Editorial Alaire

Enhebré la aguja al llegar el alba,
había que zurcir el silencio
antes de pasear a Nara.
Ella me acompaña,
y pone la cabeza en mi regazo
a la espera de caricias.

Sí, siempre hay algo que zurcir;
no son buenos los rotos que deja el tiempo
en algodones con olor a sueños,
ni la herida de los ojos que se cansaron de mirar.

Cada día hay que zurcir
para que la tormenta no agrande el roto.
Zurcimos la luna que nos mira
(cuando nos dice que rompimos las promesas)
la alegría cuando va camino del destierro,
la ilusión que olvidó hacerse paso entre las sombras,
los rotos del invierno por donde se cuelan los diarios.

Zurcir y deshacerse de lo inservible.
Nara me mira,
le gusta la sonoridad de lo desprendido, el ruido de revistas
caducadas,
el olor a enseres del pasado,
y se acerca rozando con su hocico
las fotos que no me reconocen.
De momento son dos carretillas,
y ella me acompaña al contenedor de los adioses.
Luego nos miramos,
pide lo necesario:
la caricia y el pan que se secó al aire.

El sol arrecia,
la siesta es imprescindible.
Nara se tumba esperando
porque no sabe medir el tiempo.

Una hermosura, Pilar!. La vi a Nara, te vi a vos zurciendo, vi el pan seco... Un placer.

Te mando un abrazo.

Gustavo Casado escribió:Una hermosura, Pilar!. La vi a Nara, te vi a vos zurciendo, vi el pan seco... Un placer.

Te mando un abrazo.

Gracias, amigo, por dejar tu grato comentario.
Abrazos
Pilar

Excelente manera de narrar los primeros quehaceres tras recibir al alba, me encantaron los detalles en cada una de las puntadas de esos zurcidos. Enhorabuena, aplausos.

Y yo que no aprendí nunca ni a coser un botón, ¿cómo voy a zurcir los silencios, las heridas...?
Seguro que Nara enhebra la aguja.
Muy bello el poema.
Te felicito.
Un abrazo.

Tu zurcido tiene magia: ha cosido un alma.
Y es un alma hermosa.
Enhorabuena poetisa.

Antonio Arjona escribió:Excelente manera de narrar los primeros quehaceres tras recibir al alba, me encantaron los detalles en cada una de las puntadas de esos zurcidos. Enhorabuena, aplausos.

Me alegra que te gustaran las puntadas. Gracias por estar.
Abrazos
PIlar

Pilar Morte escribió:Enhebré la aguja al llegar el alba,
había que zurcir el silencio
antes de pasear a Nara.
Ella me acompaña,
y pone la cabeza en mi regazo
a la espera de caricias.

Sí, siempre hay algo que zurcir;
no son buenos los rotos que deja el tiempo
en algodones con olor a sueños,
ni la herida de los ojos que se cansaron de mirar.

Cada día hay que zurcir
para que la tormenta no agrande el roto.
Zurcimos la luna que nos mira
(cuando nos dice que rompimos las promesas)
la alegría cuando va camino del destierro,
la ilusión que olvidó hacerse paso entre las sombras,
los rotos del invierno por donde se cuelan los diarios.

Zurcir y deshacerse de lo inservible.
Nara me mira,
le gusta la sonoridad de lo desprendido, el ruido de revistas
caducadas,
el olor a enseres del pasado,
y se acerca rozando con su hocico
las fotos que no me reconocen.
De momento son dos carretillas,
y ella me acompaña al contenedor de los adioses.
Luego nos miramos,
pide lo necesario:
la caricia y el pan que se secó al aire.

El sol arrecia,
la siesta es imprescindible.
Nara se tumba esperando
porque no sabe medir el tiempo.

Bellísimo poema cargado de tierno existencialismo. Más allá del mensaje de tempus fugit, has desarrollado muy bien la idea de la conciencia animal. Borges dijo alguna vez que los animales viven una especie de inmortalidad, ya que ignoran el futuro, por lo cual viven un presente intenso y permanente (lo sentí en tu poema). Tu poesía se hace auténtica en base a poetizar sobre realidades autobiográficas, trozos de vida que marcan nuestra existencia. Lo celebro.

Un saludo de amistad.
Óscar

Pilar

Todo se puede zurcir
el poeta sabe hacerlo
y marcar la diferencia...

Maravilloso poema, querida amiga
entregas tu alma y calidad en tus versos



Un abrazo fuerte
felicidad y salud

Ana García escribió:Y yo que no aprendí nunca ni a coser un botón, ¿cómo voy a zurcir los silencios, las heridas...?
Seguro que Nara enhebra la aguja.
Muy bello el poema.
Te felicito.
Un abrazo.

Seguro que sabes zurcir los rotos del tiempo. Gracias, amiga, por estar.
Abrazos
PIlar

Preciosa escena querida amiga...y ese recorrido hondo y reflexivo que conmueve...
Un gusto siempre...cuídate mucho!!
Te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Me ha encantado, querida Pilar.
El poema tiene voz propia. Descosidos, telas irreverentes, versos que llevan lana fina en sus costuras. Vas creando con certeza, con maestría el mundo de los arreglos. Zurcir es importantísimo, restaurar la vida en espacios asumidos, perdonados, sanados.
La inclusión de Nara es un plus.

Ovación cerrada y sostenida; abrazo enorme.

Ulises C.J. escribió:Tu zurcido tiene magia: ha cosido un alma.
Y es un alma hermosa.
Enhorabuena poetisa.

Gracias, amigo, por dejar tan gratas palabras.
Abrazos
Pilar

Un poema precioso, Pilariña, rebosante en la sabiduría que da la experiencia vital. Aprender a zurcir los rotos que nos los años nos van haciendo es aprender, simplemente, a vivir, y además hacerlo con la franqueza y lealtad con que lo hacen todas las “Naras” que a muchos acompañan.

Un bico, querida amiga.

Óscar Distéfano escribió:

Pilar Morte escribió:Enhebré la aguja al llegar el alba,
había que zurcir el silencio
antes de pasear a Nara.
Ella me acompaña,
y pone la cabeza en mi regazo
a la espera de caricias.

Sí, siempre hay algo que zurcir;
no son buenos los rotos que deja el tiempo
en algodones con olor a sueños,
ni la herida de los ojos que se cansaron de mirar.

Cada día hay que zurcir
para que la tormenta no agrande el roto.
Zurcimos la luna que nos mira
(cuando nos dice que rompimos las promesas)
la alegría cuando va camino del destierro,
la ilusión que olvidó hacerse paso entre las sombras,
los rotos del invierno por donde se cuelan los diarios.

Zurcir y deshacerse de lo inservible.
Nara me mira,
le gusta la sonoridad de lo desprendido, el ruido de revistas
caducadas,
el olor a enseres del pasado,
y se acerca rozando con su hocico
las fotos que no me reconocen.
De momento son dos carretillas,
y ella me acompaña al contenedor de los adioses.
Luego nos miramos,
pide lo necesario:
la caricia y el pan que se secó al aire.

El sol arrecia,
la siesta es imprescindible.
Nara se tumba esperando
porque no sabe medir el tiempo.

Bellísimo poema cargado de tierno existencialismo. Más allá del mensaje de tempus fugit, has desarrollado muy bien la idea de la conciencia animal. Borges dijo alguna vez que los animales viven una especie de inmortalidad, ya que ignoran el futuro, por lo cual viven un presente intenso y permanente (lo sentí en tu poema). Tu poesía se hace auténtica en base a poetizar sobre realidades autobiográficas, trozos de vida que marcan nuestra existencia. Lo celebro.

Un saludo de amistad.
Óscar

Me alegran tus generosas palabras, y te las agradezco de veras.
Abrazos
Pilar