Editorial Alaire

Precioso, me gustó mucho cómo utilizas el olor de las hojas para recordar el pasado. Todo él se hace atractivo.
Abrazos
Pilar

Me encantó el poema, toda su lectura se me llenó de bosque...eso es poesía Ferreiro.
Arriba con lo bello!!!

Bicos e saúde.

Carmen

La evocación del discurso de las hojas me trae al otoño de la vida con el mar de fondo moviendo las olas espumosas del amor y la nostalgia. Bello en todo, sobre todo en los versos de cierre donde la nostalgia casi apunta ya a la melancolía. Después de esta lectura, amigo Ferreiro, me hace falta un buen godello y el salado sabor de unos percebes. Para matar la melancolía, más que nada... Un abrazo.
Salud.

J. J. Martínez Ferreiro escribió:
Algunas hojas quedaron afuera,
otras a través de los años
se pasaron rodando al otro lado, al de ella.

Sus hojas retoñaban
desde el fondo del bar en sombras.
Traían el recuerdo de su olor,
como una niebla tenue
que ocupaba la sala entera.

Las hojas vestían su desnudez
por eso sus caderas se volvieron tan fértiles,
después, por el envés, escurrieron el agua verde y nutriente,
abrieron y exhalaron un puñado de aire.

El viento trasladaba arena y fuego en las hojas de ella
y en ese ángulo dibujado
en lo sublime, abrían la puerta blanca que inicia al juego.

Sus hojas llegaban callando,
caían derrumbadas.
Sus hojas amarillas caían
interminablemente
tapizaban la tierra negra de los parques.

Ahora miro sus hojas
tal como son;
intenso azar de tumulto en la brisa.

Tan excitante la memoria del olor que se pierde.

Maravillos, todo el poema me parece una inmensa metafora.
Sentí que Ella, era esa alfrombra de hojas amarillas.
El aroma de las hojas reaviva la memoria y los recuerdos aparecen junto con las emociones. Te dejo un barazo de viento para que arrulle esas hojas, y las atesores.

Sus hojas llegaban callando,
caían derrumbadas.
Sus hojas amarillas caían
interminablemente
tapizaban la tierra negra de los parques.

Ahora miro sus hojas
tal como son;
intenso azar de tumulto en la brisa.

Tan excitante la memoria del olor que se pierde.

Para mí es un poema enternecedor como me hace sentir los sentidos en ese otoño tan especial.
Me gusta y lo he disfrutado.
Abrazos

J. J. Martínez Ferreiro escribió:



Ahora miro sus hojas
tal como son;
intenso azar de tumulto en la brisa.

Tan excitante la memoria del olor que se pierde.

Otra Qualia llena de aroma y ternura, es un lujo leerte, amigo.
Gracias por compartir tanto y tal bello.
Biquiños.

Pilar Morte escribió:Precioso, me gustó mucho cómo utilizas el olor de las hojas para recordar el pasado. Todo él se hace atractivo.
Abrazos
Pilar

Gracias, Pilariña, por abrir este tema de tan generosas y "olorosas" maneras. El sabor y el olor van asociados íntimamente a una manera particular de recrear y de potenciar el pasado de cada ser humano.

Bicos e saúde.

Totalmente evocador en sus colores/sabores/olores este preciosos poema, casi masticable. Me ha gustado mucho.
Un abrazo.
Pepa

Carmen López escribió:Me encantó el poema, toda su lectura se me llenó de bosque...eso es poesía Ferreiro.
Arriba con lo bello!!!

Bicos e saúde.

Carmen

Gracias, Carmen, por adentrarte tan generosamente en este bosque de olores y hojas.

Bicos e saúde.

Hay toda una fuente de inspiración en la naturaleza en tu poesía. Se ve que sabes mirar, que realmente hace parte de tu sentir.
Es hermoso como esa naturaleza parece personificarse en el poema, en esa visión de dentro a afuera como parte de un todo.
Como siempre escrito con precisión y un pulso envidiable.
Un abrazo amigo, un gusto leerte

Tan bello como evocador trabajo, amiga Ferreiro.
Felicidades.
Abrazos.

Anda que tú no te quedas atrás en eso de los finales de poemas. Magistral, J. J. Puedes creer que he disfrutado con su lectura, y que, en la medida de mis posibilidades, escasas, he aprendido.
Vas conformando una obra sólida, coherente por la que te felicito muy sincera y efusivamente.
Un fuerte abrazo, tan entrañable como tu poema.

Jerónimo

Julio Gonzalez Alonso escribió:La evocación del discurso de las hojas me trae al otoño de la vida con el mar de fondo moviendo las olas espumosas del amor y la nostalgia. Bello en todo, sobre todo en los versos de cierre donde la nostalgia casi apunta ya a la melancolía. Después de esta lectura, amigo Ferreiro, me hace falta un buen godello y el salado sabor de unos percebes. Para matar la melancolía, más que nada... Un abrazo.
Salud.

Gracias, maestro, por ese sabor entrañable que destilas en tus comentarios, entre sorbo de godello y salitre de percebes.

Abrazos y salud.