Editorial Alaire

A quién ha de importarle adonde vaya
mi inquieto pensamiento si yo misma
me desespero y sufro cuando encalla
en la hierba que crece en la marisma.

Y lo dejo atrapado en una isla
de arena, un humedal de agua salobre
entre el río y el mar, donde legisla
la marea el destino, aunque zozobre.

Pero qué puedo hacer si no conozco
un cauce caudaloso que conduzca
al final con el brío de un arroyo,

sino seguir campo a través
su ruta
y aventurarme una y otra vez,
sin otro norte que llegar al fondo.

Me ha gustado tu soneto, el desarrollo inteligente del mismo. Un placer leerte.
Abrazos
Pilar

Teresa Santiago escribió:A quién ha de importarle adonde vaya
mi inquieto pensamiento si yo misma
me desespero y sufro cuando encalla
en la hierba que crece en la marisma.

Y lo dejo atrapado en una isla
de arena, un humedal de agua salobre
entre el río y el mar, donde legisla
la marea el destino, aunque zozobre.

Pero qué puedo hacer si no conozco
un cauce caudaloso que conduzca
al final con el brío de un arroyo,

sino seguir campo a través
su ruta
y aventurarme una y otra vez,
sin otro norte que llegar al fondo.

Bello soneto, Teresa. Un placer de lectura. Abrazos, ERA.

Hermoso e interesante trabajo, amiga Teresa.
Abrazos.

Pilar, Aristy y Rafael:
Gracias por vuestras palabras.

Este es un poema con muchas infracciones a la poesía clásica como, no me cabe duda, habéis detectado.

Complejo mundo éste de la poesía.
Un afectuoso saludo.

Dulzura sensible que conmueve amiga...
Un gusto leerte...cuídate mucho!!
Te abrazo con todo mi cariño...
Nancy