Visión interior de un cuerpo beato

[Ramón Carballal]

Desde las paredes más finas vigilo la transparencia.
Crisálida de venas y capilares, qué luz antigua
en mí. Cúpula de viernes, pulmón flamígero
donde la cavidad devota rumia el existir,
las rodillas son los codos que vuelvo hacia mí,
alas sin voz, deus ex machina de la noche. Solo
el aire y la fe de los glóbulos en una corriente de cálices
blancos. Cada extremidad, uña esculpida, cabello
que hormiguea en el trigo de la quietud es ojal de misterio,
vidrios cromados, lujuria del cuarzo que idolatra la sed
del místico. En el falansterio de mis hombros duda el himno,
la oración cálida en coro de ángeles palpita y el corazón,
campana de fe, asusta al día con su tañer anónimo.
Fluyen las hojas caídas en la faz de mi río, indolente
como un eje donde giran los silencios. Carne soy
en el abril de tu sueño, piel de delirio y rubor amargo
si el aire llora. En la desidia del espejo hay un aura
de inmadurez, el niño y el azogue, la sombra
y el arduo entretejer de la araña en la esquina
de mi pecho como un canesú interminable.

[Hallie Hernández Alfaro]

Hacia dentro, desde la posesión del tejido y los desiguales del ADN, con la sangre en plena confesión...

Me ha gustado mucho, querido amigo.

Abrazo y felicidad.

[Pilar Morte]

Desde las paredes más finas vigilo la transparencia.
Crisálida de venas y capilares, qué luz antigua
en mí. Cúpula de viernes, pulmón flamígero
donde la cavidad devota rumia el existir,
las rodillas son los codos que vuelvo hacia mí,
alas sin voz, deus ex machina de la noche. Solo
el aire y la fe de los glóbulos en una corriente de cálices
blancos. Cada extremidad, uña esculpida, cabello
que hormiguea en el trigo de la quietud es ojal de misterio,
vidrios cromados, lujuria del cuarzo que idolatra la sed
del místico. En el falansterio de mis hombros duda el himno,
la oración cálida en coro de ángeles palpita y el corazón,
campana de fe, asusta al día con su tañer anónimo.
Fluyen las hojas caídas en la faz de mi río, indolente
como un eje donde giran los silencios. Carne soy
en el abril de tu sueño, piel de delirio y rubor amargo
si el aire llora. En la desidia del espejo hay un aura
de inmadurez, el niño y el azogue, la sombra
y el arduo entretejer de la araña en la esquina
de mi pecho como un canesú interminable.

Volveré , solo te digo que me gustó mucho.
Abrazos
Pilar

[R. M. Alemán]

como un gran engranaje, en dar y darse que no acaba... ni llego, en este pronto: Grande, Ramón Carballal.
Un fuerte abrazo

[Ramón Carballal]

Hacia dentro, desde la posesión del tejido y los desiguales del ADN, con la sangre en plena confesión...

Me ha gustado mucho, querido amigo.

Abrazo y felicidad.

Gracias, Hallie, por leer y comentar. Un abrazo y salud.

[Julio Gonzalez Alonso]

Desde las paredes más finas vigilo la transparencia.
Crisálida de venas y capilares, qué luz antigua
en mí. Cúpula de viernes, pulmón flamígero
donde la cavidad devota rumia el existir,
las rodillas son los codos que vuelvo hacia mí,
alas sin voz, deus ex machina de la noche. Solo
el aire y la fe de los glóbulos en una corriente de cálices
blancos. Cada extremidad, uña esculpida, cabello
que hormiguea en el trigo de la quietud es ojal de misterio,
vidrios cromados, lujuria del cuarzo que idolatra la sed
del místico. En el falansterio de mis hombros duda el himno,
la oración cálida en coro de ángeles palpita y el corazón,
campana de fe, asusta al día con su tañer anónimo.
Fluyen las hojas caídas en la faz de mi río, indolente
como un eje donde giran los silencios. Carne soy
en el abril de tu sueño, piel de delirio y rubor amargo
si el aire llora. En la desidia del espejo hay un aura
de inmadurez, el niño y el azogue, la sombra
y el arduo entretejer de la araña en la esquina
de mi pecho como un canesú interminable.

Esto es un derroche genial de introspección y surrealismo; el "deus ex machina" se convierte en "deus est... machina" en el quehacer poético de Ramón Carballal. Enhorabuena y abrazo.
Salud.

[Armilo Brotón]

Admiro, estimado Ramón, esa capacidad que tienes de generar tan bellas imágenes. Transmites tus emociones como una inyección de materia activa en vena y lo disfruto.
Felicitaciones.
Un abrazo grande y salud.

[Ramón Carballal]

Desde las paredes más finas vigilo la transparencia.
Crisálida de venas y capilares, qué luz antigua
en mí. Cúpula de viernes, pulmón flamígero
donde la cavidad devota rumia el existir,
las rodillas son los codos que vuelvo hacia mí,
alas sin voz, deus ex machina de la noche. Solo
el aire y la fe de los glóbulos en una corriente de cálices
blancos. Cada extremidad, uña esculpida, cabello
que hormiguea en el trigo de la quietud es ojal de misterio,
vidrios cromados, lujuria del cuarzo que idolatra la sed
del místico. En el falansterio de mis hombros duda el himno,
la oración cálida en coro de ángeles palpita y el corazón,
campana de fe, asusta al día con su tañer anónimo.
Fluyen las hojas caídas en la faz de mi río, indolente
como un eje donde giran los silencios. Carne soy
en el abril de tu sueño, piel de delirio y rubor amargo
si el aire llora. En la desidia del espejo hay un aura
de inmadurez, el niño y el azogue, la sombra
y el arduo entretejer de la araña en la esquina
de mi pecho como un canesú interminable.

Volveré , solo te digo que me gustó mucho.
Abrazos
Pilar

Gracias, Pilar, por tu lectura y palabras. Un abrazo.

[Ramón Castro Méndez]

Fantástico poema, Ramón. Desbordante en luminosas imágenes capaces de saciar el apetíto lírico de cualquier lector. Lo dicho, una maravilla de poema.

Enhorabuena.

Un fuerte abrazo.

[Antonio Arjona]

Sin duda un magnífico trabajo tratado con ejemplaridad y maestría. Enhorabuena.

[Simon Abadia]

Tengo que felicitarte Ramón por el derroche de imágenes en este muy buen poema.
Me ha gustado y lo he disfrutado, abrazos.

[E. R. Aristy]

Desde las paredes más finas vigilo la transparencia.
Crisálida de venas y capilares, qué luz antigua
en mí. Cúpula de viernes, pulmón flamígero
donde la cavidad devota rumia el existir,
las rodillas son los codos que vuelvo hacia mí,
alas sin voz, deus ex machina de la noche. Solo
el aire y la fe de los glóbulos en una corriente de cálices
blancos. Cada extremidad, uña esculpida, cabello
que hormiguea en el trigo de la quietud es ojal de misterio,
vidrios cromados, lujuria del cuarzo que idolatra la sed
del místico. En el falansterio de mis hombros duda el himno,
la oración cálida en coro de ángeles palpita y el corazón,
campana de fe, asusta al día con su tañer anónimo.
Fluyen las hojas caídas en la faz de mi río, indolente
como un eje donde giran los silencios. Carne soy
en el abril de tu sueño, piel de delirio y rubor amargo
si el aire llora. En la desidia del espejo hay un aura
de inmadurez, el niño y el azogue, la sombra
y el arduo entretejer de la araña en la esquina
de mi pecho como un canesú interminable.

Bello y diciente poema, Ramon. Ser y volar, sin attrezzo alguno , o sea, el "yo" realizado. Felicidades y un fuerte abrazo, ERA

[Ramón Carballal]

como un gran engranaje, en dar y darse que no acaba... ni llego, en este pronto: Grande, Ramón Carballal.
Un fuerte abrazo

Gracias, Rosa, por el amable comentario. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Desde las paredes más finas vigilo la transparencia.
Crisálida de venas y capilares, qué luz antigua
en mí. Cúpula de viernes, pulmón flamígero
donde la cavidad devota rumia el existir,
las rodillas son los codos que vuelvo hacia mí,
alas sin voz, deus ex machina de la noche. Solo
el aire y la fe de los glóbulos en una corriente de cálices
blancos. Cada extremidad, uña esculpida, cabello
que hormiguea en el trigo de la quietud es ojal de misterio,
vidrios cromados, lujuria del cuarzo que idolatra la sed
del místico. En el falansterio de mis hombros duda el himno,
la oración cálida en coro de ángeles palpita y el corazón,
campana de fe, asusta al día con su tañer anónimo.
Fluyen las hojas caídas en la faz de mi río, indolente
como un eje donde giran los silencios. Carne soy
en el abril de tu sueño, piel de delirio y rubor amargo
si el aire llora. En la desidia del espejo hay un aura
de inmadurez, el niño y el azogue, la sombra
y el arduo entretejer de la araña en la esquina
de mi pecho como un canesú interminable.

Esto es un derroche genial de introspección y surrealismo; el "deus ex machina" se convierte en "deus est... machina" en el quehacer poético de Ramón Carballal. Enhorabuena y abrazo.
Salud.

Gracias, Julio, por tus generosas palabras. Un abrazo y salud.

[Àlex Gállego]

Leerte se siente como entrar a otras dimensiones, Ramón. Gracias por compartirlo.

Un abrazo