Editorial Alaire

No se abren todas las puertas que se golpean,
las flores no siempre florecen en primavera,
las ventiscas frías nos encogen en cualquier lugar,
ningún día es más largo que el anterior
aunque alguno se haga eterno,
no existen días menores por cortos que parezcan,
pocos, muy pocos,
se antojan diminutos.

Nadie es capaz de barrer desiertos,
porque todo aquello que se pierde en el horizonte
es un entorno de inmensidad único.

¿Quién se atreve a barrer la infinita soledad?
¿Qué desierto es enormemente tan monstruoso?
¿Quién golpeará alguna vez la puerta?

Hace tiempo que la nata es carbón,
donde pace una hoguera de fuego eterno,
en donde las paredes son rocas imperturbables
que confinan la imagen de un páramo desértico,
mientras lloran arena de abandono
en un mar de polvo,
sin oasis capaz de aliviar la sed.

Días seguirán perturbando días,
habituados a ser eternos.

Hermoso poema, querido amigo, de una compacidad semántica absoluta redundando en esa visión pesimista del mundo que hoy te acongoja no sin cierta razón. Como habitualmente te comento: estoy seguro que llegarán tiempos mejores y podremos pasear la calle Trapería, tomar una cerveza en la Plaza de las Flores y disfrutar de los amigos.
Un abrazote y salud

Un aire pesimista se extiende entre los versos hermosos. Puede ser el tiempo que vivimos, una realidad que se siente. la vida.
Un placer leerte.
Abrazos
PIlar

Dicen que después de la tempestad viene la calma, yo no estoy tan seguro; pero está claro que la llama de la esperanza siempre ha de estar encendida. Buen poema, Alejandro. Mis felicitaciones y abrazos, amigo..

Dentro de la tristeza y tempestad, seguro, viene la calma. Como tu hermoso poema.
Abrazos.

Intenso e interesante mensaje llega de este buena poema que has escrito Alejandro. Me gustó y disfruté leyendo

saludos

rafael

Bello e interesante trabajo, amigo Alejandro.
Abrazos.