Nunca mata estar sólo, ni ser viejo,
sólo mira gaviotas en sus nubes,
se estremece en los años con sus alas
desvelando miradas en su ruta.
Soledad en su paso fiel, se entiende,
en sus llantos, memoria de alegrías,
al abrir los millones de desmayos
de la muerte en olvidos del camino.
La vejez abre el hielo por delante,
en las rutas que amagan hoy le dice,
ni castigo, ni premio, sólo fuerza.
Una puerta, la clara luz de sumo
del amor, al sentir la rosa roja,
la paciencia es el fruto de su espíritu.