Editorial Alaire

Habrá de ser celosa la pena de los naipes,
exiliado el farol más allá del carisma,
hipnótica figura de los ases,
verdugo de los reyes
en la inercia salvaje-
mente destructora de una partida
cuando las manos son veniales.

Sintiendo en el destino la razón
del triunfo o lo contrario,
de ser pero no estar,
tal dos observadores de un rictus muy ambiguo,
las bazas nos parecen improbables,
los envites certeza de castigo.

Por el rigor de los manteles,
casi en felpudo convertidos,
nos queda de la mano a la pisada,
el tono incontestable de una puerta
cerrada. Tú y yo
y lo exánime de un cautivo.

A la luz del azar que antaño se esnifaba
sobre el vientre de Venus,
muy cerca de su ombligo,
la historia es un retorno
al valor de lo incierto, es hora de jugar
nuestro último envite:
con el futuro por testigo,
saber qué queda, en realidad,
de cuanto creímos sentido.

Magnífico en todos los sentidos, colega Rafa, un partida con la vida, abierta a un azar de jugadas y de intenciones de ganador o de perdedor. Una obra donde el lector necesita varias lecturas para adentrarse en su laberinto de símbolos.

El cierre para enmarcar:

"......es hora de jugar
nuestro último envite:
con el futuro por testigo,
saber qué queda, en realidad,
de cuanto creímos sentido"

Todo un placer de lectura, colega.

Abrazos y salud.

Rafel Calle escribió:Habrá de ser celosa la pena de los naipes,
exiliado el farol más allá del carisma,
hipnótica figura de los ases,
verdugo de los reyes
en la inercia salvaje-
mente destructora de una partida
cuando las manos son veniales.

Sintiendo en el destino la razón
del triunfo o lo contrario,
de ser pero no estar,
tal dos observadores de un rictus muy ambiguo,
las bazas nos parecen improbables,
los envites certeza de castigo.

Por el rigor del verde,
hoy casi en albo convertido
de tanto jabón, tanta friega,
nos queda en el limpísimo trasiego
el tono incontestable de una puerta
cerrada. Tú y yo
y lo exánime de un cautivo.

A la luz del azar que antaño se esnifaba
sobre el vientre de Venus,
muy cerca de su ombligo,
la historia es un retorno
al valor de lo incierto, es hora de jugar
nuestro último envite:
con el futuro por testigo,
saber qué queda, en realidad,
de cuanto creímos sentido.

No hay fórmulas y eso puede ser nuestra bendición, que habiendo toda clase de suerte, las sociedades reinciden en patrones predecibles y a la vez , algunos despiertan del sinsentido. Me gusta mucho este poema de aparente fatalismo. La alegoría del juego de naipes es acertada a muchos niveles de sugerencias. La clave parece ser esa invitación a la reflexión profunda. Te felicito, Rafel, por la prístina técnica y por el poderoso contenido. Salud y Poesía, ERA


PS El futuro está en juego, si y el futuro ya está aquí siendo testigo, observandonos. A los niños y los adolescentes se les pasa el baston, algunos lo usan para tirar esa casa de naipes, otros para golpear las cabezas de los jugadores, y aun otros para señalarnos. Es un gran poema!

Excelente poema, estimado amigo, Rafel. Enhorabuena.
Un abrazo.
BEGOÑA.

Buena alegoría...el azar? no sé...dicen que las cartas que se tienen es mejor no enseñarlas, y también dicen que la cosa no va de tener buenas cartas, más bien de jugar bien con las que se tienen...

Me gustó este poema, Rafel.

Interesante poema, amigo Rafel. Abrazos.

Ese juego de cartas, es como un juego amoroso...ese ultimo envite se me antoja como la última oportunidad de dos amantes por no rendirse...
Quizás sea eso, siempre hay una ultima vez, siempre hay un ultimo esfuerzo...yo, he aprendido también que a veces no hay que dejar todas la fuerzas en ese envite, para que no se vaya la vida detrás...a veces es mejor retirarse a tiempo del juego.

Un fuerte abrazo amigo, un gusto venir y leerte

Muchas gracias, amigo Ferreiro, te agradezco el comentario y me alegra que te haya gustado el poema. Quiere ser el neosimbolismo que predicamos en Alaire, pero según me ha dicho Jerónimo, es más bien una mezcla de todo; bueno, algo es algo.
Abrazos.

No hay fórmulas y eso puede ser nuestra bendición, que habiendo toda clase de suerte, las sociedades reinciden en patrones predecibles y a la vez , algunos despiertan del sinsentido. Me gusta mucho este poema de aparente fatalismo. La alegoría del juego de naipes es acertada a muchos niveles de sugerencias. La clave parece ser esa invitación a la reflexión profunda. Te felicito, Rafel, por la prístina técnica y por el poderoso contenido. Salud y Poesía, ERA

PS El futuro está en juego, sí y el futuro ya está aquí siendo testigo, observandonos. A los niños y los adolescentes se les pasa el bastón, algunos lo usan para tirar esa casa de naipes, otros para golpear las cabezas de los jugadores, y aun otros para señalarnos. Es un gran poema![/quote]
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Muchas gracias, amiga Era, te agradezco el comentario y me alegra que te haya gustado el poema.
Sí, es una alegoría, la partida de naipes y la vida, como un juego pero me refiero a vivir. Y, sí, se puede interpretar de bastantes formas, en este caso, es una partida muy antigua que venimos jugando una persona y yo. Cuando nos enfrentamos, los dos perdemos o ganamos, no se sabe porque la realidad es que nuestras vidas muestran un currículum plagado de derrotas en el ámbito de las relaciones humanas, de hecho, ambos no hemos conseguido consolidar relación íntima alguna.
Y bueno, este poema quiere adelantar acontecimientos que están programados para después de la pandemia. Un reto, sí o no, pero una decisión, porque hasta ahora no ha habido decisiones, solo retiradas.
Abrazos.

Muchas gracias, amiga Begoña, te agradezco el comentario y me alegra que te haya gustado el poema.
Abrazos.

El recorrido invita a intuir conclusiones anticipadas por el interés que va despertando.
Ya en el tercio, el giro se produce hacia las posibilidades abiertas, por concluir:

saber qué queda, en realidad,
de cuanto creímos sentido.

Qué incertidumbre esa, emocionante y esperanzadora. Hermoso trabajo, Rafel.

Un abrazo.
Ignacio

Carmen López escribió:Buena alegoría...el azar? no sé...dicen que las cartas que se tienen es mejor no enseñarlas, y también dicen que la cosa no va de tener buenas cartas, más bien de jugar bien con las que se tienen...

Me gustó este poema, Rafel.

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Muchas gracias, amiga Carmen, te agradezco el comentario y me alegra que te haya gustado el poema.
Creo que en el "juego" se tiene que ir con mucho cuidado con las máximas. Y claro que no se deben enseñar las cartas, pero esta regla tampoco es cerrada. Por ejemplo, si tú tienes una carta mala, pongamos un 6, si enseñas la carta puedes tenderle una celada al contrincante, siempre y cuando sepas que su carta es peor que la tuya, pongamos un 5. Coger buenas "cartas" es fundamental, porque incluso jugando mal puedes ganar. Por el contrario, si coges malas "cartas" estarás obligado a jugar muy bien, pero aun así lo más probable es que pierdas.
En fin, quizá lo mejor sea no preocuparse de ganar o perder, tal vez sea suficiente con dar todo cuanto se tenga, jugar a tope de las posibilidades de cada uno, porque, en realidad, el reto es con uno mismo.
Abrazos.

Muchas gracias, amigo Luis, te agradezco el comentario y me alegra que te haya gustado el poema.
Abrazos.

Me ha gustado mucho esta temática, amigo.
No estoy muy a favor de suprimir los artículos en determinadas situaciones, pero cada maestrillo tiene su librillo.
Siempre que entro en un poema tuyo me voy con ganas de más, pero tampoco me gustan los poemas especialmente extensos.
No obstante, es una apuesta arriesgada, y has ganado sin faroles.
Abrazos.

Mi estimado Rafel, aunque el poema tenga ciertos versos descriptivos, que descubren al lector su contenido, lo despoja del absoluto oscurantismo, no deja de ser una obra neosimbólica que remata en alegoría. La estructura formal es muy cuidadosa: verso polimétrico, rimas asonantes distanciadas convenientemente, figuras retóricas que realzan la obra y sin embargo no agobian al lector con una densidad contraproducente a su lectura y placer.
Con respecto al contenido, me encanta jugar al mus, el mejor juego de cartas inventado. ¡Órdago a pares, pardiez! manque pierda.

Decía el gran Quevedo:

"Nunca vi damas ingratas
a su gusto y afición"

Es un buen comienzo o retome del asunto y no digas nunca el último ¡ostias! El penúltimo, estás viejo, sí, pero aguanta algún trueno, por si acaso.
Un abrazo, amigo, y salud.