Bohemio
Publicado: Dom, 07 Feb 2021 10:33
Emigrante de sueños derrotados,
viajero del tiempo sin medida,
traslada su bohemia libertaria
de soledad en soledad,
de luna en luna,
de viento en viento.
La ropa amplia, como su sonrisa,
transpira caducada de rutina
el libre albedrío que la sustenta
y cada pliegue de la frente,
cada arruga del rostro,
cuentan de cielos errantes
navegados al pairo de la vida
persiguiendo tenaz el horizonte.
Estigma del luto de sus ojos,
donde serenos de oleaje
habitan mil océanos de misterio,
es su mirada serena, profunda,
que parece horadar sin prisa la distancia,
mientras irradia enigmas contemplados,
historias de vivencias insondables,
que fueron blanqueando sus cabellos.
Trotamundos de trincheras sometidas,
por ponerle remedio a su existencia
deambula las aceras, olvidado,
con esa barba que se alarga ya entrecana
y ese calzado remendado de experiencia,
transportando el exilio en su esperpento
mientras llena con las manos sus bolsillos,
donde habita, terciada, una botella,
unas pocas monedas que ha obtenido,
y mil silencios que callan su miseria
Inquilino de noches estrelladas,
para olvidar que habita recluido
en un mundo que a su vez es prisionero,
se remoja el gaznate mesurado
y abrazado sin remedio a su guitarra,
se arrebuja con cartones en un banco
mientras, sobrado de voz para el silencio,
le compone canciones a la luna
que cantará mañana libertario
en cualquier plaza o rincón del universo.
Antonio Urdiales
viajero del tiempo sin medida,
traslada su bohemia libertaria
de soledad en soledad,
de luna en luna,
de viento en viento.
La ropa amplia, como su sonrisa,
transpira caducada de rutina
el libre albedrío que la sustenta
y cada pliegue de la frente,
cada arruga del rostro,
cuentan de cielos errantes
navegados al pairo de la vida
persiguiendo tenaz el horizonte.
Estigma del luto de sus ojos,
donde serenos de oleaje
habitan mil océanos de misterio,
es su mirada serena, profunda,
que parece horadar sin prisa la distancia,
mientras irradia enigmas contemplados,
historias de vivencias insondables,
que fueron blanqueando sus cabellos.
Trotamundos de trincheras sometidas,
por ponerle remedio a su existencia
deambula las aceras, olvidado,
con esa barba que se alarga ya entrecana
y ese calzado remendado de experiencia,
transportando el exilio en su esperpento
mientras llena con las manos sus bolsillos,
donde habita, terciada, una botella,
unas pocas monedas que ha obtenido,
y mil silencios que callan su miseria
Inquilino de noches estrelladas,
para olvidar que habita recluido
en un mundo que a su vez es prisionero,
se remoja el gaznate mesurado
y abrazado sin remedio a su guitarra,
se arrebuja con cartones en un banco
mientras, sobrado de voz para el silencio,
le compone canciones a la luna
que cantará mañana libertario
en cualquier plaza o rincón del universo.
Antonio Urdiales