Editorial Alaire

Dedicado a Ana Muela porque me ha dejado una sonrisa en su comentario y eso me entusiasma.


He de esperar unos ojos
para que den voz a los míos,
y nacerme de los versos
sin testigos.
He de aguardar
aprendiendo de la ausencia,
sentado al borde de mi nombre.
He de esperarte
y te esperaré conmigo.

Este es Juan
—casi un poeta—
medio bohemio y medio socialista,
un chupatinteros distinguido.
Hablaba y hablaba de amor.
La lengua era su fuerza.

La muchacha no llevaba reloj
más presentía que el alba estaba cerca.
Le dolían los pies
de tanto andar sin rumbo.

(¿Cómo podría, en estas condiciones,
rechazar el asalto de su cuerpo?
Tendría que plegarme a su deseo
si es que para de hablar, por favor).

Pero Juan seguía recitando poemas
y llevándola adelante de la mano.
De verdad que era muy pesado.
¡Qué iba a hacer,
sino dejar a Juan!
El pobre no estaba decidido.
Le miró cariñosa
y le besó un poquito.

Sacrificó ese pequeño amor indefinido y siguió besando a sus amigos. Logró hacerles felices un instante. Desde entonces prefería los amigos con coche. "Siempre al andar le duelen los zapatos". Ella siguió asistiendo a las profundas clases de nuestra venerada "alma mater". Y allí sigue haciendo su camino, por entre espinos y blancas azucenas, ofreciendo sus ojos repletos de tristeza.


¡Marchando una de oreja!
Horas para darle la brasa,
pegarla al muro del fornicio
—al corazón—.
Sobarle el lóbulo en los atascos.
Adormecerla con cuentos o cilantro,
darle un respiro, cantarle lo justo.
No bromear con sus orígenes:
"tienes las orejas
de tu puñetero padre".
Insinuarle la entrada y la salida.
Dotarla de un audífono potente.
Descojonarte de las raras
y sobre todo hacer oídos sordos
y amarlas por encima de las gafas
como a ti mismo.

Muy bueno, Ana, éste me ha gustado un montón. Se agradece la originalidad y buen hacer de tu poesía.
Abrazos
Pilar

Ana


Tus poemas son originales
y temas que se escapan de
cofre secreto del poeta...


Un abrazo fuerte, querida amiga

Una gama muy amplia de posibilidades y limitaciones juegan a encontrarse en este poema.
Un Juan, una ella, la vida a tope entre el amor propio y las distancias.
Amores esperando su oferta más convincente, necesidades mediando entre los ojos y la carencia.

Me ha gustado mucho la última estrofa, Ana; felicidades y un abrazo grande.

¡Qué bueno, Pilar! Cuánto me alegra saber que has disfrutado con este poema.
Un abrazo.

Si tú supieras lo que hay en ese baúl, Ricardo. Todo lo que escribo, ya sea una frase o dos está guardado. Nunca se sabe cuando voy a desempolvar alguna.
Muchas gracias por tu visita.
Un abrazo.

Ana García escribió:
Sobarle el lóbulo en los atascos.
Adormecerla con cuentos o cilantro,
darle un respiro, cantarle lo justo.
No bromear con sus orígenes:
"tienes las orejas
de tu puñetero padre".
Insinuarle la entrada y la salida.
Dotarla de un audífono potente.
Descojonarte de las raras
y sobre todo hacer oídos sordos
y amarlas por encima de las gafas
como a ti mismo.

Estos versos me parecieron muy logrados y simpáticos. Un placer de lectura, Ana. Un beso.

Hallie Hernández Alfaro escribió:Una gama muy amplia de posibilidades y limitaciones juegan a encontrarse en este poema.
Un Juan, una ella, la vida a tope entre el amor propio y las distancias.
Amores esperando su oferta más convincente, necesidades mediando entre los ojos y la carencia.

Me ha gustado mucho la última estrofa, Ana; felicidades y un abrazo grande.

A veces el contrario no entiende o no sabe ver las necesidades de su pareja. Pero ella puede usar ese pabellón auditivo para contar sus deseos.
Son desencuentros.
Gracias por tus palabras.
Un abrazo.

Luis M. escribió:

Ana García escribió:
Sobarle el lóbulo en los atascos.
Adormecerla con cuentos o cilantro,
darle un respiro, cantarle lo justo.
No bromear con sus orígenes:
"tienes las orejas
de tu puñetero padre".
Insinuarle la entrada y la salida.
Dotarla de un audífono potente.
Descojonarte de las raras
y sobre todo hacer oídos sordos
y amarlas por encima de las gafas
como a ti mismo.

Estos versos me parecieron muy logrados y simpáticos. Un placer de lectura, Ana. Un beso.

Una oda a las orejillas. Se puede decir tanto de ellas...
Gracias por tu visita.
Un beso.

Hermoso e interesante trabajo, amiga Ana.
Abrazos.

Se agradecen tus palabras, Rafel.
Abrazos.

Ana García

¡ Qué bien Ana, qué suerte haberme encontrado este poema, haberlo recuperado y de nuevo, ponerlo en la palestra, en primara plana. Es una verdadera joya.
Abrazos mediterráneos.

Ante todo, Aniña, es una alegría volverte a ver por aquí. Se te echaba de menos.
Llegas con un poema muy creativo y en la voz que te es propia.

Todo un placer de lectura, querida amiga.

Un bico grande.

Concha tiene razon, Ana; tu poema resplandece en originalidad y buen hacer. Quizas el simbolismo sea aprender a escuchar. Me alegra volver a leerte.Abrazos, ERA

Concha Vidal: Un poco tarde para corresponderte, compañera. Aprovecho hoy que parece que la medicina hace alarde de presencia para agradecer tu comentario.
Y, sobre todo, para mandarte un abrazo castellano lleno de la bendita lluvia. Maravillosa la lluvia, ¿verdad?

J. J. Martínez Ferreiro: Aquí me tienes otra vez. Renovando fuerzas y ganas. Me encantan esos bicos. Gracias por tus buenas palabras.

E. R. Aristy: Yo creo que es lo más complicado, Era. Oímos ruido o palabras pero no sabemos escuchar. Gracias por estar, compañera.

Un abrazo enorme para repartir.
Un saludo.

A veces un hombre complaciente aburre, pero cuando la mujer encuentra a otro que le gusta más desea que el segundo (que no es complaciente) lo sea un poco. Las mujeres tenemos muchas contradicciones y los hombres también. A veces coincidimos. Entonces se roza la eternidad...

Este poema me ha hecho sonreír. Tiene un simbolismo muy interesante. Parece el embrión de una novela.

Un placer leerte, compañera

Un beso y..
Felicidades
Ana