lo primero que se le ocurría apelando al corazón. También era reseñable que se riera del acento que le había entregado su ciudad cuando ya no tenía remedio y, en el fondo, no quería que lo tuviera, o que se refiriera a sí mismo con el nombre grandilocuente de Grand Jacques para desgranar las miserias de su propio comportamiento y su actitud hacia la guerra que había pasado y que le hacía no dimensionar adecuadamente las que estaban ocurriendo sustentadas por un nefasto pasado colonial o el resquemor por los amores muertos y los que vendrían.
Amsterdam es un momento para la eternidad sincera y apasionada de un bruselense corroído por el fulgor de su propia inteligencia. Su épica y sana capacidad competitiva forjada en la visión compulsiva de los héroes de Ford en su niñez hizo que aceptara sustituir a una Marlene Dietrich que no quiso acudir, argumentando problemas de salud, a su cita con el Olympia el día siguiente de que el auditorio parisino fuera arrasado, en cualquiera de los sentidos, las sillas rotas dieron fe de ello, por el entusiasmo juvenil de los seguidores de Johnny Hallyday.
2
Barbara - La marcha nupcial de Brassens
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Barbara - La marcha nupcial de Brassens
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Bárbara tenía un aspecto algo siniestro, aunque podría haber sido una mujer atractiva, prefirió dejarlo ahí, escapar por la puerta de atrás, ir vestida como una rata de tugurio. Una chica existencialista cuando no lo era rigurosamente, aunque una de sus mejores composiciones, La soledad, podría ser interpretada como un himno de este movimiento. Es posible que la causa principal de su desapego a los baños de multitudes fuera una confesión que hizo tardíamente en sus memorias; había sufrido abusos sexuales por parte de su padre.
Su voz prodigiosa que conservaba un tono melodioso y conmovedor en los registros más altos llenó canciones de su autoría, pero quizás donde pudo recurrir con más acierto a su ayuda fue en las canciones de Brassens, también lo intentó con Brel, pero no pudo; lo mejor su bizarra interpretación del "No me dejes", nos demuestra que la rapidez no resaltaba la calidad de la inmortal canción.
Quienes conocen superficialmente a Brassens, suelen recurrir al tópico de su monotonía, lastrado por la falta de orquestación, la mayoría de las veces solo se acompañaba de guitarra y contrabajo, pero no hay nada más lejos de la realidad, fue un mago en recoger aires de todos los vientos. Su marcha nupcial, muy querida por él, ya que narra la boda de sus padres, el bueno de Georges, para dejar bien claro su posición hacia el matrimonio, le dio una cadencia de marcha fúnebre. La versión de Barbara es tan maravillosa que yo la escucho alternándola con la de su autor.
Barbara dedico un disco entero a versionar canciones de Brassens y Brel. Acertó de pleno con el primero, rivalizando, a base de voz y solemnidad lírica, con el cantante de Séte que disfrutaría toda su vida de la devoción de sus colegas. A Brel no le añade nada; una mala elección de canciones no nos ayuda a degustar la personalidad terrible del monstruo franco-belga, no hace que disfrutemos de su periplo por las sombras refugiado en su timidez nada incompatible con su descaro. A pesar de encontrarse en ellas, disfrazada Barbara de rata de tugurio en la versión menos popular de Juliette Gréco, la versión más original y acelerada de la inmortal, para disgusto del bruselense, "No me dejes".
Publicado por Francisco Enrique León en 4:59
Su voz prodigiosa que conservaba un tono melodioso y conmovedor en los registros más altos llenó canciones de su autoría, pero quizás donde pudo recurrir con más acierto a su ayuda fue en las canciones de Brassens, también lo intentó con Brel, pero no pudo; lo mejor su bizarra interpretación del "No me dejes", nos demuestra que la rapidez no resaltaba la calidad de la inmortal canción.
Quienes conocen superficialmente a Brassens, suelen recurrir al tópico de su monotonía, lastrado por la falta de orquestación, la mayoría de las veces solo se acompañaba de guitarra y contrabajo, pero no hay nada más lejos de la realidad, fue un mago en recoger aires de todos los vientos. Su marcha nupcial, muy querida por él, ya que narra la boda de sus padres, el bueno de Georges, para dejar bien claro su posición hacia el matrimonio, le dio una cadencia de marcha fúnebre. La versión de Barbara es tan maravillosa que yo la escucho alternándola con la de su autor.
Barbara dedico un disco entero a versionar canciones de Brassens y Brel. Acertó de pleno con el primero, rivalizando, a base de voz y solemnidad lírica, con el cantante de Séte que disfrutaría toda su vida de la devoción de sus colegas. A Brel no le añade nada; una mala elección de canciones no nos ayuda a degustar la personalidad terrible del monstruo franco-belga, no hace que disfrutemos de su periplo por las sombras refugiado en su timidez nada incompatible con su descaro. A pesar de encontrarse en ellas, disfrazada Barbara de rata de tugurio en la versión menos popular de Juliette Gréco, la versión más original y acelerada de la inmortal, para disgusto del bruselense, "No me dejes".
Publicado por Francisco Enrique León en 4:59
3
Georges Brassens - La tormenta
Haga Dios que mi queja guarde alas
y a marchas forzadas
le hable de la lluvia,
la lleve a las tormentas
que nos sorprendió abrazados,
y le cuente
que una saeta criminal
ha dejado en la diana de mi pecho
una pequeña flor que se le parece.
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Haga Dios que mi queja guarde alas
y a marchas forzadas
le hable de la lluvia,
la lleve a las tormentas
que nos sorprendió abrazados,
y le cuente
que una saeta criminal
ha dejado en la diana de mi pecho
una pequeña flor que se le parece.
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La versión española de esta canción, Javier Krahe y Alberto Pérez están detrás de ella, es loable pero se desmarca de la ternura de maduro tonto y enamoradizo de Brassens y prefiere incidir en su aspecto más pícaro y golfo. No aprendí francés con Georges, lo mío con los idiomas es algo digno de estudio, pero aprendí mucho de Brassens; su eclecticismo musical, su tendencia a la alegría, su amor por las estrofas clásicas, su aire libertario; los amigos lo primero, su bohemia mitificada plagada de anécdotas que, quizás, nunca sucedieron, la intertextualidad llevada a unos límites fuera de orden para un ciudadano de a pie, su pasión por el jazz y por los gatos, su encumbramiento de François Villon como el Poeta y las mujeres...
Alentado por la lengua veloz e irreflexiva de quien alguna vez pretendió ser poeta y, en realidad, escribía cuentos, inventé que esta canción la conocí muchos años después de haberlo hecho realmente, que me llegó a través de un amor que no existía y que me atormentaba escucharla en un recuerdo sin nombre. No estaba en el primer disco de vinilo que tuve de Brassens, pero sabía de qué trataba y hablé varias veces de ella con un admirador del poeta francés en las noches interminables del Moonlight.
Una de las cosas que llevo con más orgullo, no sé cuántas veces lo habré dicho, es haber llegado a la conclusión de que tengo en él al más ilustre de mis paisanos. Sète (Seta en occitano), el pueblo donde nació también Paul Valéry, y Ceuta eran rigurosamente homófonos, ambas tienen un número de habitantes similar, son marineras y están heridas de muerte por el Mediterráneo; Sète ama la poesía aunque esté enterrada en el Cementerio de los pobres, Ceuta detesta a los poetas que hablan demasiado y no fingen estar ciegos, nunca me he dado por aludido. Ya me he dado cuenta de que los franceses han decidido dejar el nombre de mi ciudad tal cual, y cambiar el de Sète, una lástima; son más osados que nosotros a la hora de modificar una Constitución.
Alentado por la lengua veloz e irreflexiva de quien alguna vez pretendió ser poeta y, en realidad, escribía cuentos, inventé que esta canción la conocí muchos años después de haberlo hecho realmente, que me llegó a través de un amor que no existía y que me atormentaba escucharla en un recuerdo sin nombre. No estaba en el primer disco de vinilo que tuve de Brassens, pero sabía de qué trataba y hablé varias veces de ella con un admirador del poeta francés en las noches interminables del Moonlight.
Una de las cosas que llevo con más orgullo, no sé cuántas veces lo habré dicho, es haber llegado a la conclusión de que tengo en él al más ilustre de mis paisanos. Sète (Seta en occitano), el pueblo donde nació también Paul Valéry, y Ceuta eran rigurosamente homófonos, ambas tienen un número de habitantes similar, son marineras y están heridas de muerte por el Mediterráneo; Sète ama la poesía aunque esté enterrada en el Cementerio de los pobres, Ceuta detesta a los poetas que hablan demasiado y no fingen estar ciegos, nunca me he dado por aludido. Ya me he dado cuenta de que los franceses han decidido dejar el nombre de mi ciudad tal cual, y cambiar el de Sète, una lástima; son más osados que nosotros a la hora de modificar una Constitución.
7 de diciembre de 2014
4Francis Cabrel - La tinta de tus ojos.
[BBvideo 560,340][/BBvideo]
Ahora andarás perdida entre mis sueños
y asomarás por donde asoma
el blanco sol de enero.
(Traducción de la versión española)
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Ahora andarás perdida entre mis sueños
y asomarás por donde asoma
el blanco sol de enero.
(Traducción de la versión española)
Francis Cabrel apenas coincidió con los monstruos sagrados de "La Chanson" y se parecía muy poco a ellos, su origen en el Sur de Francia, donde los niños aprenden a entonar a los trovadores antes de hablar, le proporcionó una inspiración a la que siempre ha sido fiel y una tolerancia hacia los foráneos que nada tiene que ver con los parisinos. En vez de pretender ser un chansonnier al uso y adaptarse a la bohemia urbana se enfundó la aureola de trovador de siempre y durante los primeros momentos de su carrera disfrutó de un éxito inesperado con deliciosas baladas de amor que aún suenan en nuestro oído.
Ahora que lo nuestro terminó, qué loca tú, qué loco yo, qué tristes al final. Soñamos con Venecia y la libertad´, con la escapada de Alfred de Musset y George Sand en la mente. ¿Puede haber un delirio de amor más romántico?
Sencillo y discreto, no se ha distinguido por una copiosa producción pero ha mantenido el corazón de sus fieles a los que les entregó el talante definido de un hombre comprometido con los grandes problemas de nuestro tiempo, desde su rincón supo desgranar y ofrecer su opinión sobre asuntos que nos inquietan a todos con valentía y con sinceridad.
Ahora que lo nuestro terminó, qué loca tú, qué loco yo, qué tristes al final. Soñamos con Venecia y la libertad´, con la escapada de Alfred de Musset y George Sand en la mente. ¿Puede haber un delirio de amor más romántico?
Sencillo y discreto, no se ha distinguido por una copiosa producción pero ha mantenido el corazón de sus fieles a los que les entregó el talante definido de un hombre comprometido con los grandes problemas de nuestro tiempo, desde su rincón supo desgranar y ofrecer su opinión sobre asuntos que nos inquietan a todos con valentía y con sinceridad.
5
Hélène Segarre - Ella, tú la amas. Francis Cabrel - Ella escucha las flores crecer.
[BBvideo 560,340][/BBvideo]
Alba hermosa
dime de dónde vienes
ya sé que amas a otra
y a mí ya no me quieres.
(Anónimo)
Hélène Segarre - Ella, tú la amas. Francis Cabrel - Ella escucha las flores crecer.
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Alba hermosa
dime de dónde vienes
ya sé que amas a otra
y a mí ya no me quieres.
(Anónimo)
Quedan lejos los días en que aprendía francés, era la amistad sincera con Fernando y Yamal, la empatía de otros compañeros que vislumbraban que por el camino que llevaba yo nunca aprendería francés si no me plegaba al programa. Tuve la suerte de tener una buena profesora a pesar de ser un buen mal alumno que solo quería saber lo que decían Brel y Brassens mientras mostraba una enorme dificultad en decir simplemente lo que había comido.
Lo que más me gustaba era cuando nos ponía canciones, hay algunas que las recordaré siempre, así de repente destacaría dos; la delicada evocación del amor romántico y libre de "Elle écoute pousser les fleurs" de Francis Cabrel y ésta de Hélène Ségara en la que sigue la tradición turbadora de la doncella abandonada cuya alma sangra mientras canta su desventura. Desconozco si ella preparó esta versión o se la prepararon, moderniza y mantiene la fuerza el fado “Canción del mar”, cantado por la temperamental y apasionada Amália Rodrigues, del que solo toma la música.
Ella escucha crecer las flores, desaconsejo la desafortunada versión en castellano pues ni de lejos transmite la ternura y el ensueño de la original. Por suerte Francis Cabrel tiene en “La quiero a morir” y “La tinta de tus lágrimas” y alguna otra unas versiones que compiten en excelencia con las originales en francés.
Lo que más me gustaba era cuando nos ponía canciones, hay algunas que las recordaré siempre, así de repente destacaría dos; la delicada evocación del amor romántico y libre de "Elle écoute pousser les fleurs" de Francis Cabrel y ésta de Hélène Ségara en la que sigue la tradición turbadora de la doncella abandonada cuya alma sangra mientras canta su desventura. Desconozco si ella preparó esta versión o se la prepararon, moderniza y mantiene la fuerza el fado “Canción del mar”, cantado por la temperamental y apasionada Amália Rodrigues, del que solo toma la música.
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Ella escucha crecer las flores, desaconsejo la desafortunada versión en castellano pues ni de lejos transmite la ternura y el ensueño de la original. Por suerte Francis Cabrel tiene en “La quiero a morir” y “La tinta de tus lágrimas” y alguna otra unas versiones que compiten en excelencia con las originales en francés.
Juliette Gréco - El tiempo de las cerezas
Cuando los socialistas lo eran cantaban con cualquier excusa, por peregrina que fuera, "El tiempo de las cerezas". Ahora engrosan las filas de un partido pequeño-burgués y progresista que piensa en las ostras y el champagne, que ve a Ninotchka todos los días, que habla de las buenas intenciones, pero se las reserva para sus correligionarios mientras cargan los hombros de los empleados con impuestos incomprensibles. Tenemos un presidente ausente que no da la cara en este tiempo difícil y cruel que necesita explicaciones.