Pepa Flores - Si la hermosura es arte
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La pena entra en la cabeza.
No le hubiera hecho falta cantar y, sin embargo, vería las Bodas de sangre de Saura mil veces para escuchar sus nanas y el despierte. No se sintió cómoda en el mundo de los adultos y perdimos a la Wendy de todas las horas, esa que alegra la tristeza de nuestro corazón de poeta con un verso perdido en una tarjeta navideña, esa que se rebela y nos castiga sin sus canciones, esa que nos lleva de la sierra al mar derramando las flores de su apellido.
Por fortuna nos quedan los vídeos para poder tocar el telúrico acento malagueño de su voz partida al pasar de los años, el pliegue almidonado de su bata de cola, la envidia que sentimos de su dichosa peineta. Esta mujer no es poeta, es poesía.
Don Antonio Mairena - La Gracia y el Tronío.
Gran amante del arte y de su pueblo, desgraciado y ambulante en la España que se encontró antes y después de la derrota de todos los españoles, esa que había engendrado una riña a garrotazos. Los que no lo reconocieron y suspiraban, sin saberlo, por el alma de Antonio Machado y, aquellos que pensaban en la gloria del triunfo de los santos, cuando habían arrasado el templo que los sustentaba, elevando la estulticia presuntuosa de aquellos que habían llegado a matar a católicos para preservar el catolicismo porque podía haber algún rojo entre ellos.
El flamenco expiraba con sus últimas palabras pero es tan fuerte, tan enraizado que siguió con el gitano rubio, el Cigala y tantos otros. Eso sí, con permiso de Don Manuel y algún otro, es el más grande.[/align]
Camarón
Fosforito y Paco de Lucía, Mortal de Arte y necesidad.
cuando paso por tu calle,
tú no me dices adiós
y cuando escuchas mi nombre
se te cambia hasta el color.
Cuando te fuiste de mí
se me acabó la alegría
y las ganas de vivir.
Andaluz, como yo, mi padre nació en Torre del Mar, me escondió hasta donde pudo la mar, pero el mar es tan inmenso que Él mismo te echa una mano para aprehender, en tu propia sangre llena de sal, una mínima comprensión de su quejío de muerte ¡Ay, mi Mediterráneo, qué solo te estás quedando!. (Antonio Machado)
Pero lo más hermoso que me ha legado, casi sin querer y de puntillas de bailarina en El lago de los Cisnes, ha sido el Flamenco, en todas sus vertientes. En este apartado soy un tanto light, dónde se pongan unas alegrías de Cai, de la orilla izquierda del Paraíso, no se pone nada. Decidme qué palo es éste; la primera estrofa, la mejor con diferencia. Es un cante que empieza por el techo, vuelve a subir a él a ratos y acaba a muy buena altura. Paco, el Sublime de la Isla Verde, a la guitarra, al cante, el Gran Fosforito en sus buenos tiempos.
Pepe Marchena - La Vieja
Su capacidad de sorprender fue el revulsivo que dinamizó su cante, potenciando de forma muy positiva su innovación, su independencia y su polifacetismo estilístico, dentro de lo que ha dado en llamarse su esteticismo artísitico.
Si don Antonio Chacón, el gran cantaor jerezano, había conseguido ampliar el público aficionado al cante con su refinamiento melódico, Marchena fue aún más lejos; consiguió cautivar con su cante flamenco a todo tipo de auditorios, con una puesta en escena mucho más sofisticada, con una voz privilegiada, con una libertad creativa irrespetuosa con los cánones dogmáticos imperantes en los palos flamencos y llevando en volandas su particular forma de entender el flamenco, hacia el interés colectivo de grandes masas de seguidores.
Manolo Caracol - Romance de Juan de Osuna. - Concha Piquer - La otra
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Esa España de héroes trágicos o dramáticos salidos del vientre del atraso y el hambre se entregó a la Copla y la salida que ofrecía para ver los males sociales en boca de otros, los que podían hacerlo sin molestar demasiado al Régimen. El flamenco para sobrevivir había de entregarse a un público que, para honduras, ya tenía sus propias penurias cotidianas y a la Concha Piquer hablando de la otra.
Carlos Cano tenía tanto encanto que la gente lo quería aunque dijera verdades como puñales y sonreía siempre aunque le quitara el sueño el destino de Andalucía en la España del progreso y los nacionalismos. Sin olvidar su Granada con Federico perdido, tenía dos debilidades reconocidas; la Habana vieja donde Silvio hacía cantar amor a los soñadores y el barrio La Viña gaditano donde los niños nacen con careta para reírse del paro que azota a sus padres que aun así no pierden la guasa. Carlos se fue cuando aún tenía mucho que darnos, nos dejó el coraje de Diamantino, el amor desgraciado de María, el exilio del alma de Miguel de Molina y el dolor de las madres locas de la Plaza de Mayo cuando aún no flirteaban con Herri Batasuna.
Era un cantaor largo. Se le recuerda por su maestría cantando por cantes de Cádiz: alegrías, cantiñas o tanguillos, pero era capaz de interpretar como pocos malagueñas, soleares y seguiriyas o cantes más festeros, como bulerías o tangos. Siempre con el gusto de Cádiz, y siempre como un auténtico maestro del compás. Realizó su carrera profesional, ya como cantaor en solitario, en Cádiz, Sevilla, donde cantó en el Patio Andaluz, y en Madrid, donde actuó en El Duende y Arco de Cuchilleros. En 1996 recibió la Medalla de Andalucía.
Pero antes estuvo 25 años en la compañía de Antonio el Bailarín y posteriormente con Matilde Coral, como cantaor de atrás, que es como se dice en el flamenco a los cantaores que acompañan al baile. Tímido y humilde, se resistió a lanzar una carrera en solitario como cantaor de adelante, aunque finalmente se decidió a hacerlo. Publicó dos discos como cantaor, La nuez moscá (1996) y Azúcar cande (2000).
Lole y Manuel
Manuel Molina, que hace ocho años fue operado de un cáncer de garganta, decidió morir como vivió: libre. “Hace cinco meses le detectaron un tumor en el pulmón, pero no quiso pisar el hospital. El destino es el de cada uno y se acabó”, dijo ayer su hermano y mánager Jesús Molina, quien lamentó que la capilla ardiente no se instalara en el Ayuntamiento de Sevilla. Pero fuentes del Consistorio insistieron este martes en que fue la familia la que denegó esa posibilidad y optaron por San Juan de Aznalfarache, donde el artista residía desde hace poco tiempo con su segunda esposa y su hijo Manuel, de 20 años. La capilla ardiente estará abierta hasta la mañana del miércoles. Después, el artista será incinerado y sus cenizas se esparcirán por el río Guadalquivir, a su paso por Triana; y por la bahía de Algeciras, de donde era su padre.
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Si has mentido alguna vez
y dime si cuando lo hiciste
sentiste vergüenza de ser embustero.
Dime, dime, dime,
si has odiado alguna vez
a quien hiciste creer
un cariño de verdad.
Dime
si sientes tu corazón
como en sí mismo
el dolor de tu hermano.
Dime, dime, dime
si has cortado alguna flor
sin que temblaran tus manos.
Dime
si de verdad crees en Dios
como crees en el fuego cuando te quemas.
Dime, dime, dime
si es el cielo tu ilusión
o es la verdad en la tierra.
Dime
a cada cosa sí o no
y entonces sabré yo si eres mi sueño.
Dime, dime, dime
a cada cosa sí o no
y entonces sabré yo
cuál es tu credo.
Dime
Manuel era ceutí, aunque probablemente se sentía sevillano. Hay que darle el mando ahí al corazón. Este gitano desconocido fue el primero que rompió una lanza por el Nuevo Flamenco.
El baúl de la Piquer
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Interpretó con un estilo depurado de gran perfección vocal las composiciones más famosas de la canción española, casi todas ellas obra de Valverde, Quintero, León y Quiroga, como Ojos verdes, Tatuaje, Y sin embargo, te quiero, En tierra extraña y Lola Puñales. (Wikipedia)
Rosalía
Las Grecas - Rock Gitano
Tuvieron un enorme éxito inicial con el tema «Te estoy amando locamente», del cual vendieron 500.000 copias. (Wikipedia)
Carmen Amaya
que por las sendas del viento, el aire va de rodillas.
Entre pintas y chumberas el silencio es su crespón
que a la gente canastera, le han partido el corazón.
Mi copla por los rosales, dejarla que venga y vaya,
que estoy llorando a canales la pena de los Amaya.
La guitarra mora ha puesto crespones en su compás,
y de luto para los restos se vistió la soleá.
Ya está la luna en la playa, diciendo de madrugada:
¡Qué pena, qué pena Carmen Amaya!.
Formando cruz lleva el agua, dos ramas de hierbabuena,
el yunque llora en la fragua por una rosa morena.
Los gitanos y las señoras, el mocito y el marqués,
todo el mundo reza y llora sin poderse contener.
Mi copla por los rosales, dejarla que venga y vaya,
que estoy llorando a canales la pena de los Amaya.
La guitarra mora ha puesto crespones en su compás,
y de luto para los restos se vistió la soleá.
Ya está de luto en la playa, diciendo de madrugada:
¡Qué pena, qué pena Carmen Amaya!.
(Antonio Gallardo - Nicolás Sánchez Ortega)
Amàlia Rodrigues
Tuvo una carrera profesional, tanto en la música como en la actuación, de más de cuarenta años. Su fama se internacionalizó durante las décadas de 1950-1970, pero sus vínculos con el régimen del dictador António de Oliveira Salazar —aunque algunas fuentes aseguran que dio dinero al Partido Comunista Portugués en la clandestinidad—, la obligaron a retirarse de los escenarios durante la década posterior a la Revolución de los Claveles de 1974. A lo largo de su carrera, cantó sobre todo en su lengua materna, el portugués, pero también en español, inglés, italiano y en francés. Realizó conciertos internacionales en lugares como el Olympia de París,3 el Auditorio Nacional de Madrid o en Voces de Iberoamérica en Guadalajara. Amália es la artista portuguesa que más discos ha vendido, más de 30 millones de copias, tres veces la población de su país
Miguel de Molina
Corrían tiempos muy difíciles. Eran principios de los años 40. Era la España ya franquista. Sabía que lo intentarían matar, pero Miguel de Molina (Málaga, 1908) estaba ahí. Con sus coplas se paseaba libremente sobre el escenario al compás del flamenco. No tenía miedo a su libertad insultante: gozaba de fama, belleza y arte, pero poseía tres condiciones que el franquismo no toleraba: era republicano, homosexual y amigo de Federico García Lorca. Una noche, sus años de gloria en tierra española llegaron a su fin: tres desconocidos lo apalearon, le desprendieron varias piezas dentales y le desfiguraron su cara mientras le gritaban "esto por rojo y maricón". Le prohibieron volver actuar en España y lo confinaron en Cáceres y Buñol.
"Es una obra muy modesta, es un montaje muy honesto, que intenta reinvindicar la canción popular que injustamente se relacionó con el franquismo"
"Miguel de Molina es inimitable. Se debe encontrar un equilibrio entre su carácter sensible, pero a la vez muy fuerte. Tenía el ego muy subido"
La obra ha sido capaz de reunir hasta 3,000 espectadores en una misma noche
Fue así como el creador de El día que nací o La bien pagá es obligado al destierro y a su patria nunca más volvió. Así comienza Ojos verdes: Miguel de Molina in memoriam, una apuesta escénica que se presentará en Madrid del 8 de septiembre al 2 de octubre en el teatro Fernán Gómez .
La obra, que nació hace cinco años y que ha recibido numerosos reconocimientos, propone un viaje musical por la crónica de España. Lo hace a partir de los hechos que marcaron la vida personal y artística de De Molina. Su infancia rodeada de miseria, su lucha por alcanzar la fama y su exilio es revivida magistralmente en esta retrospectiva de 140 minutos. "Es una obra muy modesta, es un montaje muy honesto, que intenta reinvindicar la canción popular que injustamente se relacionó con el franquismo", afirma vía telefónica Marc Vilavella, director y creador de la pieza.
La vida del tonadillero malagueño, que murió a los 86 años en un barrio de Buenos Aires tras 50 años de exilio, es recreada por seis catalanes. Entre la sombra y un escenario minimalista , los actores recorren la vida de De Molina. Solo les acompaña una vieja radio, una bandera republicana, varios títeres y las célebres coplas del artista. Vilavella encarna al intérprete de Ojos Verdes que durante los años 30 se paseaba con un clavel en la oreja, camisa de lunares anudada a la cintura de avispa, pantalón ajustadísimo, botines y cabello revuelto.
"La historia te lleva al momento del exilio. Y entonces a partir de ahí hacemos una especie de salto y vamos a su infancia y luego el final de su vida", explica Vilavella que vio nacer la obra como un proyecto académico. De la vida y obra del tonadillero, el también director de la compañía Barni Teatre reconoce que no sabía nada. Ojos verdes: Miguel de Molina in memoriam "nació por casualidad" en el seno del Instituto del Teatro de Barcelona.
Una amiga del dramaturgo fue quien marcó la pauta de este periplo teatral. "Marc tú tienes que hacer de Miguel de Molina'; y yo le dije '¿de quién?'. No tenía idea de quién era. Me dejó el libro y empecé a leer y la verdad es que me enamoré de la historia del personaje y de su mundo musical". Rápidamente Vilavella se nutrió de Botín de Guerra, un libro escrito por el mismo Miguel de Molina. También se alimentó de las distintas películas y libros que abordan la vida del tonadillero, entre ellos Las cosas del querer (1989) del cineasta español Jaime Chávarri.
Un personaje difícil de imitar
Interpretar a De Molina, sin embargo, no resulta fácil. Es un personaje complejo. No solo en el escenario, sino también en su vida cotidiana. Era multifacético, resentido, extrovertido, provocador y egocentrista. "Miguel de Molina es inimitable. Se debe encontrar un equilibrio entre su carácter sensible, pero a la vez muy fuerte. Tenía el ego muy subido. Él se encantaba porque también supongo que las apuestas que hacía con su vida eran muy fuertes", afirma Vilavella, quien también ha actuado y dirigido El projecte dels bojos. Una utopía musical .
En la obra se escenifica uno de los momentos claves del creador de Compuesto y sin novia: la Orden Isabel la Católica que el Rey Juan Carlos le impuso ya en el ocaso de su vida, en 1992. En esa ocasión el artista aseguró que España estuvo "siempre en su corazón", pero afirmó que el reconocimiento le llegaba tarde. Sus palabras fueron un presagio. Al año siguiente murió. La medalla le fue entregada en la embajada española en Argentina, país donde cosechó éxitos y que adoptó y amó como si fuera su tierra. Así lo dejó plasmado en su poema Yo te adoro Buenos Aires .
Pero la España de ahora, no la que un día desterró del escenario y de su patria al artista, se resiste a dejar morir su legado. "La copla forma parte de la cultura popular española. Aunque las nuevas generaciones no tengamos las coplas muy grabadas en nuestra piel, en algún sitio de nuestro ADN o nuestra memoria colectiva están", asegura Vilavella. "Las canciones De Molina no sólo están pensadas para grandes voces sino también para grandes intérpretes. Era un personaje muy expresivo en el escenario".
Era tan compleja la vida y obra de Miguel de Molina, que seleccionar las coplas y melodías que formarían parte del musical tampoco fue fácil. "Fue un largo proceso. Fue un trabajo lento. Se fueron escogiendo a medida que el drama se fue construyendo".
Cada uno vive y respira su personaje
No solo la interpretación de Miguel de Molina resulta compleja en la obra. También lo es para los otros tres artistas que acompañan a Vilavella. En cuestión de minutos el papel de cada uno de los actores varía según el momento que se quiere representar. Gracia Fernández bien lo sabe. En principio Fernández hace de coro, luego encarna a la madre del tonadillero, posteriormente personifica a una prostituta que intenta acostarse con De Molina de cuando era joven, y finalmente figura de pueblo durante la escena que recrea la Guerra Civil.
"En el discurso de Marc Vilavella los actores muchas veces respiramos. Cada uno vive a su manera su interpretación, pero todos comparten un mismo fin: revivir la vida de De Molina. Cada uno interioriza y respira su personaje a su manera cada momento". Además de Vilavella y Fernández, el reparto de la pieza está integrado por Elía Corral, Nacho Melús y Anais López.
"Es un trabajo muy interno. Marc tiene muy claro lo que quiere de cada actor, pero te deja poner de tu propia cosecha, de tu propio talento. Te va invitando para que tú respires los sentimientos y la manera de entender lo que le está pasando a ese personaje", afirma Fernández.
Y aunque en un inicio la obra fue pensada como un proyecto académico para una sola representación, lo cierto es que el espectáculo ya lleva cinco años en el escenario y ha reunido hasta 3.000 espectadores en una misma noche. Además fue nominada a dos premios Butacas y ganó dos premios de teatro musical en Madrid al mejor protagonista y mejor actor secundario. Esta vez vuelve a Madrid.
Concha Piquer - La chiquita piconera
Por Flor Rangel
sábado, 12 de diciembre de 2020 · 11:15
Concepción Piquer López, su nombre de pila, siempre contó con el apoyo de sus padres de origen humilde, su madre era costurera y su padre albañil, los cuales no dudaron ni un momento en el gran talento de su hija.
Concha Piquer la dama de la música en España.
Tras el descubrimiento de Manuel Penella de la cantante, este mismo la embarcó rumbo en una gira a México, y luego a Estados Unidos donde haría su debut en el teatro de Nueva York, que la hizo gran triunfadora en el Winter Garden Theatre con “El gato montés”.
Después de varios años de éxitos, la artista decidió volver a España y hacerse uno de los nombres más importantes en la música de nuestro país, una mujer respetada y admirada por muchas. Desde muy joven la valenciana cosechó éxitos.
La gran señora de la copla, como también se le conoce, tuvo una fama avasallante que la llevó a ser conocida en muchos rincones, a los 17 años hizo su primera película que solo contaba con 11 minutos y así ser reconocida por su múltiples facetas.
No muy querida por otras, se decía que Juanita Reina era su rival en el mundo de la música, la tonadillera tenía sus propias reglas ante su adversaria, que no aceptaba presentarse en lugares donde esta habría estado. De origen humilde la tonadillera llegó a ser reconocida por ser una artista completa.
Una mujer conocida de un fuerte temple, avanzada para su época, que enfrentó problemas con el régimen por sus polémicas letras y nunca titubeó en decir lo que pensaba aunque la valenciana no era muy aficionada a las entrevistas.
La intérprete de “ojos verdes” se retiró de los escenarios en 1958 por problemas en su voz, algo que hizo con mucha discreción, siempre reconocida por su responsabilidad y respeto por su trabajo, falleció un 12 de diciembre de 1990
Isabel Pantoja - Marinero de luces
José Luis Perales, un señor de Cuenca, escribió esta canción para Isabel.
Kiko Veneno y Martirio - En un mercedes blanco.
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Carmen Amaya
Por Verónica Ramírez
07/05/2013 - 06:00 Actualizado: 20/11/2014 - 09:37
Juanito Valderrama - El emigrante
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Maria Răducanu - Los Piconeros
Kiko Veneno - Echo de menos
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Arturo Pareja Obregón - Cantinero de Cuba
Manuel Pareja Obregón - El maestro de las sevillanas.
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Los gitanos de la Cava
son piropos de cantares
de toa esa raza gitana
y dicen por soleares,
¡Triana, Triana, Triana!