Editorial Alaire

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La luz del sol chispea el muro blanco donde se desperezan los rosales.
El aire es poco más que una intuición que resbala en la piel y huele a pinos.
La mañana está en paz. No pasa nada.

Y sin embargo, tú, tan desvalida, tan pálida, tan sucia de tormentas,
como si un vendaval hubiese, fiero, derrumbado la almena de tu patio.
En tus manos se enredan hojas muertas;
hongos húmedos cuelgan de tu pelo;
humo en los ojos, polvo entre los dientes,
y pecho adentro aúlla una jauría
husmeando los puntos cardinales por oler las cosechas incendiadas.
Tienes carbón debajo de las uñas, tal fue tu saña al escarbar la noche.
Traes manchas de liquen en la espalda por haberte acostado en tantas tumbas.

Cálmate, tú. No hay más que olor a pinos,
alborada serena, brisa mansa, zorzales despertando en los ramajes.
No hay huracanes destrozando bosques.
No hay incendio en la mies de tus exilios.
La mañana está en paz consigo misma.
Cálmate tú, Marién. No pasa nada.
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No había tenido el placer de leerte. Bienvenida al foro.

LO MEJOR DEL POEMA: Es que consigues crear una historia sin que decaiga el interes, y usas un lenguaje envolvente que ayuda a ello.

LO PEOR: Una duda... ¿huelle? No se lo que es.

Saludos cordiales

Muchas gracias, compañero Jesús Torrejón, por tu paso, por tu gentileza, por tus palabras buenas y por señalarme un despiste de tecleo. Ya edité para corregir: huele a pinos.

Un saludo cordial y un abrazo amigo.

Tienes carbón debajo de las uñas, tal fue tu saña al escarbar la noche.
Traes manchas de liquen en la espalda por haberte acostado en tantas tumbas.


Me gustó la fuerza de este personalísimo poema...

Espero leerte más cosas.

Un placer,

Carmen

todos tenemos un maestro interior
que nos indica el camino a tomar
según la naturaleza de cada circunstancia

Suelo mirarme al espejo, por las mañanas casi siempre,
para empezar el día, me reafirmo en la calma
con un diálogo-monólogo más o menos así:


-Dime maestro. -Calma. -sí, maestro.



tu poema nos dirige rectos a esa calma
que necesitamos y no siempre es fácil de mantener:


La mañana está en paz consigo misma.
Cálmate tú, Marién. No pasa nada.



aplausos y un abrazo para ti

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Un buen poema, Tania/Marién, con lenguaje rotundo,
en una segunda persona para ti misma. Me ha gustado
mucho leerte, como siempre.

Un abrazo.
Óscar

Un bello poema, Tania, que nos invita a vivir en paz aunque la tormenta nos azote por dentro. Un placer leerte.

Un beso que te llegue al corazón

Ana

Es notable este poema, Tania. Despliega una fuerza que personalmente me gusta.
Te desenvuelves en el lenguaje con gran soltura y cadencia.

Me gustó.

Un saludo.

Gio.

Muchas gracias por la gentileza de tu comentario, Carmen Iglesia. Me alegra que te haya gustado ese arrebato poético.

Un abrazo, con amistad.

Cierto, amigo Alonso de Molina. Todos tenemos un maestro interior. Y yo, además del maestro, tengo una andaluza interior, salerosa y despeinada, taconeando palos de flamenco en mis lusitanas y ortodoxas estructuras mentales.

Me encantó ese diálogo con el maestro interior. Si me lo prestas voy a adoptarlo para mis mañanas delante del espejo.

Muchas gracias por pasar por mis versos y no pasar de largo. Muchas gracias por conversar conmigo.

Un abrazo.

Querido amigo Óscar Distéfano, tu presencia en mis letras es siempre un lujo, un honor, una alegría. Tenemos que conversar sobre esas composiciones con metros largos la próxima vez que nos encontremos en las esquinas virtuales donde solemos intercambiar opiniones.

Te abrazo con el acostumbrado cariño.

Ana Villalobos, me alegra que mi poema te haya llegado y que haya sido leído como una invitación a la paz interior.

Gracias por tu presencia y por tu comentario.

Un abrazo, con ternura.

Qué bueno que mi poema te gustó, Gio. Tu opinión me importa. Admiro tu libertad de pensamiento, tu rebeldía poética, tu saber-estar en la vida del mundo. Por eso me importa.

Un abrazo amigo.

Y sin embargo, tú, tan desvalida, tan pálida, tan sucia de tormentas,
como si un vendaval hubiese, fiero, derrumbado la almena de tu patio.
En tus manos se enredan hojas muertas;
hongos húmedos cuelgan de tu pelo;
humo en los ojos, polvo entre los dientes,
y pecho adentro aúlla una jauría
husmeando los puntos cardinales por oler las cosechas incendiadas.
Tienes carbón debajo de las uñas, tal fue tu saña al escarbar la noche.
Traes manchas de liquen en la espalda por haberte acostado en tantas tumbas.



Tania, qué bueno volver a leerte! Todo el poema me ha gustado mucho pero esta estrofa es oro puro!

Felicitaciones y un abrazo fuerte hasta Lisboa,

Hallie

Estimada compañera Allie, la generosidad de tu comentario es un verdadero estímulo.

Muchas gracias por no pasar de largo y por dejarme tus palabras gentiles.

Un abrazo amigo, con afecto.