siento que la poca fuerza que el hambre me permite
viaja en la mochila
donde quiera que aquellos vientos del pueblo me llevan.
Ya no me queda ni el sudor que yace en el campo
de una frente enfrentada con el rayo que no cesa,
con la tortura que nace en una muerte nupcial,
después de besarse mujer la impronta de tu alegato
e ignorar que menos tu vientre, todo ya es nada.
Es como cuando el amor ascendía entre nosotros,
y el niño de la noche nos arrebataba el azahar,
mientras sentado entre los muertos,
trataba de entender por qué motivo el corazón es agua,
y la serpiente no le muestra su alabanza al árbol.
Y después del amor, caminando entre disputas de locura,
llamo a la juventud, para sentirme como aquellos
que atropellaron las tierras en pos del poder en la miseria,
que se alimentaron con la acidez de unas nanas de la cebolla,
que sufrieron arrastrando el yugo humedecido con la roja sangre
que el niño yuntero dejó marcada en la yunta,
y aquella sequedad que las manos de los aceituneros
llevaban marcadas en las aristas de un alma para la libertad.
Ahora, me río de las desiertas abarcas que por el cinco de enero,
dejaron un alma a la deriva,
envuelta en lágrimas,
como si de una canción última se tratara,
ignorante de las mil y una batallas
que el pedregal de su camino le pondría,
sin saber, sin entender, que las guerras, tristes guerras,
le arruinarían el corazón, el alma y la vida.
Todo está lleno de ti,
todo lo que me rodea se me asemeja a ti,
todo lo que me nace, crece como tallo en primavera;
sigue luchando, sigue rodando Miguel,
rueda que irás muy lejos, necesito que lo hagas,
que no escondas tu calavera en el filo del desierto,
en las tinieblas denostadas por la incomprensión de los débiles,
por el grito asustadizo del vientre de tu lápida,
no dejes que padezca el silencio en la opresión de la mudez,
llámame a gritos, a golpes de dolor, que aún me sobra el corazón,
y aunque no logro saber el motivo,
no sé por qué, no sé por qué ni cómo,
también yo, con tu recuerdo,
me perdono la vida cada día.
Elegía (El rayo que no cesa) (1936)
Hambre (El hombre acecha) (1939)
Vientos del pueblo me llevan (Viento del pueblo) (1937)
El sudor (Viento del pueblo) (1937)
El rayo que no cesa (1936)
Muerte nupcial (Poema inédito publicado por revista Proel en el año 1946)
Besarse mujer (Cancionero y romancero de ausencias) (1938)
Menos tu vientre (Cancionero y romancero de ausencias) (1938)
El amor ascendía entre nosotros (Cancionero y romancero de ausencias) (1938)
El niño de la noche (Poema inédito publicado por revista Proel en el año 1946)
Azahar (Perito en lunas) (1933)
Sentado entre los muertos (Viento del Pueblo) (1937)
El corazón es agua (Cancionero y romancero de ausencias) (1938)
Serpiente (Perito en lunas) (1933)
Alabanza al árbol (¿Poemas varios?) (¿1935-36?)
Después del amor (Cancionero y romancero de ausencias) (1938)
Llamo a la juventud (Viento del pueblo) (1937)
Nanas de la cebolla (Cancionero y romancero de ausencias) (1938)
El niño yuntero (Viento del pueblo) (1937)
Aceituneros (Viento del pueblo) (1937)
Para la libertad (El hombre acecha) (1939)
Las desiertas abarcas (Por el cinco de Enero) (Poema publicado en revista Ayuda el 2 de Enero de 1937)
Canción última (El hombre acecha) (1939)
Tristes guerras (Cancionero y romancero de ausencias) (1938)
Todo está lleno de ti (Cancionero y romancero de ausencias) (1938)
Rueda que irás muy lejos (Dedicado a su segundo hijo Manuel Miguel) (1941)
Me sobra el corazón
No sé por qué, no sé por qué ni cómo,
me perdono la vida cada día. (Otros Poemas) (1935-36)