El reparto.
Publicado: Mié, 01 Oct 2008 22:22
.............................................................A Mª Antonia y Carlos.
Podemos repartirnos los momentos pasados:
los perritos calientes, los Sopinstan, el piso,
las uvas, y las pizzas banana de Mac Donall.
Podemos repartirnos noches sin pegar ojo,
los secretos ocultos, las palabras no dichas,
tu cansancio, mi hastío, los «porqué eres así»;
y alejar nuestras vidas: cada uno por su lado.
Pero también podríamos empezar de cero,
enredarnos los ojos delante de cualquiera
y repetir los besos que se están marchitando
sobre la mesa oscura con mármol verde jade
de nuestro comedor. Yo te devuelvo El Marca
la pipa, los pitillos, las revistas de motos,
el móvil, los sinsílabas y todos tus Cedés.
Tu mal genio, tu insomnio cuando yo tengo sueño,
tus quejas reprimidas, mis quejas siempre dadas.
Las fotos y los vídeos de aquel viaje a Cancún,
junto al papel de estraza que firmamos delante
de un Alcalde de pueblo; mi traje beige, y oro
por ir contracorriente, tu corbata de seda,
la figura de plástico de un memo y una idiota
mirando hacia el futuro, y enlazadas las manos.
A tu madre le damos los mocos de las niñas,
y a la mía: pañales y biberones sucios;
a tu padre, mi raqueta de tenis; y al mío,
tus dos palos de golf (y si quieren, que jueguen
y si no que se maten). Y al fin, para nosotros:
una caja mediana con nuestro amor adentro,
a salvo de familia, manteles, sobremesas,
trajes de pre-mamá, y lencería roja
que no sirve (no sirve); el Pcé; los amigos;
hipotecas, reproches; miradas de reojo...
Podrías intentar mirarte ahora en los míos,
recordar que juramos amarnos sobre todo;
y yo, amor, lo he cumplido. ¿Lo has cumplido tú?
Vacía de equipaje te espero en nuestra esquina,
para darte otro beso rebujada en tu abrigo,
para poner mis pies, húmedos de nostalgia,
faltos de tu cariño, de nuevo ente los tuyos,
para decir: te amo, aunque suene muy cursi.
Para cerrar los ojos durante diez minutos
y volver a escucharte, exclamar otro: SÍ.
Y si acaso... si acaso no lo oigo: con la lluvia
confundiendo mi alma con el paraguas nuevo,
tomaré otro camino que no será el de vuelta.
Que no sé a dónde lleva. No sé si volveré.
Pero te quiero. ¡Te quiero, eso nunca lo olvides!,
como siempre te quise. Todo lo dejo en casa.
Nada traigo conmigo, al menos de valor,
porque nada me queda que salvar del naufragio
si es que, porque no supe mostrarte cuánto y cuánto
te amaba, quizá... Quizá, ya no me quieres tú.
Blanca Sandino
Podemos repartirnos los momentos pasados:
los perritos calientes, los Sopinstan, el piso,
las uvas, y las pizzas banana de Mac Donall.
Podemos repartirnos noches sin pegar ojo,
los secretos ocultos, las palabras no dichas,
tu cansancio, mi hastío, los «porqué eres así»;
y alejar nuestras vidas: cada uno por su lado.
Pero también podríamos empezar de cero,
enredarnos los ojos delante de cualquiera
y repetir los besos que se están marchitando
sobre la mesa oscura con mármol verde jade
de nuestro comedor. Yo te devuelvo El Marca
la pipa, los pitillos, las revistas de motos,
el móvil, los sinsílabas y todos tus Cedés.
Tu mal genio, tu insomnio cuando yo tengo sueño,
tus quejas reprimidas, mis quejas siempre dadas.
Las fotos y los vídeos de aquel viaje a Cancún,
junto al papel de estraza que firmamos delante
de un Alcalde de pueblo; mi traje beige, y oro
por ir contracorriente, tu corbata de seda,
la figura de plástico de un memo y una idiota
mirando hacia el futuro, y enlazadas las manos.
A tu madre le damos los mocos de las niñas,
y a la mía: pañales y biberones sucios;
a tu padre, mi raqueta de tenis; y al mío,
tus dos palos de golf (y si quieren, que jueguen
y si no que se maten). Y al fin, para nosotros:
una caja mediana con nuestro amor adentro,
a salvo de familia, manteles, sobremesas,
trajes de pre-mamá, y lencería roja
que no sirve (no sirve); el Pcé; los amigos;
hipotecas, reproches; miradas de reojo...
Podrías intentar mirarte ahora en los míos,
recordar que juramos amarnos sobre todo;
y yo, amor, lo he cumplido. ¿Lo has cumplido tú?
Vacía de equipaje te espero en nuestra esquina,
para darte otro beso rebujada en tu abrigo,
para poner mis pies, húmedos de nostalgia,
faltos de tu cariño, de nuevo ente los tuyos,
para decir: te amo, aunque suene muy cursi.
Para cerrar los ojos durante diez minutos
y volver a escucharte, exclamar otro: SÍ.
Y si acaso... si acaso no lo oigo: con la lluvia
confundiendo mi alma con el paraguas nuevo,
tomaré otro camino que no será el de vuelta.
Que no sé a dónde lleva. No sé si volveré.
Pero te quiero. ¡Te quiero, eso nunca lo olvides!,
como siempre te quise. Todo lo dejo en casa.
Nada traigo conmigo, al menos de valor,
porque nada me queda que salvar del naufragio
si es que, porque no supe mostrarte cuánto y cuánto
te amaba, quizá... Quizá, ya no me quieres tú.
Blanca Sandino