Editorial Alaire

Javier Dicenzo escribió: ↑Sab, 14 Nov 2020 0:58 Excelente recurso literario, y buena literatura, un placer pasar por este otoño tuyo, te espero en mis heridas.

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Sab, 14 Nov 2020 12:16 Me ha gustado mucho tu poema, amigo Alejandro. Bien tramado, generoso en impactantes imágenes y con esa luz de melancolía que acompaña al otoño. ¿Qué más se le puede pedir? Nada. Todo un acierto tu propuesta.
Enhorabuena.

Un fuerte abrazo.

Rafel Calle escribió: ↑Dom, 15 Nov 2020 9:56 Bello e interesante trabajo, amigo Alejandro.
Abrazos.

Pilar Morte escribió: ↑Dom, 15 Nov 2020 10:59 Qué buen feliz para estos hermosos versos cargados de tristeza. Me gustó leerte.
Abrazos
Pilar

J. J. Martínez Ferreiro escribió: ↑Dom, 15 Nov 2020 11:35 Un poema precioso, de lo mejor que te he leído, amigo Alejandro. Hay momentos muy brillantes pero me quedo con estos versos:

"La estrella de los sueños no mostraba su cara,
una suave lluvia lustraba cada paso dado,
un pañuelo repleto de melancolía
tomaba mi mano,
allí, unos cuantos callejones más arriba
comprendimos que todo era absurdo,
tus labios se fundieron en los míos....."

Abrazos y salud.

Alejandro Costa escribió: ↑Vie, 13 Nov 2020 23:24 Había un desencuentro,
una hoja caída sobre la tierra salvaje,
y un tímido otoño esperando su momento.

Tú paseabas de la mano de la tristeza,
ella, tan melancólica,
trataba por todos los medios
que tú respirar no fuera fluido.

Al fondo,
unas calles más abajo,
el desaliento caminaba junto a mí
con la idea de que los labios
no fueran capaces de esbozar una sonrisa
y la mente no iluminara
cualquier resquicio que le devolviera
un trocito de vida inteligente.

Era poca la distancia,
eran pocos los motivos,
pero habían hurgado de tal manera en el corazón
que desestabilizaron la hegemonía de la felicidad.

Todo era tan corto que parecía inmenso,
tan pequeño,
que se antojaba demasiado frágil,
tan mísero,
como mísera era ahora nuestra existencia.

Las noches no dormían,
la luna no acertaba a prender su luz,
y los ojos no encontraban
el acomodo necesario
para sentirse cansados, relajados,
mientras los párpados
tampoco ayudaban en demasía.

A veces me preguntaba
si aquello era verdad,
me preguntaba
si era una mentira disfrazada,
un eslabón sin enganchar
o una simple cadena sin cerrar.

Y daba vueltas y vueltas,
paseo tras paseo,
paso a paso,
pensamiento a pensamiento.

Tu imagen llegaba a mi mente en oleadas,
trataba de esbozar esa sonrisa prohibida,
pero mi amigo me golpeaba con fuerza el intelecto.

Desistía una y otra vez,
se me apagaba la fe
mientras calcinaba recuerdos memorables,
arrastrando con los pies la sequedad del alma.

La estrella de los sueños no mostraba su cara,
una suave lluvia lustraba cada paso dado,
un pañuelo repleto de melancolía
tomaba mi mano,
allí, unos cuantos callejones más arriba
comprendimos que todo era absurdo,
tus labios se fundieron en los míos,
los ojos decidieron imitar el ambiente,
la tristeza y la melancolía se hicieron amantes,
y se iluminaron nuestras miradas.

Era un veintidós de Septiembre,
¿te acuerdas?
ese día perdió la timidez el otoño.

E. R. Aristy escribió: ↑Vie, 23 Jul 2021 18:20

Alejandro Costa escribió: ↑Vie, 13 Nov 2020 23:24 Había un desencuentro,
una hoja caída sobre la tierra salvaje,
y un tímido otoño esperando su momento.

Tú paseabas de la mano de la tristeza,
ella, tan melancólica,
trataba por todos los medios
que tú respirar no fuera fluido.

Al fondo,
unas calles más abajo,
el desaliento caminaba junto a mí
con la idea de que los labios
no fueran capaces de esbozar una sonrisa
y la mente no iluminara
cualquier resquicio que le devolviera
un trocito de vida inteligente.

Era poca la distancia,
eran pocos los motivos,
pero habían hurgado de tal manera en el corazón
que desestabilizaron la hegemonía de la felicidad.

Todo era tan corto que parecía inmenso,
tan pequeño,
que se antojaba demasiado frágil,
tan mísero,
como mísera era ahora nuestra existencia.

Las noches no dormían,
la luna no acertaba a prender su luz,
y los ojos no encontraban
el acomodo necesario
para sentirse cansados, relajados,
mientras los párpados
tampoco ayudaban en demasía.

A veces me preguntaba
si aquello era verdad,
me preguntaba
si era una mentira disfrazada,
un eslabón sin enganchar
o una simple cadena sin cerrar.

Y daba vueltas y vueltas,
paseo tras paseo,
paso a paso,
pensamiento a pensamiento.

Tu imagen llegaba a mi mente en oleadas,
trataba de esbozar esa sonrisa prohibida,
pero mi amigo me golpeaba con fuerza el intelecto.

Desistía una y otra vez,
se me apagaba la fe
mientras calcinaba recuerdos memorables,
arrastrando con los pies la sequedad del alma.

La estrella de los sueños no mostraba su cara,
una suave lluvia lustraba cada paso dado,
un pañuelo repleto de melancolía
tomaba mi mano,
allí, unos cuantos callejones más arriba
comprendimos que todo era absurdo,
tus labios se fundieron en los míos,
los ojos decidieron imitar el ambiente,
la tristeza y la melancolía se hicieron amantes,
y se iluminaron nuestras miradas.

Era un veintidós de Septiembre,
¿te acuerdas?
ese día perdió la timidez el otoño.

"Todo era tan corto que parecía inmenso,
tan pequeño,
que se antojaba demasiado frágil,
tan mísero,
como mísera era ahora nuestra existencia."


Todo el poema rezuma belleza! Te felicito, Alejandro. Logras un acierto poético muy hermoso. Abrazos,ERA