Editorial Alaire

Pilar Morte escribió:Un poema necesario para reflexionar no solo en las guerras sino en todas las situaciones en las que la vida del hombre pierde valor. Me gustó el poema.
Abrazos
Pilar

Antonio Urdiales escribió:.



Lo malo de las guerras…
son las guerras.

© ~ Antonio Urdiales – 25 de Enero de 2021

Luis M. escribió:En realidad las guerras y la violencia son algo inherente a la mayoría de los animales (racionales o no). Ahora las guerras entre humanos del primer mundo han cambiado, y por lo menos aquí ya no nos matamos a cuchillo o balazos. Creo que en el siglo XX el ser humano tocó fondo y el sentido común saltó por los aires a niveles nunca vistos, pero también es penoso ver cómo hoy en día en el tercer mundo siguen con esa terrible "tradición" humana. Lo peor de las guerras son las guerras, sí, y lo peor del ser humano es el propio ser humano (con excepciones y cierta esperanza, claro). Buen poema, Antonio. Un abrazo.

Begoña Egüen escribió:Es un poema, bien estructurado .... ¡para reflexionar! Gracias, estimado amigo, Antonio Urdiales, por compartir.
Un abrazo.
BEGOÑA.

Marisa Peral escribió:

Antonio Urdiales escribió:.



Lo malo de las guerras…
son las guerras.

© ~ Antonio Urdiales – 25 de Enero de 2021

Los cinco sentidos perdidos por las guerras, sean como sean.
Me ha gustado esta denuncia, porque sigue habiendo guerras a pesar de que "evolucionemos"
Un placer leerte, Antonio, felicidades por tan buen poema.

Abrazos.

Carmen López escribió:Buen poema, Antonio, una suerte verte publicar otra vez en Alaire.
Estructura, solidez, denuncia, ritmo acertado,reflexión. Buen poema, sin dudas. Felicidades.

Un abrazo

Antonio Urdiales escribió: ↑Lun, 25 Ene 2021 12:27 .
Lo malo de las guerras
no es la neurosis de guerra,
que se padece ante el fuego nutrido,
ni el miedo acumulado en la memoria
debido al estrés postraumático,
lo realmente malo es que las botas
habituadas a pisar entre cadáveres
se traen barro y sangre de todas las trincheras…

que los ojos,
aguzados de otear la muerte
y avezados paseantes de tumbas sin futuro
por nutridos cementerios sin nombre,
regresan a esta orilla agotados
de perseguir el brillo de las luciérnagas,
abandonan el oficio de mirar
y sustituyen por otros horizontes
el tiempo vacío de las calaveras…

que los oídos,
acostumbrados al estruendo de los obuses
se aturden con el silbido de las balas
y ensordecen ante el fragor de las palabras…

que las manos,
hartas de pedir tiempo muerto
para desbrozar el bosque reseco
y evitar las tentativas de incendios
se enroscan fuertes al pomo de la puerta
y la abren para tomar aire fresco
y marchar en busca de otros horizontes.

que la boca,
acostumbrada a beber el veneno
que destila la ira de otros labios,
recoge velas y calla el aliento
antes de que las ofídicas babas
creadoras de muertos sin muerte
se infecten con su fuego helado…

que el olfato,
contaminado por la profusión de napalm,
capta raudo el olor a carne achicharrada
pero no detecta la humedad de la brisa en primavera
y se pierde, extasiado en la tormenta,
el aroma desnudo de las flores.

Lo malo de las guerras…
son las guerras.

© ~ Antonio Urdiales – 25 de Enero de 2021