El agua cae con sonrisa de luna

[Ramón Carballal]

Acuérdate de la luz
y de los cuadrados perfectos,
ven a la rosa que crece
en los omóplatos frágiles del suburbio.

He visto tu aura de rojez y muérdago
entre los figurines de los escaparates,
mintiendo al mercurio del neón
que se transforma en cómica alma
sobre los lapidarios surcos de las aceras.

Esta ciudad ha nacido para ti,
la miras desde el iris que refleja el azogue
y te preguntas por los delfines que murieron
en el alambre del sueño,
azar inútil de la fantasía.

Verás los ojos de la culpa antes de la lágrima
y un vestido de tul, sin canesú ni volantes,
en la cruz que ahora mismo te vigila, laxa,
ausente como una ventisca en el crisol de agosto.

Mi mano, la faz de mi mano es un monstruo
que moja la lluvia, escuchas el rebullir de las brujas
cuando se deslizan por el hueco de las acequias,
sientes la campana, hierro fundido en el horóscopo,
gemir al acorde de tu voz
que se reprime como una niña tímida.

En mayo las tómbolas imaginan la jauría,
los sauces y los álamos dan una flor castaña
igual que un barro múltiple, lo mismo que una veta
de la memoria sin jardín, limo vertebrado que refulge.

Sé que añoras la alfombra del cristal, las galerías del ensueño,
el blancor de la madera astillada por un sol de párpados negros.

Aquí la piedra es la circuncisión de un fósil,
torturado por el alma del fuego y la mitra,
arquitrabes y fuentes de caballos enloquecidos,
una plaza donde el silencio es nieve,
la clausura una atmósfera de golondrinas,
el canto del surtidor un verso que ciega el auxilio de los ángeles.

Arrímate a mí, te contaré de los profetas
cuyas bocas fluyen con aljibes de incienso,
del oro sin repujar que escondo en mis bolsillos,
de la plata ennegrecida por el azabache del ardor.

Ahora nos miramos mientras el agua cae con sonrisa de luna,
es de noche en tu canícula, es abril en este músculo
que abraza tu entrega. Laten al unísono las oscuridades
para alumbrar el ungüento del día, con su luz escarlata,
con su pérgola de flores nuevas, para ti que, al fin, has llegado.

[Jerónimo Muñoz]

Un poema extraordinario, Ramón. He sentido toda sus fuerzas simbólicas y metafóricas como si fueran mías, las he memorizado, las he incorporado a mi cerebro.
Repito, Ramón: Extraordinario.
Un fuerte abrazo.

Jerónimo

[Ramón Carballal]

Un poema extraordinario, Ramón. He sentido toda sus fuerzas simbólicas y metafóricas como si fueran mías, las he memorizado, las he incorporado a mi cerebro.
Repito, Ramón: Extraordinario.
Un fuerte abrazo.

Jerónimo

Gracias, Jerónimo, por la lectura y la generosidad del comentario. Un fuerte abrazo para ti.

[Armilo Brotón]

Es un poema muy denso en imágenes. Tal como lo interpreto, una visión caleidoscópica, casi onírica, de la ciudad en la que me llevas como un Cicerone, a mostrarme paisajes en los que se mezcla lo interno y lo externo sin solución de continuidad.
Un abrazo y salud Ramón

[Julio Gonzalez Alonso]

Espectacular paseo por la ciudad y los sueños, la vida que le damos y que nos da. En tu particular y personal estilo y siempre apuntando a lo profundo. Felicitaciones.
Salud.

[E. R. Aristy]

Acuérdate de la luz
y de los cuadrados perfectos,
ven a la rosa que crece
en los omóplatos frágiles del suburbio.

He visto tu aura de rojez y muérdago
entre los figurines de los escaparates,
mintiendo al mercurio del neón
que se transforma en cómica alma
sobre los lapidarios surcos de las aceras.

Esta ciudad ha nacido para ti,
la miras desde el iris que refleja el azogue
y te preguntas por los delfines que murieron
en el alambre del sueño,
azar inútil de la fantasía.

Verás los ojos de la culpa antes de la lágrima
y un vestido de tul, sin canesú ni volantes,
en la cruz que ahora mismo te vigila, laxa,
ausente como una ventisca en el crisol de agosto.

Mi mano, la faz de mi mano es un monstruo
que moja la lluvia, escuchas el rebullir de las brujas
cuando se deslizan por el hueco de las acequias,
sientes la campana, hierro fundido en el horóscopo,
gemir al acorde de tu voz
que se reprime como una niña tímida.

En mayo las tómbolas imaginan la jauría,
los sauces y los álamos dan una flor castaña
igual que un barro múltiple, lo mismo que una veta
de la memoria sin jardín, limo vertebrado que refulge.

Sé que añoras la alfombra del cristal, las galerías del ensueño,
el blancor de la madera astillada por un sol de párpados negros.

Aquí la piedra es la circuncisión de un fósil,
torturado por el alma del fuego y la mitra,
arquitrabes y fuentes de caballos enloquecidos,
una plaza donde el silencio es nieve,
la clausura una atmósfera de golondrinas,
el canto del surtidor un verso que ciega el auxilio de los ángeles.

Arrímate a mí, te contaré de los profetas
cuyas bocas fluyen con aljibes de incienso,
del oro sin repujar que escondo en mis bolsillos,
de la plata ennegrecida por el azabache del ardor.

Ahora nos miramos mientras el agua cae con sonrisa de luna,
es de noche en tu canícula, es abril en este músculo
que abraza tu entrega. Laten al unísono las oscuridades
para alumbrar el ungüento del día, con su luz escarlata,
con su pérgola de flores nuevas, para ti que, al fin, has llegado.

Es un poema que aunque de densas e inbrincadas imagenes, transporta ( precisamente por su densa belleza) a un momento diafano y simple como un aro:

Ahora nos miramos mientras el agua cae con sonrisa de luna,
es de noche en tu canícula, es abAril en este músculo
que abraza tu entrega. Laten al unísono las oscuridades
para alumbrar el ungüento del día, con su luz escarlata,
con su pérgola de flores nuevas, para ti que, al fin, has llegado.


Siempre un viaje maravilloso, tu poesia, Ramon Carballal. Abrazos, ERA

[Simon Abadia]

Como siempre disfruto tus poemas en su profundidad y con unas imágenes bellas y muy bien puestas.
Abrazos, Ramón.

[Ramón Carballal]

Es un poema muy denso en imágenes. Tal como lo interpreto, una visión caleidoscópica, casi onírica, de la ciudad en la que me llevas como un Cicerone, a mostrarme paisajes en los que se mezcla lo interno y lo externo sin solución de continuidad.
Un abrazo y salud Ramón

Gracias por la lectura y el comentario que valoro. Un abrazo.

[Pilar Morte]

Sí, es denso como tu creatividad. Extraordinario manejo de las imágenes.
Felicidades. Siemore es aventura grata leerte.
Abrazos

[Pablo Ibáñez]

Ramón,

a mí me gusta mucho, ya lo sabes. Esas imágenes potentísimas, siempre en el borde de lo inteligible, pero manteniendo tenso el estrecho hilo que las une a la asentibilidad del lector. No hay descanso.

Un abrazo.

[Carmen López]

Es un bellísimo poema, Ramón, cargado de la fuerza que imprimes a las imágenes, nos arrastras a seguirte por la ciudad en tu introspección, coindicido con Pablo, en que no hay tregua alguna en el poema, vamos de tu mano allí donde tu belleza nos lleva, sin dudarlo, casi en éxtasis...Magnífico poema, lleno de fuerza y vida...es impresionante lo tuyo!!!

Unha forte aperta

Carmen

[Ramón Carballal]

Es un poema muy denso en imágenes. Tal como lo interpreto, una visión caleidoscópica, casi onírica, de la ciudad en la que me llevas como un Cicerone, a mostrarme paisajes en los que se mezcla lo interno y lo externo sin solución de continuidad.
Un abrazo y salud Ramón

Gracias, Armilo, por leer y comentar. Pretendía lo que dices pero no sé si está logrado. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Espectacular paseo por la ciudad y los sueños, la vida que le damos y que nos da. En tu particular y personal estilo y siempre apuntando a lo profundo. Felicitaciones.
Salud.

Gracias, Julio, por tu amabilidad. Un abrazo.

[Rafel Calle]

De acuerdo con los comentarios que me preceden, amigo Ramón, se trata de una excursión metafórica de alto voltaje poético.
Felicidades.
Abrazos.

[Ramón Carballal]

Acuérdate de la luz
y de los cuadrados perfectos,
ven a la rosa que crece
en los omóplatos frágiles del suburbio.

He visto tu aura de rojez y muérdago
entre los figurines de los escaparates,
mintiendo al mercurio del neón
que se transforma en cómica alma
sobre los lapidarios surcos de las aceras.

Esta ciudad ha nacido para ti,
la miras desde el iris que refleja el azogue
y te preguntas por los delfines que murieron
en el alambre del sueño,
azar inútil de la fantasía.

Verás los ojos de la culpa antes de la lágrima
y un vestido de tul, sin canesú ni volantes,
en la cruz que ahora mismo te vigila, laxa,
ausente como una ventisca en el crisol de agosto.

Mi mano, la faz de mi mano es un monstruo
que moja la lluvia, escuchas el rebullir de las brujas
cuando se deslizan por el hueco de las acequias,
sientes la campana, hierro fundido en el horóscopo,
gemir al acorde de tu voz
que se reprime como una niña tímida.

En mayo las tómbolas imaginan la jauría,
los sauces y los álamos dan una flor castaña
igual que un barro múltiple, lo mismo que una veta
de la memoria sin jardín, limo vertebrado que refulge.

Sé que añoras la alfombra del cristal, las galerías del ensueño,
el blancor de la madera astillada por un sol de párpados negros.

Aquí la piedra es la circuncisión de un fósil,
torturado por el alma del fuego y la mitra,
arquitrabes y fuentes de caballos enloquecidos,
una plaza donde el silencio es nieve,
la clausura una atmósfera de golondrinas,
el canto del surtidor un verso que ciega el auxilio de los ángeles.

Arrímate a mí, te contaré de los profetas
cuyas bocas fluyen con aljibes de incienso,
del oro sin repujar que escondo en mis bolsillos,
de la plata ennegrecida por el azabache del ardor.

Ahora nos miramos mientras el agua cae con sonrisa de luna,
es de noche en tu canícula, es abril en este músculo
que abraza tu entrega. Laten al unísono las oscuridades
para alumbrar el ungüento del día, con su luz escarlata,
con su pérgola de flores nuevas, para ti que, al fin, has llegado.

Es un poema que aunque de densas e inbrincadas imagenes, transporta ( precisamente por su densa belleza) a un momento diafano y simple como un aro:

Ahora nos miramos mientras el agua cae con sonrisa de luna,
es de noche en tu canícula, es abAril en este músculo
que abraza tu entrega. Laten al unísono las oscuridades
para alumbrar el ungüento del día, con su luz escarlata,
con su pérgola de flores nuevas, para ti que, al fin, has llegado.


Siempre un viaje maravilloso, tu poesia, Ramon Carballal. Abrazos, ERA

Gracias, ERA, por tu amabilidad. Un abrazo.